capítulo uno.

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—¿es todo por hoy?

levantó la vista de la laptop para encontrarse con la espalda de mikey. el mismo estaba parado frente a un ventanal, observando el cielo nublado; algunas gotas caían ligeramente, se trataba de una llovizna.

—es todo, puedes irte.

afirmó el de cabellera blanca.
kokonoi sin perder el tiempo cerró la laptop y se retiró de esa oficina, sintiendo que su espalda se partía pese a que, dentro de todo, tenía una buena postura.

¿o tan buena no era?

—¿dónde está mikey?

le preguntó ran, a quien acababa de cruzarse en lo que iba al ascensor para bajar y abandonar el edificio.

—en su oficina.

respondió. el mayor de los haitani no contestó, directamente fue a buscar al líder de bonten.
subió al ascensor, apretó el botón de la planta principal y luego de unos segundos, se encontraba allí, saliendo por la puerta principal.

eran las once de la noche, bastante tarde, pero manjiro lo necesitó para cerrar unos negocios importantes.
¿qué es lo que querrá ran a esa hora?, se preguntó. los haitani eran más de estar en clubes o prostíbulos a esa hora, raro era que estuviera en el edificio de bonten.

pero bueno, asunto suyo no es. tampoco le importaba.

un vehículo estacionado lo esperaba. fue a paso tranquilo hacia el, sintiendo que la llovizna lo mojaba.
al subirse no necesitó brindar la dirección, el chófer conocía perfectamente su destino.

—¿esta noche necesita que lo espere, señor hajime?

—no, puedes marcharte.

—entendido, gracias.

durante los próximos veinte minutos estuvo sumido en un viaje silencioso. lo único que escuchaba eran las gotas de lluvia caer en el vehículo negro, lo cual ciertamente era relajante.

—hemos llegado.

anunció el hombre, estacionando frente a una casa.

—ten, tómalo como propina.

le dijo, sacando de su bolsillo dinero.
estaba de humor, porque que hiciera frío y lloviera significaba una sola cosa que amaba muchísimo.

—¿de verdad?, es usted muy amable señor hajime, que tenga una buena noche.

—igualmente.

una vez el sujeto agarró los billetes, kokonoi bajó del auto, dirigiendose a la puerta principal. golpeó con sus nudillos unas tres veces y se quedó esperando no más allá de diez segundos.

—¡koko!

exclamó felizmente la chica, queriendo tirarse encima del peliblanco, pero cuando se percató de que su ropa estaba manchada de pintura, retrocedió.

—no seas tonta, (n), sabes que no me molesta.

dijo, acercándose para envolverla en un abrazo.
la fémina correspondió, sintiendo la alegría recorrerle de pies a cabeza. amaba tener a hajime con ella, su presencia la iluminaba.

—ven, pasa.

tomó al chico de la mano y lo hizo ingresar a la casa, cerró la puerta detrás de ellos para luego avanzar hacia la sala, siendo seguida por kokonoi.

—¿qué tal vas con eso?

le preguntó, curioso, observando los frascos de pinturas esparcidos en el suelo, algunos pinceles, hojas hechas un bollo. la chica era un auténtico desastre y aún así, ante sus ojos era la obra de arte más preciosa.

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⏰ Última actualización: Nov 19, 2021 ⏰

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