Hay un tipo de dolor que no te hace llorar. Es como una pena que te vacía por dentro y te deja pensando en todo y en nada al mismo tiempo, como si ya no fueras tú, como si te hubieran robado una parte del alma.
Aún sintiendo eso, tienes que volver a hacer una vida normal y no lamentarte sabiendo que ya nada volverá a ser como antes.
Al entrar en la residencia puede contemplar la especie de castillo en el que iba a vivir por más de un año.
Las paredes de piedra y el techo abovedado te daban la sensación de estar en un castillo, pero ese era el máximo parecido, ya que todas las instalaciones eran de última generación y los estudiantes que rondaban por allí vestían la ropa más cara y moderna que jamás había visto.De lejos vi a un chico moreno que hacía contraste con los demás. En vez de ir con ropa perfecta iba solo con unas calzonas y sin camiseta, debido a que seguramente acabaría de terminar de jugar al fútbol.
—¡ISMAEEEL!—gritó dirigiéndose hacia mi. haciendo que los estudiantes que se encontraban en la sala se asustaran al oírlo.
—¿Piensas hacerme un estrictis de bienvenida?—Le pregunté nada más llegó a mi lado.
Rodri se mordió un labio y se tocó su abdomen lentamente, intentando hacerse el sexi.
—Para ti, lo que quieras.—Bromeó.Al lado nuestro pasó un grupo de chicas mirándonos con cara rara al escuchar nuestra conversación.
Esta gente no tenía nuestro humor.Rodri y yo somos como hermanos. Toda mi vida la he pasado junto a él, y no hay un solo recuerdo en el que él no esté presente.
—¿Cómo estás, tío?—Me preguntó a la misma vez que chocábamos los puños.
—Se podría estar mejor.—Le respondí bromeando.
—Jack,—Empezó a decir Rodri preocupado—has tenido más de un año para darte cuenta de que no fue tu culpa, además...
Ya empezaba otra vez con la misma historia, y eso era lo que más odiaba: que mi mejor amigo me mirara con cara de pena cada vez que pensaba en lo ocurrido hace un año.
—Si ya lo sé, es solo que cuesta asimilar tantas cosas de golpe.
—Pero...
—Bueno, ¿donde se encuentra el vertedero donde viviré?—Dije con una falsa sonrisa intentando cambiar de tema.
—Mi habitación tampoco está tan mal.—Dijo ignorando el cambio repentino de tema.
—Habrá que verlo.
Por lo visto Rodri solo había venido a darme las llaves de la habitación y darme algunas indicaciones con la excusa de continuar entrenando, por lo que tuve que arreglármelas solo.
Su habitación, en la que me iba a quedar, se encontraba en el segundo piso, con lo cual pude subir las maletas fácilmente.
Cuando entré pude notar un olor a sudor que hacía que quisieras irte de allí, por lo que antes de fijarme en nada más, busqué la ventana más cercana y me dirigí a abrirla.Me quedé mudo al ver las vistas a la que daba nuestra habitación: Un contraste perfecto de la ciudad y el bosque, puesto que Westbury era una preciosa ciudad rodeada de bosques.
Cuando el olor disminuyó, pude observar la habitación detenidamente.
Era una habitación grande con paredes blancas y muebles negros que daban una sensación de ser más grande de lo que en verdad era.Estaba dividida en dos partes, una con muchos objetos colocados sobre el escritorio, una cama un poco desecha y muchos libros sobre las estanterías, y otra parte vacía, es decir, con una cama, escritorio y estanterías pero sin nada que indique que esa parte pertenece a alguien, por lo que supuse que era la mía.
Cogiendo mis pertenencias para colocarlas en los muebles, me fijé en la W tatuada en mi brazo derecho, y toda la alegría que hasta ahora llevaba se me apagó.
Todavía no estaba preparado para hacer una nueva vida.
Pero si no la empezaba ahora, después sería más complicado.
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Más allá del dolor
Teen FictionNunca nadie dijo que el dolor se siente como el miedo; la misma tensión en el estómago, el mismo desosiego... Con ese sentimiento tuve que aprender a vivir, pero no es tan fácil como parece, y menos si los recuerdos me atormentan nada más siento al...