Nunca sabré como he acabado así.
Todo comenzó el día de mi coronación, pocas semanas después de la muerte de mi padre. Concretamente durante la fiesta de después de mi coronación, en la sala que antiguamente se había usado para reuniones entre los generales para organizar ataques durante las guerras, pero hacia miles de años que no se le daba ese uso. Era una de mis habitaciones favoritas de el castillo ya que daba directamente a el jardín y las paredes que conectaban con este eran de cristaleras de colores preciosos, cosa que daba unas vistas hermosas.
Durante mi coronación mi madre me decía que buscara una posible reina, ya que según ella ningún reí de este reino había podido sobrevivir mas de dos año en el trono sin esposa. Pero esa noche mis ojos solo podrían mirar a aquel misterioso chico. Nunca lo había visto en palacio, y tampoco le había visto en la ceremonia de coronación, por lo que, a pesar de las alarmas rojas de mi cabeza, pensé que era buena idea hablar con el.
Recuerdo perfectamente cuando caminé hacia el, con esa enorme capa sobre mis hombros, casi pesaba tanto como la carga que mi padre había dejado caer sobre mi sin previo aviso.
Cuando estuve lo suficientemente cerca de el pude notar algo extraño, era como si me estuviera atrayendo.
El era bastante más alto que yo, tenía unos ojos azul cielo que no eran de este mundo, no de el humano al menos. Su pelo era negro y liso, casi parecía el cielo nocturno en esas noches sin luna ni estrellas, que por extraño que parezca son mis favoritas, la oscuridad de la noche me hace sentir libre, como que puedo ir a cualquier lugar sin que algún obstáculo me lo impida.
Después de haberme quedado embobado mirando a aquel chico misterioso sentí una mano en mi hombro, me gire y vi a mi guardia personal, quien también era mi mejor amigo, Alexander.
El estaba preocupado, lo notaba en sus ojos, y lo entendía. Desde la muerte de mi padre había estado raro, como ausente, muchas veces me quedaba mirando a la nada desconectando completamente. También hablaba menos, estaba mucho menos alegre, pero tampoco es que estaba triste, simplemente estaba. Por lo visto me había vuelto a pasar, había desconectado, pero esta vez había sido diferente. De normal when me pasa eso no pienso en nada, dejo la mente en blanco, pero esta vez no había sido así, si que estaba pensando en algo, en ese chico.
Alexsander me hablo, pero yo no lo escuche, en ese momento caí en la cuenta que hacia una minutos que no escuchaba nada. Empecé a agobiarme asta que comenzó a escuchar un fuerte pitido en mis oídos que poco a poco comenzó a convertirse en los ruidosos que retumbaban en la gran sala.
La música, las conversaciones, los susurros, los pasos, los roces, las copas, cada maldito sonido estaba metiéndose en mi cabeza de una manera tan repentina que no me dejaba respirar. Mire a Alex, estaba agobiado y necesitaba salir de ahí, el lo entendió prácticamente enseguida y me cogió de el brazo sacándome a el patio. Aun se escuchaba ruido, pero no tanto, lo cual me ayudo a poder pensar mejor y despejar mi mente.
Alce la cabeza y pude ver a el chico de antes caminar en dirección a el laberinto de setos, fui detrás de el como si estaba hipnotizado dejando a Alexander solo y extrañado por mi repentino movimiento.
Me metí en el laberinto de setos yendo detrás del chico de ojos azul cielo. No recuerdo exactamente cuando lo perdí, pero seguí caminando escuchando sus pasos y tratando de seguir el sonido. Estaba ensuciando el borde inferior de mi capa de la tierra de el patio, y menos mal que mi madre no estaba ahí, si no me habría regañado por estropear la tela, supongo que como ella venia de una familia de nobles se preocupa mas por ese tipo de cosas.
Estaba caminando por el laberinto mientras pensaba en mis cosas, en cierto momento mire a el cielo, esa noche estaba llena de estrellas y la luna era llena, prácticamente no hacia falta luz de ningún tipo ya que el propio firmamento alumbraba con esa tenue luz todo el jardín. Se sentía extraño ya que los setos impedían mi visión mas allá de el hermoso cielo.
Continuaba caminando pero ahora sin perseguir a nadie únicamente mirando el cielo, repasando mentalmente todas las historias que había leído sobre este, pero de pronto algo me saco de mis pensamientos, me había tropezado con una raíz rebelde, cubrí mi cara rápidamente para no hacerme daño al caer, pero esa caída nunca llego.
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El mundo de los mortales
Teen FictionEl mundo de los mortales es tan fascinante que hasta un dios que lo tiene todo se siente atraído por este.