PRÓLOGO

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Camino de mano con mi mami, mientras balanceo su mano al ritmo de una canción que ella suele tararear, su voz es muy dulce y me siento a salvo cuando la escucho muy cerca de mí. Al llegar a nuestra casa, suelto su mano con rapidez para correr hacia mi papi, quien con sus brazos abiertos me ataja elevándome en un abrazo. Él comienza a besarme las mejillas, mientras mi risita sale despavorida.

Mi papi es un hombre muy guapo, él siempre tiene una sonrisa en su rostro. Aunque, a veces se le va cuando recibe noticias mías del colegio.

─¿Cómo está la muñeca más hermosa?─Pregunta mi papi.

─Bien, mientras no estés molesto conmigo─ respondo bajando la mirada.

Él me baja inmediatamente, frotando su rostro con cansancio. Estiro mi vestido negro con flecos, mientras mi mirada sigue agacha.

─¿Qué ocurrió ahora, le han vuelto a molestar?─ Le pregunta mi papi, a mi mami. Ella deja su abrigo en el perchero. Volteo para observarla.

Mi madre es una mujer realmente hermosa, su piel es bronceada y sus ojos son del color del caramelo. Siempre tiene una mirada muy poderosa. Por eso mi papi está tan enamorado de ella.

─Ese niño se lo merecía─ le responde mi madre.

Les observo desde abajo, tratando de ver si realmente están molestos conmigo por haberle hecho aquello a ese niño feo e insolente.

─Tienes que dejar de enseñarle esas cosas a tu hija, ya no es normal─ le reclama mi papi. Bajo mi mirada hacia mi vestido jugando con él.

─Eso no te incumbe─ dice ella, subiendo las escaleras.

─¡Es mi hija!─ Le exclama mi papi. Asustándome.

Él inmediatamente se agacha al darse cuenta.

─Lo siento, muñeca. Tu mami y yo hablaremos un momento. Juga con tu linda muñequita ¿Está bien? ─ Me dice, asiento sonriéndole.

Ellos comienzan a subir rápidamente las escaleras. Decido buscar mi muñeca de porcelana.

Al tomarla en mis manos, le peino su oscuro cabello. Mientras sus ojos verdes cristalinos me miran sorpresivamente.

─¡Tiene 9 años y le enseñas ese tipo de cosas!─ Escucho que grita mi papi.

Suelto un suspiro. Sé que no debería de estar jugando con este tipo de muñecas a mi edad, eso me dijo aquel niño, quien también se burlaba de mi vestido negro.

─¡Ella nació para eso! Está en su sangre, es parte de mí─ le responde mi mami. Ella suena alterada, eso me asusta un poco. Casi siempre cuando se pone así, tiene que irse a trabajar.

─¡¿Acaso ves normal lo que le hizo a aquel niño?! ¡Le enterró el lápiz en el brazo!─ Aprieto mi muñeca al recordar aquello. Mientras mi garganta se seca.

─¡Y ni hablar lo que le hizo a aquella niña, que se burlaba de su muñeca! ¡Le cortó el cabello y luego le dijo que le atravesaría una katana en el estómago! Mierda, Lilith, nuestra hija no está bien y tú no colaboras para que eso cambie─ lanzo la muñeca con enojo, observando cómo se destroza en pedacitos. Mis ojitos comienzan a llenarse de humedad.

Los pasos de mis padres suenan con fuerza, bajando por las escaleras.

─¡Kannaby!─ Exclama mi papi. Levantándome.

─¿Estás bien, no te has cortado?─ Mi mirada se queda fija en el suelo.

─¿Kannaby?─ Pregunta nuevamente, llevo mi mirada a él.

DOPAMINA. [Próximamente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora