The Story Ain't Over

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Killua... lo mejor para ambos es terminar

Recordaba aquellas palabras que como dagas perforaron su corazón en pedazos pequeños.

Aún recordaba como si fuese ese día, la lluvia siendo liberada por la acumulación de agua gaseosa le daba un toque perfecto para un rompimiento tan doloroso con su último novio, el ambiente frío y la ventisca que aventuraba a la lluvia directamente hasta sus prendas empapadas, varado en medio de la nada, con sus sentidos repitiendo como radio estropeada la frase que jamás deseó escuchar de quién más amó en ese momento.

Era un día como ese, y sentía vergüenza de admitir que aún había una espina que picaba. Y un vacío incontenible que anhelaba a su primer amor.

Caminó con la mirada en alto, sin mirar al sinfín de personas que caminaban de un lado a otro sin notar su presencia.

Llevaba una jaula grande en su mano derecha, trata de caminar sin realizar movimientos bruscos, disfrutando de la playlist en aleatorio que le ofrecía su teléfono conectado a sus auriculares. No pudo evitar sentir nostalgia al recordar al mesero de la cafetería por la que acababa de pasar, el chico de cabellera avellana y ojos verdes tan claros como los de un ángel. Así fué como lo describió por años.

Una lata de gaseosa provocó que tropiece, no estaba realmente preocupado por su caída, no obstante un maullido alertó al albino.

Se colocó de cuclillas frente a la jaula, encontrándose con una enfadada felina con ganas de arañarle el rostro.

—Lo lamento mucho Eli, pronto llegaremos.

La gata aún se veía disgustada, pero no hizo más que soltar un largo y estrepitoso maullido.

Estaba en lo cierto, se encontraba frente a la clínica veterinaria Freecss.

Una de las pocas que pudo encontrar cerca de su departamento.

Con algo de nervios entró apretando la mano en la que sostenía la jaula. Agradeció que la puerta de vidrio fuera automática, se acercó a la recepción, dónde una mujer de cabello dorado se encontraba.

Sintó el gruñido de su mascota ante la presencia ajena. Él de alguna forma compartía el sentimiento de incomodidad.

—Señor Zoldyck, el doctor Freecss lo está esperando para su consulta— habló de forma monótona tecleando en la información otorgada previo a la cita veterinaria —todo se encuentra en orden, pase por favor— señaló una puerta de un verde pastel, y con alivio Killua suelta la respiración, la vida adulta sí que era difícil para alguien ansioso como él.

Traspasó el umbral de la puerta semi abierta, pudo ver de reojo como un hombre de cabello negro acaricia cariñosamente a un perro, el cual movió la cola con alegría por los mimos.

Al estar de espaldas, Killua no vió más que una bata blanca y la ancha espalda de quién supone es el veterinario.

Killua prefirió no interrumpir la dulce escena, pero el canino lo miró directamente por la puerta entre abierta con curiosidad.

Y esto provocó que el veterinario también voltee, se puso de pie y con una sonrisa se dirigió directamente hasta él.

Un cosquilleo recorrió su espina dorsal, y un pequeño rubor coloreó sus mejillas inevitablemente.

Era realmente guapo, de estatura más baja a la suya, piel canela, cabello alborotado y puntiagudo recogido hacia atrás, permitiéndole apreciar sus enormes y brillantes iris anaranjados. Sus labios carnosos contrastados por una dulce y perfecta sonrisa.

—¡Oh! Disculpa, ¿Cuánto tiempo has estado ahí?— con torpeza abrió la puerta por completo, permitiéndole pasar a su consultorio —Eres Killua Zoldyck, ¿No?— preguntó con amabilidad.

The Story Ain't Over- One-ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora