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-Te lo dije.

Eso fue lo primero que dijo el pelinegro al abrirle la puerta de su casa. Dándole una mala mirada lo dejó pasar al interior de esta para después cerrar la puerta con algo de fuerza denotando su enojo.

-Te odio, en serio lo hago Takata Mashiho.

-Se que me amas, además, me lo agradecerás después. No todos los días tienes la oportunidad de besar a uno de los chicos más guapos del instituto - Sentenció con una sonrisa burlona en su rostro.

Aun que no lo admitiera, cosa que nunca haría y menos en frente de Mashiho, tenía un pequeñísimo, gran, crush con el alto, pero mirara donde lo mirara ¡El chico era perfecto! No sólo era una de las personas más hermosas con las que pudo toparse en toda su vida, sino que también su personalidad era un completo encanto, el chico era un ángel y no pudo evitar caer a sus pies sin más.

-En serio te odio, de cualquier persona en el instituto, tenía que chocarme con Song ¡Con el mismísimo Song MinGi! ¡¿Cómo es eso posible?!

En su frustración se dejó caer tal costal de papas en el sofá de la sala de estar, mientras que el pelinegro buscaba algo que pudiera comer en la cocina del peliazul.

-Vamos, no es para tanto, sólo es un beso y ya - Dijo mientras su cara se encontraba dentro del refrigerador aún en su búsqueda por saciar su hambre.

“Un beso y ya” Si claro, como si fuera tan sencillo.

Tomando un cojín del sillón lo estampó en su cara ahogando un grito de frustración, mientras que en el rostro de Mashiho se formaba una sonrisa divertida.

Sintió que el mueble se hundía un poco a su lado, suponiendo que su amigo se había sentado ahí. Soltando un bufido destapó un poco su rostro encontrando al menor comiendo un emparedado tranquilamente. Se reincorporó en su sitio cruzándose de piernas y mirando al contrario con el ceño fruncido.

-Bien, según tú ¿Cómo haré para besarlo?

El contrario se encogió de hombros y siguió comiendo de su emparedado sin inmutarse mientras en la cara del mayor se instalaba una mueca de incredulidad mezclada con enojo. Levantando el cojín que estaba entre sus manos lo estrelló varias veces en el cuerpo del pelinegro ignorando sus quejas.

-¡Está bien! - Gritó para que el peliazul dejará de golpearlo -No sé, sólo intenta acercarte a él. No es como si fueran desconocidos ¡Conquistalo con tus encantos! - Al terminar guiñó en dirección al mayor, sacándole una pequeña risa pero dejándolo con una gran duda.

-¿Qué encantos? - Preguntó.

-Ay querido HongJoong hyung, puede que tengas cara de mamón, pero eso no significa que no tengas encantos. Eres lindo a tu manera - Se encogió de hombros.

Y ahí murió el tema. Entrada la noche, minutos después que el pelinegro abandonara su casa, se encontraba acostado en su cama mirando directamente a su ventana, donde podía observar el hermoso cielo despejado y bañado de estrellas.

Las preguntas viajaban de un lado a otro por su mente, dejándolo nervioso sobre lo que haría.

“Con suerte y puedo hablarle, ¡¿Cómo podría intentar besarlo?! Es una completa locura”

Gruñó molesto escondiendo su rostro en su almohada con fuerza. Dormiría mejor y después podría preocuparse por su ahora nuevo "Problema".

-Maldito gnomo de jardín, me las pagarás.

Y con ese último pensamiento en mente, sucumbió ante los encantos de Morfeo, sumiéndose en un profundo sueño acompañado de una linda sonrisa y rojos rizos.

𝗘𝗹 𝗿𝗲𝘁𝗼 𝗱𝗲𝗹 𝗯𝗲𝘀𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora