Querétaro, Querétaro.
Clarissa se encontraba en la casa hogar, donde tres veces a la semana iba a dar sus clases de ballet a las pequeñas que se encontraban resguardadas ahí. Observaba los regalos que habían comprado, pudiendo imaginar como luciría el lugar con todo decorado, además del árbol lleno de presentes para las niñas, eso la hacía sonreír emocionada.
Suspiraba cada que sacaba algún adorno que ella misma había confeccionado y bordado con brillantes lentejuelas. Su tío Hugo, sostenía el portabebé que llevaba a Fernandito dormido dentro. La miraba sonriendo, orgulloso por la dedicación que había puesto en cada detalle, sabía que para su sobrina demostrar el amor era con las cosas que ella misma elaboraba.
Ambos sonrieron al sentir la calidez en la que se estaba convirtiendo el lugar. Hugo regresó a la camioneta para bajar el hermoso pino que acababan de adquirir para colocarlo junto a la antigua chimenea, ambos se miraron deseosos de poder comenzar a decorarlo con las luces y las hermosas esferas de Mickey Mousse que ella misma había realizado.
Colocaban las esferas después de haber puesto las luces, cuando el llanto desgarrador de una pequeña los hizo salir de su entusiasmo. Observaron desde uno de los ventanales del lugar a una de las cuidadoras intentando calmar a la criatura, además de tratar de conducirla a uno de los dormitorios, pero era inútil, cada que se acercaba a ella la niña se asustaba más y comenzaba a dar de gritos.
Clarissa sintió una enorme opresión en su pecho al escuchar el sufrimiento de la pequeña, entonces dejó lo que estaba haciendo. Tomó una de las bolsas de regalo que traían.
—Cuida a Fer, por favor tío. —Clarissa lo miró con los ojos cristalinos. Salió de la sala del lugar y se dirigió hacia ellas.
Ella observó a Mónica, la persona que intentaba llevar a la pequeña a la villa asignada para las recién ingresadas, la chica le hizo una mueca de frustración al no poder lograrlo.
—La niña viene muy asustada, no logro calmarla, desde que fue abandonada y trasladada hacia acá, reportaron que no para de llorar, se calma a ratos y después vuelve a lloriquear, más cuando nos tratamos de acercar—externó con tristeza.
Clarissa se acercó un poco y se acuclilló para poder mirarla, observó lo indefensa y pequeña que se veía, entonces sintió un hueco en su interior.
—¿Cuál es su nombre? —preguntó.
—Emily —respondió Mónica.
—Hola Emily. Soy Clarissa. —Sus ojos se llenaron de un brillo especial al ver a la niña con más claridad, su hermosa piel clara, su cabello rizado le llegaban a mitad de su pequeña espalda y esos ojos color chocolate, la cautivaron.
Clarissa sacó de la bolsa, una caja con una muñeca, la abrió con mucho cuidado, observando a la niña que calmaba su llanto al ver el juguete, la joven extendió sus brazos para dárselo, sin embargo, la pequeña la miraba con gran desconfianza.
—Tómalo es para ti —Clarissa le habló con voz tranquila, sonriéndole. Al final, Emily lo tomó abrazándolo inmediatamente, fue cuando dejó de llorar.
Mónica se acercó tratando de tomarla de la mano, pero la niña la rechazó dando un paso hacia atrás sintiéndose insegura. Dirigió su mirada hacia Clarissa y le extendió su manita.
—¿Me ayudarías con ella? —pidió.
Entonces Clarissa, la tomó de la mano y caminaron juntas hacia el dormitorio. Le dio un recorrido por la amplia habitación pudiendo ver las cinco camas que había ahí, además de un lugar en donde había juguetes.
Sacó un cambio de ropa, una toalla y unas sandalias para poder ingresarla a la ducha. Le costó un poco de trabajo lograr que aceptara entrar, al igual que hacerla que le diera su muñeco, tuvo que meterlo y dejarlo a la vista de la pequeña, para que comprendiera que nadie se lo iba a quitar.
Después de un baño y ayudarle a ponerle un pijama y unas pequeñas pantuflas la llevó al comedor, en dónde observó a Fernando sosteniendo al fruto de su amor, charlaba con su tío Hugo, su corazón dio un brinco de agitación al verlo ya que durante la semana él había salido de viaje de negocios y era en ese momento cuando se reunirían nuevamente, sonrió emocionada.
Las demás niñas ya seencontraban sentadas recibiendo sus alimentos, sentó a la pequeña para que lesirvieran. Emily se acomodó sosteniendo con una manita a su bebe y con la otraintentaba comer. Entonces Clarissa decidió quedarse a ayudarla.
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Hola queridas amigas.
Lo prometido es deudo y aquí les dejo un pedacito más de Clarissa y Fernando. Esperando que sea de su agrado este pequeño cuento de navidad. Dejándoles un mensaje de amor incondicional.
Saludos con cariño.
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Un Hogar para Emily
Short StoryFernando y Clarissa son un matrimonio que gozan de ayudar como benefactores, en la casa hogar en donde ella da clases de ballet clásico desde hace un par de años. En la actualidad viven el mejor tiempo en sus vidas, disfrutando de su pequeño hijo, q...