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Subió las escaleras hacia la otra planta, al ver como todo estaba tan solitario y calmado ahí arriba, dió un gran suspiro y comenzó a desvestirse sólo de la parte de arriba.

Ya no aguantaba estar así, quedó sin camisa y decidió que así regresaría a su casa.

—¿Teniendo problemas? —una voz desconocida provino detrás de su espalda, erizando completamente su anatomía causándole desconfianza.—

Volteó temiendo que no fuese su amigo o peor aún, el dueño de la casa.

Y una vez más, Hyunjin pudo volver a observar aquellos magníficos ojos y ahora de más cerca, estaban más brillantes que antes, y para su suerte sólo lo miraban a él, a nadie más.

—Ah... yo... esto.. —rápidamente comenzó a cubrirse con sus brazos la delgada y suave piel blanca de su torso—. Mi disfraz se mojó...

Se detuvó a observar al contrario comprobando
que era el pelirrojo de antes, y en efecto, lo era.
Al parecer tenía un disfraz que le sentaba perfectamente bien, un vampiro, ni si quiera parecía que había hecho el intento para parecer uno, inclusive por un momento dedujo que era el mejor disfraz de la noche.

—¿Necesitas ayuda? Puedo conseguirte ropa si deseas—. comentó acercándose al pelinegro y esté solo se limitó a cubrirse con más fuerza su pecho sudado y agitado.

—¿Puedes? ¿V-vives aquí? —Interrogó tragando saliva.

—No, pero puedo robar una playera para ti—. dijo tocando el hombro desnudo del ojinegro.

Al sentir su tacto, Hyunjin, comenzó a tener escalofríos, pues la mano estaba completamente fría. Como si de un muerto se tratase.

-S-sí gracias.. —tartamudeó dudando si estaba bien hacerle caso al desconocido.

Aún petrificado ante semejante belleza frente a él, Hyunjin logró sentir como la mano que anteriormente se situaba sobre su hombro, ahora bajaba por su brazo hasta llegar hacia su torso completamente desnudo.

La mano del pelirrojo viajaba sin dirección alguna trazando garabatos imaginarios sobre la blanquecina piel, como si de un lienzo se tratase.
Mientras el menor se encontraba totalmente perplejo ante su tacto.

Hyunjin comenzó a creer que era parte del efecto del alcohol ya que, por alguna razón, se encontraba disfrutando de aquella delicada destreza qué el contrario no paraba de hacer contra su piel.

—¿Todavía necesitas la playera?— questionó el pelirrojo, presionando repentinamente uno de los pezones del pelinegro.

—¿Todavía necesitas la playera?— questionó el pelirrojo, presionando repentinamente uno de los pezones del pelinegro

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Sin darse cuenta, Hyunjin ya se encontraba con una dura erección en medio de sus piernas.
Mientras tanto el desconocido de lindos ojos, se escabullía en el cuello del semidesnudo repartiendo melodiosos besos sobre la delicada zona.

Su mano seguía aplastando con rigor el pezón rozado de Hyunjin, sacándole a este no uno, si no varios suspiros llenos de placer.
Ambos lo estaban gozando y su nivel de intensidad al restregarse sólo se los recordaba.

El mayor, sin despegarse ni detener ningún movimiento, buscó con su mano libre alguna manija y una vez la encontró giró de la misma encontrándose con una habitación que afortunadamente, se encontraba vacía.

Hyunjin sólo se dejaba llevar, soltando gemidos espontáneos en el proceso,
potenciando la exitación qué ya comenzaba a despertar.

Sin cuidado, ambos cuerpos cayeron sobre la cama ocasionando que las arregladas sábanas se hicieran un desastre al igual que sus inestables respiraciones.

—¿E-está cerrada?— preguntó Hyunjin separándose del mayor, refiriéndose a la puerta.

—¿Hm?—cegado por la notable exitación, lo miró confundido aún besando el costado de su torso, bajando hasta su abdomen.

—H-hablo de la mmh.. puerta—. el pelinegro comenzaba a taramudear gracias a la sensación que le causaba sentir la boca del contrario sobre su vientre bajo.

—Hombre, al diablo la maldita puerta.

De un tirón arrancó los jeans del ojinegro y con ágil rapidez se deshizo de los bóxers también, dejando a la vista la completa desnudez de Hyunjin, quien estaba por quejarse pero antes de poder hacerlo se percató como una mano descendía desde su abdomen hasta su necesitado pene.

Y gimió en alto una vez esa mano presionó la punta de su miembro estimulando toda su extensión en sí.
La mano se empezó a mover lentamente de arriba hacia abajo, combinando diferentes presiones comenzando suave y aumentando progresivamente.

Hyunjin se estaba volviendo loco, mordía sus labios en un intento de reprimr sus gemidos pero le era imposible debido al máximo placer qué su cuerpo se encontraba experimentando.

Y cuando pensó que no podría sentir más placer del que estaba recibiendo, sintió una lengua adentrandose a su apretada entrada.
Entrando y saliendo constantemente entreabriendo las paredes de Hyunjin.

—¡Mgh! voy a c-correrme—. avisó el pelinegro ya listo para sentir su orgasmo arrasandolo por completo, pero de repente se sintió vacío y dejó de sentirse estimulado.

—Aún no, cariño—. el pelirrojo se despojó de su ropa sin problema y volteó a ver al chico quien lo miraba expectante.

¿Es posible qué alguien sea así de bello?
pensó Hyunjin internamente.

El mayor abrió las piernas del azabache y alineó su miembro con la mojada entrada.

—Ven aquí—. dijo tomando la barbilla del menor uniendo lentamente sus labios.

Y sin previo aviso, penetró al pelinegro con brutalidad entrando en él hasta el fondo.
Hyunjin separándose comenzó a gemir contra los labios ajenos disfrutando de ser tomado de esa manera. Tan duro, tan profundo.

En cuestión de segundos el cuarto se inundó de gemidos provenientes de ambos y el sonido de sus pieles chocando entre sí, no paraba.
Las lágrimas de Hyunjin no tardaron en salir, pues estaban abusando constantemente su punto dulce.

—No pares—. comentó a duras penas el pelinegro agitado sintiendo su orgasmo no muy lejos.

El mayor sin detener las duras embestidas, se acomodó entre el cuello adverso queriendo clavarle sus colmillos por instinto.
Pero sabía qué sí lo hacía el chico se daría cuenta de quien realmente era, así que se contuvo por más que quería hacerlo.

Tuvo otra idea y empezó a chupar la clavícula del pelinegro admirando como este mantenía sus ojos cerrados con su boquita abierta soltando balbuceos qué de pronto se convertían en gemidos.

No bastó mucho tiempo para que Hyunjin se corriera sintiendo su cuerpo desfallecer. Por otro lado el ojimiel continuaba penetrandole hasta adentro, sin piedad.
Sintiendo la entrada palpitante succionando su pene, el mayor aceleró chocando una y otra vez contra la piel del contrario. Dejando su esencia dentro del cuerpo ajeno, llenándolo por completo.

Se mantuvieron en esa posición por unos cuantos minutos hasta que ambos regularan su respiración.
El mayor decidió salir con su miembro chorreante, y se acostó al lado del pelinegro. Ambos con sus pechos subiendo y bajando por la reciente acción.

—Al menos dime tu nombre...—. dijo Hyunjin casi sin energías cerrando sus ojos por completo. Listo para tomar una siesta.

—Minho, soy Minho—. volteó a ver a su compañero llevándose la sorpresa de que este ya se encontraba dormido acurrucado en su brazo.

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