Capítulo único

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—Remus.

Es lo único que puede decir. Lo único entendible entre montones de jadeos que se pierden con el calor y la estimulación.

Remus sale y entra en un ritmo constante y Sirius se pregunta, por un segundo, si podrá romperlo. Si es capaz de morir, acostado, erguido, boca abajo, con el golpe insistente del cuerpo de Remus, del calor de Remus y sus dedos largos que se enganchan sobre su cintura y omoplatos. Siente que el aire se le atora en la garganta y gime hasta que sus palabras se convierten en balbuceos incontenibles. Remus, no pares. Te quiero. Remus, justo así. Remus lo abre lentamente y se entierra hasta la empuñadura de una sola estocada, es rápido, certero; toca los viejos lugares de Sirius que conoce de memoria, traza unos nuevos. Busca que Sirius pierda la voz y quiera más y se sienta bien, sobre todo.

Hacer el amor con Remus Lupin siempre es increíble, no solo por el acto en sí y que Remus sea genial en la cama, sino porque ha descubierto cosas de sí mismo. Porque respetan sus límites y aún así, cada vez hay una oportunidad para probar cosas nuevas.

En el calor del momento, a mitad del verano, Sirius no podría pedir una muerte mejor.

Canuto se agarra con fuerza de la sábana enredada en su cuerpo y hay un momento, antes de que Remus exhale y se eche sobre él, donde está seguro de haberle prometido a Remus Lupin un verano confortable y ligero. Dijo "No nos acostaremos en la casa de los Potter" y bueno, Remus pecó de ingenuo. O mentiroso, pero, vamos, es Remus Lupin: adolescente enamorado hasta los huesos de Sirius Black.

Gime y lleva sus manos al cabello de Remus; la cama repiquetea contra la pared y Sirius curva los dedos de los pies por las embestidas.

—Silencio, Sirius —Le calla Remus, besando su mejilla—. Nadie… tiene porqué escucharnos —dice entre pausas.

Quiere reírse, exhala y le llama bastardo. Pero jadea silenciosamente, y Remus le da un beso que le regresa la vida.

—Sirius —dice y da una estocada—. Sirius...

Sirius no sabe cuánto tiempo pasa, pero se corre con la mano de Remus en su pene. Y cuando baja sus piernas que estaban sobre las caderas contrarias, sus músculos luchando, le da a Remus Lupin una sonrisa de dientes completos. Lo toma del cuello para atraerlo a un beso suave y desordenado.

—Lunático —murmura con una sonrisa, recuperando el aliento—. Estoy seguro que esto no era nuestro plan de vacaciones.

—Al menos no el mío —asegura Remus, con los ojos brillantes y labios hinchados—, en realidad, quería follarte contra el escritorio.

—Oh, por... —Sirius se corta antes de parecer desesperado—. Ese serás tú, Remus.

—Tenemos el resto del verano, cariño —sugiere, pensativo—. Ya veremos.

Y así, entre besos y caricias post-orgasmo, Remus y Sirius se despiden de la mitad del verano en la casa de los Potter.

Y así, entre besos y caricias post-orgasmo, Remus y Sirius se despiden de la mitad del verano en la casa de los Potter

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Súper corto y nada bueno, lo siento!

A mitad del verano | 𝐰𝐨𝐥𝐟𝐬𝐭𝐚𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora