2 a.m y seguia tan despierta como si se tratara de un día bastante productivo o como si no tuviera que levantarse temprano ese mismo día para salir a buscar un jodido empleo que fuera capaz de sostener sus necesidades básicas.
Con el poco dinero que llevaba en su bolsillo una vez que arribo a Corea pudo pagar un mes de renta del triste y maloliente departamento donde se encontraba viviendo ahora, también compró algunos alimentos para poder sobrevivir su primera semana sola, pero no era suficiente. Las cosas empezaban a escasear y quedarse con los brazos cruzados esperando por un milagro no era su mejor opción en el momento.
Chou Tzuyu, recién egresada de la universidad creyó que encontraría mejores opciones o una mejor calidad de vida en otro país diferente al suyo. Quizás había caido en el idealismo de que en Corea todas sus metas se cumplirían apenas y pusiera un pie dentro.
Rodó sobre la cama mordiendo su labio y cerró sus ojos con fuerza, tratando de conciliar el sueño. Pues de no ser así tendría que salir por la mañana con un aspecto bastante mal, eso solo sería un motivo mas para no ser tomada enserio.
Eran pocos los días en Corea, pero empezaba a perder cualquier tipo esperanza para lograr ser una persona independiente, sobre todo después de su tercera entrevista de trabajo rechazada. Todas terminaban con un te llamaremos luego una manera sutil de decir no tienes el trabajo, chao.
— Debí haberme quedado en Taiwán —lloriqueo en un susurro, mirando por la ventana la hermosa media luna que se adueñaba de su patética noche.
Resoplo y se reincorporo en la cama, quedando sentada al borde de esta, aún con su mirada puesta en el peculiar color de aquel satélite. Lejos de tener el deseo de seguir intentando dormir, tomó un abrigo que estaba en el suelo de su habitación al igual que sus llaves, siguiendo el camino por las escaleras hacia arriba. ¿Su destino? La azotea del edificio.
La vigilancia del edificio era una completa basura, lo confirmó cuando observó al guardia dormido en una vieja silla al lado de la puerta que estaba entreabierta. Con cuidado y sin hacer ningún ruido cruzó por su lado sin mucho esfuerzo.
Su cabello revolotea junto a la fresca brisa veraniega que la recibió estando ahí, sus brazos abrazaron su torso en un intento por retener su propio calor corporal.
Camino por la superficie, sintiendo algunos pedazos de escombro bajo sus pies que la hacían tropezar en repetidas ocasiones hasta que llegó al borde. Tzuyu nunca fue de tenerle miedo a las alturas, por lo que ver hacia abajo fue por mera curiosidad.
Soltó un suspiro y alzó la mirada de nuevo sonriendo de lado, pues la vista hacia la luna era mejor desde lo alto y de alguna manera el lugar le tranquilizaba.
— Hey —una suave voz a sus espaldas llamó su atención, giro levemente mientras su ceño se fruncia y sus labios se torcian. No había notado la presencia de alguien más.— ¿Piensas saltar?
Tzuyu presionó sus labios y negó.
Escucho una pequeña risa y la silueta empezó a acercarse a ella, sus labios se abrieron a la par que el rostro ajeno se reveló ante sus ojos.
— ¿Problemas de insomnio? —cuestionó de nuevo, parándose a su lado.
— Algo así... —titubeó y trago saliva con dificultad.
La chica era demasiado hermosa, mejillas ligeramente rellenas, labios gruesos y hermosos ojos que brillaban con la destellante luz de la luna.
— Mi compañera trata de aprender piano para impresionar a alguien —relato en un rezongo— es una mierda, no me deja dormir y ambas sabemos que esa chica jamás estará con ella, es terriblemente hetero... Pero aun así, lo sigue intentando.