Capítulo 43

373 28 3
                                    


Nuestra primera noche juntos como pareja ha sido increíble. Digo noche por la hora, no porque hayamos dormido nada. Ya me entiendes. Han sonado trompetas, fuegos artificiales y todo ese tipo de cosas, este hombre es insaciable y yo no he podido separarme de él ni un segundo. A última hora, decidimos reservar una habitación de hotel, ninguno de los dos se quería separar del otro y ya que ninguno tiene casa propia aquí pensamos que sería lo mejor.

Para celebrarlo, fuimos a cenar con Bianca y con mis amigas. La verdad es que se me ha hecho bastante raro estar con Luca de una forma tan natural y cariñosa frente a los demás, pero he de decir que puedo acostumbrarme rápido a esto. Como siempre, ha sido un encantador de mujeres y mis amigas se han quedado prendadas de él. Con solo unas horas le ha bastado para tenerlas a sus pies. En fin, poco puedo decir yo, si fui la primera que cayó con solo una mirada.

Tras un buen desayuno, una ducha más que apasionada y de Luca, decidimos preparar nuestras maletas y volver a casa. No sé cómo voy a hacerlo, no sé cómo le voy a explicar a Piero todo esto, cómo va a ser nuestra vida ahora, no sé cómo vamos a llevar lo de trabajar juntos y todos los rumores que eso va a conllevar, pero lo que sí tengo claro es que Luca es la mejor decisión que he tomado nunca.

—¡Mamáaaa! —grito al entrar, cosa que odia a más no poder mi madre.

—Alejandra, por dios...

—¡Eso no son modales! —decimos a la vez y no puedo evitar reírme sin parar.

—Uy, tú estás muy contenta. ¿Algo que pueda saber? —Se deja caer sobre una cadera.

—Estoy enamorada, mamá, será eso —digo con una sonrisa mientras subo las escaleras hasta mi dormitorio.

—¿Enamorada? —me sigue—. ¿No decías que solo os estabais conociendo?

—¿Recuerdas al chico que vino hace unos días preguntando por mí? —Abro la maleta y la dejo sobre la cama.

—Sí, más o menos. ¿Por qué? —frunce el ceño—. Alejandra, ¿a dónde vas?

—A casa. Me voy a casa —suspiro.

—¿Vuelves a Milán? —pregunta con pena.

—Sí, pero vendré más a menudo. Lo prometo.

—Mas te vale... —dice con resignación—. Pero bueno, no te vayas del tema. ¿Qué pasa con ese chico? —pregunta, curiosa.

—Es mi jefe.

—¡Alejandra! ¿Ha venido tu jefe a casa y no lo hemos invitado a comer? —Abre los ojos—. Yo no sé quién te ha criado a ti...—se queja.

—Mamá... —sonrío—. Ya habrá tiempo de invitaciones.

¿Y si no lo complicamos todo? COMPLETA (¡YA EN LIBRERÍAS!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora