Capítulo 1. Quizá

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Me encuentro sentada al borde de la cama pensando en aquellos días en que disfrute de tu presencia y hoy solo me queda esto, miro la carta que sostengo aun con lágrimas en el rostro después de haber perdido a mi primer amor, intentando explicarme como cada mañana al abrir los ojos el no puedo verte acostado a mi lado, tocar tu cabello negro, acariciar ese pequeño lunar que tienes en el cuello y apreciar esos carnosos labios que una vez me dijeron "salang haeyo" bajo la lluvia de septiembre en Corea, te extraño no sabes cuánto, han pasado dos años, cuatro meses, un día y un minuto desde que todo acabo, quizá nos precipitamos, quizá nunca fue amor, quizá nuestro destino nunca fue encontrarnos, los quizás ahora deambulan por mi cabeza una y otra vez en tantos sentidos que he tenido que medicarme porque me son insoportables estos pensamientos, no quiero verte aunque lo deseo, me lastima, sin embargo, como todas los días me levanto de esta cama, seco mis lágrimas y continuo viviendo, sintiendo y aprendiendo que los quizás son simplemente una divergente que complementa la variabilidad del universo.

- Buenos días -. Susurro aun somnolienta a Geybriel quien me observa con dulzura sorbiendo su café.

- Buenos días dormilona, volviste a casa – dice levantándose para atenderme, - café, ¿verdad? – apenas dice mientras sirve en mi taza favorita, Gey tiene una don especial con el café, lo hace exactamente como me gusta, creo que en parte por eso es mi mejor amigo.

- Café – afirmo mientras le veo – ¿lograste escribir el verso que te pedí? – bostezo estirándome en el asiento, coloca la taza en frente y se sienta.

- Aun no, tengo muchas ideas, pero no sé cómo plasmarlas de forma ordenada – se acerca haciendo una expresión tierna, - ayúdame. – su voz delgada y dulce como un puchero, me quiebro – por favor – se aproxima un poco más.

Miro con dulzura y dando un sorbo al café – solo si me das espacio, –  sonrío sin mostrar los dientes y continuo – por favor – se aparta y me mira.

- Gracias, tu sabes que te amo – dice suavemente, aparta la mirada y continúa demorando su desayuno de huevos con salchichas.

- Lo sé, - susurro después de un rato observando por la ventana frente a mí, está lloviendo las gotas se resbalan rápidamente, apenas se puede mirar la hermosa vista de Madrid, llevamos un tiempo aquí pienso vagamente, extraño mi familia.

- ¿Iras hoy nuevamente al estudio verdad? – me dice Geybriel con un tono suave, sacándome de los pensamientos repentinos que solo dejan aun más vacío mi pecho, apenas puede pronunciar porque tiene la boca aun llena, - actualmente solo vives allí, - bebe de su café y continua – se me hizo raro verte llegar esta madrugada, debes sentirte mejor para volver aquí – me mira expectante, esperando una respuesta o algo más.

- Si, - la respuesta es tan cortante que sentí lo incomodo que se torno el ambiente – me prepararé debo terminar la canción, aun no me convence el estribillo, quiero que sea perfecto. – pronuncio seria sin mirarlo, me levanto del asiento con dirección al fregadero mientras termino el café. Sinceramente no quiero continuar con la conversación y estoy segura que Geybriel sintió lo mismo.

- Todo lo que haces es perfecto – me dedica una sonrisa dulce, lo sé porque le veo de reojo, - te admiro profundamente – continua, pero se detiene como recordando algo desagradable – solo no quiero que te enfermes otra vez – siento la sinceridad y tristeza que emana de esas palabras.

- No pasará – lo volteo a mirar para reafirmar lo que acabo de decir, - no te preocupes – sonrió débilmente.

- Está bien, - devuelve la misma expresión que le he dado – ¿salimos a comer esta noche? – susurra energéticamente de pronto – yo paso por ti al estudio

AmidiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora