Lys
Las cicatrices pueden transformarse, pero jamás van a desaparecer. Su forma, su color, su textura cambia a medida que pasan los años. Con el tiempo se convierten en un dolor sordo, en un recuerdo de una época teñida por la nostalgia. Son un constate recordatorio del monstruo que alguna vez fuiste.
Mis cicatrices son azules. Violetas. Rojas. Verdes.
En realidad, son los focos que están sobre mi cabeza los que hacen que mi antebrazo parezca un arcoíris. Si pudiera elegir un color, sería que mi piel permaneciera roja, así como las veces en que deslizo la...
–¿Quieres tomar algo? –exclama Anouk por sobre la música de la disco. Su voz ha logrado sacarme de mi turbio ensimismamiento.
Tan pronto como quito la mirada de mi brazo, sacudo la cabeza para indicarle que podemos seguir bailando.
Esta noche es distinta, especial. No solo se debe a que ya me he tomado más de dos vasos con vodka, sino al hecho de que Anouk logró convencerme de salir del piso que compartimos. Según ella, ya me estaba convirtiendo en una ermitaña que lo único que hacía era trabajar, comer y dormir. Ya casi había olvidado lo que era salir a bailar y sentir el roce de otros cuerpos contra el mío. Percibir el olor a sudor. Beber hasta no saber distinguir un color de otro. Observar las manos de desconocidos deslizarse por los rincones escondidos de sus cuerpos. De mi cuerpo.
Extrañaba esto.
Siguiendo el ritmo de la música, deslizo la punta de los dedos por mis caderas mientras que echo la cabeza hacia atrás. El movimiento me resulta tan erótico que no puedo evitar cerrar los ojos por unos cuantos segundos. El placer me consume. Una vez que los abro, la imagen de una pareja besándose apasionadamente se desarrolla a solo unos pocos metros de mí.
Una sonrisa de oreja a oreja se dibuja en mi rostro.
Le echo un vistazo a Anouk, para ver si ella se ha percatado de la pareja de universitarios que no paran de manosearse. Sin embargo, mi amiga parece estar demasiado distraída mirando a una chica de cabello rosado.
–¿Por qué no le hablas a esa chica? –intento susurrarle en el oído, pero termino gritándole.
–¿Y tú? –sus ojos azules me observan con preocupación. De seguro no quiere dejarme bailando sola en medio de la pista.
–Me quedaré bailando –la tranquilizo al mismo tiempo que esbozo una media sonrisa. O, al menos, así es cómo creo que mis músculos se han movido. Con tanto alcohol es difícil saber a ciencia cierta.
–¿Segura? –insiste mi amiga, y yo ruedo los ojos.
–Tienes mi permiso para traerla a casa –subo y bajo las cejas repetidas veces, para así darle a entender que esta noche no tengo problema en escucharla gemir a través de las paredes de nuestro apartamento.
–Eres la mejor, Lys –se acerca para darme un beso en la mejilla–. Y tú también sabes que puedes traer a alguien a pasar la noche –me asegura, pero ambas sabemos que si eso no ha sucedido en los últimos años, entonces no sucederá ahora.
Anouk se va a conquistar a su chica y yo me quedo bailando sola.
Y esta la oportunidad perfecta para prestarle especial atención a la pareja.
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Castígame
Romance¿Puedes enamorarte de quien te mantiene atada en su sótano? Cuando Lys vio la sangre deslizándose por su brazo, se prometió que jamás se volvería a hacer daño. Pero años después continúa acumulando cicatrices por todo su cuerpo. Y es que, paradójica...