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Daichi no sabia exactamente como es que todo aquello estaba ocurriendo.

Era el penúltimo día de la concentración, el sol apuntaba en lo más alto del cielo y el calor apenas era soportable. También había sido un día bastante agitado, el equipo todavía estaba resintiendo la brecha que se había creado debido a aquella discusión de los de primer año, había opiniones divididas, y, aunque la tensión era apenas palpable, aún se sentía un ligero ambiente de desacuerdo. Como capitán sentía que su trabajo era apoyar a cada integrante del equipo, pero la fuerza inamovible que tenían sus compañeros más escandalosos, lo dejaban agotado al final del día.

Suspiró, limpió el sudor de su frente preguntándose donde se había metido Sugawara, necesitaba comentarle un par de cosas antes de continuar, pero no parecía estar cerca.

—Deberías dejar de hacer esa cara de preocupación, la situación no es tan mala como parece.

Kuroo tomó asiento junto a él, llevaba una botella de agua en la mano, las rodilleras sobre los tobillos y se había quitado el chaleco de entrenamiento que hacía horas llevaban puesto.

—No estoy tan preocupado como parece —aseguró— solo estoy exhausto y el sol no ayuda en lo absoluto.

El más alto le regaló una sonrisa antes de llevarse la botella a la boca. Daichi lo observó con detenimiento.

El sudor había hecho un maravilloso trabajo con la camiseta blanca que traía Kuroo, se había adherido diligentemente a su cuerpo, parecía casi una segunda piel. No había notado lo fuerte que sus brazos se veían, tampoco lo delineada que era su mandíbula, de hecho, no había notado casi nada de lo que en ese momento estaba siendo consciente, el capitán del equipo rival era, bajo sus conjeturas, bastante bien parecido.

En un acto culposo, dirigió su mirada hacia los muslos y pantorrillas del otro, tal como esperaba, eran dignas de un jugador de voleibol que le había dedicado muchas horas al entrenamiento. No sabía si Kuroo había moldeado aquel cuerpo desde su infancia, pero apostaría que sí.

Antes de continuar escudriñando a su acompañante, una alerta interna puso en marcha todos sus sentidos.

¿Qué demonios hacia fisgoneando de aquella manera? ¿Por qué de pronto se sentía así de ansioso?

Daichi pellizcó uno de sus brazos a manera que el otro no viera lo que estaba haciendo, Kuroo parecía demasiado concentrado por retirar la pintura de las letras de la botella de agua con la uña de su pulgar, que no había dicho nada aún. Sin embargo, Sawamura no quería atraer la mirada del otro y que se diera cuenta que el calor que su persona experimentaba ya no era debido al horroroso clima.

—Como te decía —volvió a hablar Kuroo, sin dejar su labor con la pintura— los tontos más tontos de Miyagi no van a hacer nada que perjudique al equipo, pienso que, si en algún momento ellos ven que sus nuevos ajustes no se concretan en un partido, simplemente volverán a lo de antes. No creo que se atrevan a arruinarlo.

Antes de que el capitán del Nekoma terminara de hablar, Daichi había inhalado todo el aire suficiente para evitar que sus pulmones, estomago o cualquier otra parte de su cuerpo que le pudiesen jugar una mala pasada, lo hiciera, calmó un poco el galopar de su cabeza y trató de articular correctamente las palabras.

—No solo ese par me tiene preocupado, todo el equipo está intentando algo nuevo, todos y cada uno de nosotros nos estamos esforzando —dijo tratando de sonar lo más neutro posible, porque genuinamente se sentía un poco abatido y también deseaba que el calor se terminara— pero en momentos como este, me pregunto si seré lo suficientemente bueno para apoyarlos a todos.

—¡No digas tonterías Sawamura! —exclama Kuroo de manera divertida tratando aligerar el aire que los rodeaba. Lo observa con esos llameantes ojos para tratar de transmitirle algo de seguridad, que supiera que entre capitanes se podían ayudar— eres el capitán que tu equipo necesita, sabrás que hacer cuando llegue el momento. Eres bueno conteniendo a los ruidosos de primero, guiando a los endemoniados de segundo y siendo el eje principal de los de tercero, solo continúa haciendo lo que hasta este momento has hecho.

El Problema de Daichi SawamuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora