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Enamorarme de ella nunca fue mi idea, ni siquiera cruzaba por mi cabeza, es decir, ¿una relación entre dos mujeres? fuera del ámbito social, imagínense la cantidad de hormonas y cambios de humor que tendríamos en ésa relación, ¡puff! Ni que decir de los cólicos y los días de la bendita regla femenina, ¿quién de las dos podría hacer las cosas de casa si estaríamos paralizadas en cama? Pero aún con todo esto, caí.

Aquel lunes ella seguía siendo una extraña, si acaso había escuchado el referente a su existencia la noche anterior cuando la unieron al grupo en el que estaba toda mi secta de amigas, pero solo eso. Ese lunes se había armado rápidamente un plan para encontrarnos con una amiga que regresaba a la ciudad a una de sus últimas terapias, ¿qué amiga? no importa, lo que importa es que fue el motivo para juntarnos, o quizá la culpable fue la otra conocida que la invitó a Ella para acompañarla al encuentro con la lisiada, ¡oh descuiden! así no llevamos de pesado, el accidente hizo que incluso fuera más dura con la tal enfermita en recuperación, pero esa ya es otra historia.

En fin, nos reunimos en el punto acordado, un restaurante de cadena desconocida, no estoy segura si regional o no, pero al fin y al cabo lo único que me gustan de ahí son sus micheladas y papas en gajos. Invite a una prima para que fuera a distraerse también un rato, nos sentamos y ordenamos; en cuestión de unos minutos entro ella, la mujer que me cambiaría el mundo, no lo supe de inmediato porque en realidad no lo creí posible. Fue presentada ante la jodida anfitriona de la reunión, disculpen no suelen gustarme las groserías, pero en serio mi amiga estaba molidísima; después ella misma se anunció ante los demás, se acercó saludando uno a uno y por último conmigo; hoy en día dice que fue apropósito el dejarme hasta el final, dice que llamé su atención, que quería conocerme, que mi sonrisa robó su atención aunque yo le doy más razón al buen escote que traía esa noche, bueno, saquen sus propias conclusiones.

No haré muy larga la historia, la plática simplemente fluyó, de hecho más que fluir se volvió mar, casi al terminar la velada se había convertido en un océano donde solo ella y yo flotábamos, el resto de la mesa se nos había perdido, en momentos se aparecían como pequeñas gaviotas perdidas en alta mar añadiendo comentarios, los cuales admitíamos a la conversación claro, pero realmente la plática fuerte la traíamos ella y yo, los temas y manifestaciones interesantes los dábamos nosotras. Esa noche fue en verdad maravillosa, había conocido a una niña, sí, una niña porque yo tenía 26 y ella apenas 19, pero una niña con el pensamiento de un adulto, una teenager con ideas claras sobre ciertos temas que ni siquiera yo había logrado asentar todavía. Ella de plática y personalidad amena, sin mencionar la posesión de un físico deleitable, prácticamente un regalo del cielo bien hecho y derecho; logró irónicamente que por éstas mismas cualidades se anulara mi buena intención de hacerle saber que me había sorprendido con su forma de pensar, que me hubiera encantado seguir platicando para conocer el trasfondo de esa mentalidad; pero ¿por qué? porque la idea de que ella fuera a malinterpretar la situación y que pensara que yo era otra que se unía a la fila de esas tantas personas que previamente se le habían declarado de una y mil formas me hizo desanimar, realmente me habría sido gustoso levantar su autoestima, no su ego, así que mejor silencié mis pensamientos, sonreí y me despedí educada y agradecida por la buena compañía y el buen rato.

Llegó el martes y nada; pero el miércoles el alboroto en el celular no pudo más, en el grupo de mis amigas todas nos hacían carrilla a las dos, decían que la habían visto babeando esa noche por mí, que se quedaba ida en mis labios y que yo ni enterada estaba. A la fecha lo dudo, pero bueno "aléguenle a los ampáyers", al final de ese día le hablé por conversación privada disculpándome por el montón de buitres en que a veces se convertían las chicas y que si algo de eso le molestaba las haría callar, porque al ser ella la nueva del clan, no me gustaba la idea de que se alejara con una mala impresión de las personas más lindas y alocadas de la ciudad que se juntaban en ese chat.

Jueves, puedo decirles que mi ella, mi adorada, hizo y deshizo cielo, mar y tierra con tal de verme; se elaboró todo una estrategia que incluía a algunas de las chicas del grupo con tal de atraerme a esa salida en conjunto, no caí en la trampa pues yo ya tenía otra salida planeada más tarde, me interesaba descansar un rato más antes que desvelarme mucho esa noche y tener que trabajar temprano al día siguiente. Pero entre su insistente pregunta de sí iría o no al dichoso destino, fui yo la que cuestionó y dije "¿quieres que vaya por ser yo, o quieres que vaya para hacer bola?", su respuesta fue sincera y contundente "quiero que vengas por ser tú", ¡anda pues! ésta diosa me estaba buscando... un, dos, tres y ya estaba cambiada, maquillada, peinada y en camino.

Lo que sucedió en ese bar sólo puedo describirlo de la siguiente manera: al lugar arribó una cazadora experta que no supo en que momento fue convertida en presa, por primera vez alguien supo rastrearla, encontrarla y atraparla. Tan solo hizo falta un beso, pero no un beso cualquiera o uno robado, ¡no! peor tantito, fue un beso solicitado; ella que sabía que podía sustraerle besos a quien le complaciese me lo estaba pidiendo a mí, esperaba una respuesta de mis labios para poder avanzar y aunque no especificaré los segundos que pasaron entre ese momento y el resto, debo admitir que el beso si sucedió. En ese instante el estallido en mis adentros fue lo suficientemente ardoroso, que supe que había caído ante ella, en ese momento sentía una flecha atravesando mi alma. Yo había sido cazada.

Viernes, después del turno en mi primer trabajo la pasión entre nosotras se desbordó insólitamente, no comí nada, en realidad el único receso que tuve entre nuestro desenfrene y el resto de la dichosa visita, fue el tiempo que tarde en ir y regresar de una reunión de mi segundo trabajo, al regresar nos decidimos a ver película, válgame cualquier excusa era buena para verla.

Sábado, su mamá llevaba dos días hospitalizada por picadura de araña, lo bueno que con notable mejoría. Esa noche solo la visite unas horas para que pudiera descansar, porque al parecer mientras yo trabajaba, ella cuidaba a su madre.

Domingo, su familia de Estados Unidos llegó de improvisto para llevársela a ella y a su madre que ya la habían dado de alta muy temprano por la mañana, al pueblo del que provenían, lo único que pudimos hacer fue mandarnos mensajes y hacer una que otra llamada. Por unos comentarios entendí que se quedaría hasta el martes de esa semana en aquel sitio, pero cuál fue mi sorpresa al siguiente día cuando en uno de sus mensajes me escribió que eligiera "una comida".

Lunes, su mensaje preguntando qué quería comer y dónde lo quería hacer me trajo pensando horas, solo elegí la comida y ella me sorprendió con el local, ahí fue nuestra primera cita solas y nerviosas, sin poder comer de la emoción que implicaba estar cerca una de la otra. No recuerdo en que momento los planes se hicieron y de estar comiendo en un restaurante fui a dejarla a su casa para que se bañara, pues de mi trabajo donde por cierto me llegó con un arreglo de siete rosas, "una por cada día de conocernos" detalló ella, nos habíamos ido directo a comer.

Llegando yo a mi casa igualmente me bañe, cambié y alisté solo para volver por ella a su casa, recogerla y pasar el resto de la tarde en los bolos con mis primos y la noche de antro con mis amigos, al fin y al cabo era la Noche del Grito de Independencia; ¡y que grito dimos! cuando al regresar de la calle y entre las paredes de su habitación nos entregamos en amor puro, recalcaré en lo puro, porque en algún momento de la semana previa un sentimiento se forjaba junto con cierto desconcierto. Algo que en cuestión de segundos sería resuelto cuando ella sin vacilación en sus palabras, voz segura, un cuerpo pacífico y pupilas bien fijas en las mías me dijo "te amo", ahí supe que el estremecimiento que sentía no era más que el amor incontenible que le tenía, algo paso en una semana que sin darme cuenta yo comencé a amarla, solo me faltaba declarárselo. Mi respuesta fue inmediata: "te amo" le dije.

Martes, fue hasta en la madrugada que regresé a mi propia casa, ya la fiesta nacional había terminado tanto en las calles como en la habitación. Yo debía trabajar y en realidad solo tuve treinta minutos de descanso. Me levanté, volví a bañarme, me arreglé y me fui a trabajar. ¿Resumo más esto? está bien, ese mismo día ella me pidió ser suya y acepte, ¡sí! a una semana de conocernos le di el primer sí.

Han pasado cinco años desde esa revelación de siete días, nuestra vida se entrelazo aquella noche lejana en que nos presentamos de nombre y se fusionó la mañana que se consumó nuestro matrimonio.

Tener una relación con otra mujer en serio que flojera pues son muchas hormonas, aunque eso sí, nuestro guardarropa se expandió como tres veces lo normal; pero lo único que concluyó y que puedo decir gozosa y orgullosa al final de todo es que gracias al universo, simplemente sucedió.

SucedióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora