Capítulo 1
EL JUEGO
@Cisneblanco Estás preparad@ para jugar? #DEAD7 te busca a ti. 1.777.777 € para el mejor. Estás invitad@ a visitar:
Era la séptima vez que Eloy me reenviaba la invitación en Twitter para aquel juego estúpido. Estaba harta de recibir spams en el que me prometían sumas millonarias, tampones para disfrutar la vida a tope, teléfonos móviles de última generación o viajes al Caribe para que mi propio novio añadiera más basura a mis correos y mensajes.
Llevábamos tres meses saliendo y hasta aquel sábado antes de Navidad, me había negado a contestarle, pero aquello era el colmo. Si no lo había mandado aún al infierno era porque el muy listo usaba una foto de Nureyev como imagen de perfil. Conocía mi debilidad por el bailarín más grande del siglo XX. A él nunca podría reñirle.
Iba a apagar el ordenador para retomar la lectura de los cuentos de Chejov, cuando entró un mensaje en Twitter de Tamara, la espalda que veía siete horas al día en clase. Y mejor así, porque de frente era insoportable. Desde que se había operado las tetas todos los tíos de la clase babeaban por ella. Yo estaba contenta con mi silueta de bailarina y no la envidiaba lo más mínimo, pero me desquiciaba que siguiera provocando a Eloy después de que cortaran como si yo fuera idiota y no me diera cuenta.
@Cisneblanco #DEAD7 ¿Sabes cuáles son las reglas? Me encantan los juegos. ¿Habrá que ir ligera de ropa?
@BabyDoll #DEAD7 No voy a participar, así que dejadme de mandar gilipolleces. Sayonara, Baby.
Dejaría de seguirla en Twitter pero ya. Por mucho que se pavoneara por todo el instituto con sus tetas nuevas, no iba a conseguir que me sintiera mal con mi talla 34 de pantalón y la 85 de pecho. Además, en los últimos dos meses, desde que mis padres se habían separado yo estaba lo bastante agobiada como para entrar en el juego de Tamara.
Pero ¿cómo lo vería Eloy? Eso sí que me perturbaba. ¿Qué hacer? Contárselo a mi madre, a la que antes le confesaba todo, bueno, casi todo, ahora era imposible. Desde que papá se marchó, mamá no levantaba cabeza y dejaba los asuntos de la casa en mis manos.
Precisamente, oí cómo la puerta de la casa se cerraba de forma brusca. Acababa de llegar de trabajar. Adiviné que venía bastante mosqueada porque el coche había derrapado en la última curva antes de traspasar la verja del jardín. Apareció alterada y dando un portazo en la buhardilla, con los ojos rojos como si hubiera estado llorando. Noté apenada que aunque tenía poco más de cuarenta, los últimos dos meses parecía haber envejecido diez años. Pero ¿qué podía hacer yo que tenía mis propios problemas? La miré y tuve la tentación de mirarme al espejo y comprobar si también las provocaciones de Tamara estaban haciendo estragos en mí.
En realidad, las decisiones de mamá tampoco habían dado buenos frutos. En Madrid yo era feliz y todo había ido a peor desde que nos habíamos instalado en Siberia; no había una escuela de baile en cincuenta kilómetros a la redonda y tuve que dejar la danza, no había cines, ni tiendas de ropa con mi talla, y si con suerte encontraba alguna pieza era para niñas de diez años que todavía no habían hecho ni la comunión.
Cuando vivían mis abuelos todo era distinto. Pasábamos solo unos días en verano que yo vivía como una aventura. Papá había construido una casita de madera en el jardín trasero, y también colgó un columpio donde yo me sentía una mariposa que volaba muy alto.
«Mi pequeño cisne blanco, decía papá, algún día estarás en un escenario y yo les diré a todo el mundo lo orgulloso que estoy de ti».
ESTÁS LEYENDO
Muerto7
Teen FictionKatinka, una chica normal, con las dudas y preguntas de cualquier joven de su edad, evoluciona desde la monotonía de su día a día, lleno de preguntas sobre si dar un paso más con Eloy, su novio, y los celos de su amiga Tamara, hasta llegar a convert...