Luo Binghe amaba a su esposo: Shen Qingqiu.
O —más bien— amaba a Shen Yuan.
Ese era el verdadero nombre de su marido.
Los años transcurrieron en un instante.
Durante la primera estación del año compartían la suave brisa de cada una de las primaveras que iban y venían. En el verano pasaban las tardes descansando ociosamente en la entrada de la casa de bambú y era en inverno que escuchaban el sonido de la lluvia mientras las nubes se dispersaban y ambos se acurrucaban dentro de una manta al tiempo que miraban caer la nieve del cielo —misma que cubría de blanco el bosque de bambú—.
Recientemente Shen Yuan había decidido contarle los secretos que guardaba tan celosamente, dándole la bienvenida a su pequeño mundo clandestino.
Todos esos años Luo Binghe había sido consiente que su esposo le ocultaba algo. Sin embargo confiaba en él lo suficiente como para esperar a que le dijera la verdad cuando estuviera listo.
El día que Shen Qingqiu le abrió su corazón y le reveló sus pensamientos había estado lloviendo —quizá porque los cielos sintieron el torbellino de emociones que se arremolinaban en el interior de Shen Yuan convirtiendo el firmamento en un reflejo de su corazón—.
La usual inexpresividad en el rostro del inmortal desapareció por completo dándole a Luo Binghe la oportunidad de admirar una nueva —y bella— faceta.
Los artistas a menudo creen que el arte es dolor y que —por esa razón— el dolor es algo sumamente hermoso.
Luo Binghe nunca entendió ese sentimiento hasta el día en que su Shizun —su esposo, su Qingqiu— se quitó el velo imperturbable de la cara y reveló ante él una belleza devastadora en cuanto una expresión conflictuada apareció en su rostro.
Sentimientos de dolor, culpa y alivio cruzaron por sus etéreas facciones como si se trataran de mil luciérnagas.
Cada uno de los sentimientos expuestos —y tan raramente mostrados— dejaba ver una luz efímera a través del lienzo que era el rostro de su marido y —a pesar del cúmulo de emociones que se reflejaban en sus ojos— su voz se mantuvo estable mientras desnudaba su corazón y su alma frente a Luo Binghe.
Los cielos realmente habían estado escuchando cada uno de los secretos susurrados puesto que —en cuanto terminó de contarle el último de ellos— el firmamento se despejó y los pájaros cantaron una vez más, inundando con su melodía el bosque de bambú.
Luo Binghe creía firmemente que su marido era un hada disfrazada que encantaba sin esfuerzo a todas las criaturas que se cruzaban con él gracias a su inocente ignorancia ya que el ser completamente ciego ante las evidentes muestras de adoración que recibía hacían que Shen Yuan fuera aún más perfecto a sus ojos.
Shen Yuan era el nombre real de su marido y —si bien su esposo detestaba a la misteriosa entidad que lo había traído a su mundo— no se arrepentía en absoluto de lo que el "Sistema" había hecho.
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¿NO BAILARÁS CONMIGO?
FanfictionShen Yuan finalmente le dice toda la verdad a Luo Binghe y le habla sobre su vida anterior y su mundo de origen. Como sugiere el título Shen Yuan le enseña a Luo Binghe a bailar y los dos disfrutan de una danza bajo la luz de la luna siendo el bosqu...