En la profunda soledad,
escucho un suspiro,
era yo, esperando a que llegara mi destino.
Luego de ver mi herida abierta,
no fui la misma,tan solo deseé
que el alcohol no ardiera todavía.
Las cartas que sostenía en mi mano se quemaban, haciéndose cenizas.
Y el agua me ahogaba,dejándome en la deriva.
Un hombre con flores blancas se acercó a mí, pero yo tan solo lo miré y sonreí.
Era mi viejo amigo, la muerte.
Al que yo tanto esperé con ansias y alegría.
Me llevó muy lejos, a un lugar desolado
Había flores de muchos colores que reinaban el campo,y un sol rojo, era una obra de arte.
Me dejó sola y por fin sentí paz.
No había nadie, y tampoco quería más.