Todo empezó un día tranquilo de Abril, después de desayunar y prepararme para ir al trabajo como todos los días. Dado que vivía muy lejos de la casa donde trabajaba limpiando, cada día tenía que coger el tren. Todo iba normal hasta que llegue a la estación y me di cuenta de que el tren ya se había ido. No tenía más opción que ir a casa y llamarle a mi jefe contando lo ocurrido. Pero el tuvo un mal día y la mejor manera de desahogarse era despidiéndome asique así lo izo. No me podía creer que me hubiera despedido después de los años que llevo allí trabajando y por un día que no podía ir, me despide.
Cuando llegue a casa me dispuse a ver la tele, a descansar un poco en mi pequeño apartamento y a desconectar de lo ocurrido, porque ese trabajo era mi única fuente de dinero y sin estudios se me hará más difícil encontrar trabajo. Estaba a punto de dormirme en el sofá cuando llamaron al teléfono. Me levante de golpe y lo cogí.
- Enhorabuena señora, acabas de conseguir un coche nuevo- pensaba que sería algún bromista o algo parecido- esto es un programa en la que llamamos a gente al azar y regalamos cosas, y tú has sido una mujer suertuda porque te acaba de tocar un coche.
Enseguida supe que no fue una broma ya que en tres días ya tenía el coche en mis manos. Decidí regalarme algo de capricho después de tantos años de trabajo y darle utilidad a mi coche nuevo y para eso fui a la agencia de viajes y me reserve un hotel de cinco estrellas en Barcelona con los pocos ahorros que tenia.
En Barcelona todos los días salía a pasear y a ver lo bonito que era, y un día vi un puesto libre de cocinera en un restaurante muy famoso. Dado a mi afición culinaria decidí coger el trabajo. Cuando vi que me iba muy bien allí decidí quedarme a vivir en Barcelona y con el buen sueldo que me daban en aquel restaurante tuve suficiente como para compra una casa mucho más grande que la que tenía. En el trabajo conocí a Luis, otro trabajador del restaurante aproximadamente de mi edad. Nos hicimos buenos amigos y después empezamos a salir juntos.
Ahora estoy casada y con un hijo y un trabajo fijo donde tengo un buen sueldo y muchas vacaciones. Muchas veces pienso que habría pasado si no hubiera perdido ese tren. Seguramente seguiría trabajando en esa casa sin parar de limpiar y sin tiempo libre para hacer amigos. Pero gracias a mi impuntualidad de aquel día, estuve en casa para coger aquella llamada y conseguir ese coche que lo utilice para ese viaje de Barcelona. Ahora soy feliz y he descubierto que la vida no está escrita. No os preocupéis si las cosas no os están saliendo bien, porque lo que os parece que es malo puede terminar siendo bueno.