SI LOS ABRAZOS DURARAN PARA SIEMPRE

CAPÍTULO 1

·ALANA·

Lunes, no os podéis imaginar la pereza que me da levantarme a las 7:00h de la mañana para ir al instituto. A mis 17 años nunca he llegado tarde a clase, aunque necesito de todo mi esfuerzo para levantarme. Por suerte, asisto a un instituto público y no llevo uniforme. Así que me visto con la ropa que ya tengo preparada desde la noche anterior y bajo a desayunar. Mi café está esperándome en el sitio de siempre junto a la nota que me escribe mi madre todos los días antes de irse a trabajar. Me dispongo a leerla.

Recuerda que hoy estoy en la ciudad y no vendré hasta la noche.

Te quiero,

Mamá.

Doblo la nota y me la pongo en el bolsillo para que no se me olvide. Una vez a la semana, mi madre asiste a sus reuniones en el banco de una ciudad ubicada a 3 horas de aquí. Ella es economista, una bastante buena, todas las empresas de la zona la quieren para sus negocios, pero ella suele declinar todas las ofertas.

Al terminar de desayunar me lavo los dientes, me peino y me dirijo al instituto. No sin antes mirarme en el espejo, para comprobar que todo sigue en su sitio. Soy una chica castaña, mis ojos son verdes, de estatura media y, bueno, prefiero no hablar de mi peso. No, por desgracia no ha cambiado nada. Al llegar, el timbre resuena por todas las instalaciones. Me dirijo a mi primera clase del día, espero que se pase rápido este odioso lunes.

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Al fin, la hora del almuerzo. Las tres primeras clases se me han hecho eternas. Me dispongo a ir al sitio donde mi mejor amiga y yo solemos ir siempre, pero me acuerdo de que ella está enferma y cambio de dirección. Voy a un lugar muy tranquilo en el cual he estado un par de veces. Es un sitio genial para pensar, ya que nunca hay nadie.

Aunque lo que veo me sorprende, hoy no estoy sola. Y no me creo lo que estoy viendo.