Prólogo

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— ¡Miller! —, corrí a más no poder por los pasillos del instituto intentando alcanzar a Miller, pero el parecía no haber notado mis llamados desesperados tras sus espaldas, — ¡Miller por favor! —, apenas pude susurrar entre jadeos mientras me detenía un poco cansada, necesitaba mejorar mi condición física urgentemente, me recosté sobre los casilleros aún tratando de recuperar un poco la respiración, giré mi cabeza en dirección a Miller quien caminaba relajadamente con sus amigos.

Noté que paró a saludar a uno de sus compañeros de fútbol e intercambiaron palabras, me di cuenta que el chico me señaló con una sonrisa de burla y finalmente Miller volteó a verme, se despidió de sus amigos con un puñito y empezó a caminar hacía mi con una sonrisa plasmada en su rostro.

— ¿Qué pasó pequeña Maddy? ¿Cansada? —, dijo con ese tonito de burla que él sabe muy bien cuanto detesto así que me limite a mirarlo mal, se rió y sacó una botella de agua de su mochila y me la pasó, literalmente se la rebate de las manos y empecé a beber de la botella como que si no hubiera un mañana.

— Te estaba llamando —, le reproché limpiándome un poco los labios ya que me había quedado un poco de agua en las comisuras, — creo que todo el instituto se enteró menos tu —, volteé los ojos y él se encogió de hombros.

— No escuché.

— Ya lo noté —, bajé la mirada y empecé a jugar con la botella de agua que tenía entre mis manos un poco nerviosa, — yo... yo te quería pedir un favor —, el puso una cara para que siguiera hablando pero no sabía cómo soltar las palabras de mi boca, — sabes que mi tío Richard se casará este fin de semana y te quería pedir que me acompañaras a su boda —, apreté los labios y antes de que dijera una sola palabra volví hablar, — pero como mi novio.

El alzó una ceja aún mirándome con burla, tenía que aceptar, tenía que hacerlo, no sé por qué me pongo tan nerviosa preguntándole si claramente me tiene que decir que sí, me lo debe, y él lo sabe.

Puso una mano en su barbilla y miró al techo como si estuviera pensándolo, — ¿Por qué haría eso?

Volteé los ojos y le di un pequeño manotazo en el hombro, — No preguntes, solo… solo finge conmigo.

Finge ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora