I--¿Quién eres?

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Mi compañera y yo estábamos en un punto crítico, nuestro trabajo está patas arriba; Los papeles en el suelo, el papeleo de otra oficina en una silla torcidos, la documentación en otra esquina, la información en el otro borde encima de un libro desorganizado. Y como no, estamos en la oficina hablando de nuestros familiares tan normal.

--Carla ¿De verdad me dices que lo tenemos todo bajo control?--Su voz emite cierta incertidumbre notando el desastre de la oficina

--¡Claro! Podemos organizarla en un segundo sin que el jefe se dé ni la menor cuenta ¿No confías en mí?--Imprimió unas hojas para acabar su proyecto, queriendo convencerme

--Sí tu lo dices...En fin ¿Cómo es que Francisco no esta junto a ti en el trabajo? Siempre estáis muy apegados, como si fuerais caramelos, iugh--Decía de mientras que arreglaba el desastre de la oficina tranquilamente

--¡Ay! Por favor no somos tan acaramelados solamente tenemos nuestros momentos. Seguro que estarías así con tu esposo.--Reía con seguridad al notar un pequeño rubor en mis mejillas

--Tonterías...Tonterías, no pienso rebajarme a tu nivel de querer ser tan apegada como una lapa, en fin, ayúdame con esto.--Proseguí a organizar aquella zona aún desordenada.

Estuvimos toda la mañana arreglando nuestra oficina por los documentos, los papeles y el proyecto, todo ocurrió espléndidamente bien para mi sorpresa el jefe solo llegó cuando estaba todo el trabajo acabado. Nos halago por nuestra forma de trabajar...Si él supiera.
 Nos despedimos al finalizar la jornada, todo el personal fue hacia su casa para relajarse, mientras yo...Yo queriendo sentirme joven me fui a un centro comercial.
El coche estaba en un parking lejos de mi trabajo, andaba por unos cuantos minutos notando que mi tacón me estaba pasando factura, intenté mantener mi compostura tras llegar al coche abrí la puerta izquierda trasera, retirando unos cuantos papeles que tenía en mis manos aprovechando, agarré aquellos tenis que tenía previsto para estas ocasiones.
Reí en mi interior sabiendo que iba a pasar tal situación, conociéndome.

--Perfecto. Ahora me voy a quitar los tacones y a ponerme una tirita--Suspiré--Mierda...

Recordé perfectamente que me las había dejado en la esquina de la mesa, donde estaba la puerta. Maldecí en mi interior.
Se me había olvidado por completo, porque me iba a retrasar en el trabajo.
De repente, oí un ruido proveniente de mi móvil yendo rápidamente a contestar la llamada conteniendo mi enfado. Miré de refilón la pantalla aceptando.

--Dígame, Melissa al habla--Seguía caminando para ir mas rápido, abriendo la puerta con tranquilidad.
--¡Buenos días, preciosa! ¿Qué tal te ha ido en la oficina? Agotador ¿Cierto?

Hauston, siempre me llamaba para comprobar como había sido mi día en el trabajo. Sabiendo que siempre esta ocupado con la empresa. Es un auténtico cielo.

--Estoy bien, estoy bien...Me hice una herida en el talón de mi pie izquierdo. Hoy hubo mucho ajetreo, pero lo casual.--La llamada paso a la emisora del coche al activar el bluetooth de mi móvil. Cerrando la puerta con suavidad contestándolo.

--Lamento que te haya sido agotador. Te lo recompensaré en casa ¿Qué te parece amor?--Señor, debemos de terminar esto.--Antes de que pudiese contestar sonó en el interior una voz grave sonando algo molesto.

--Cariño, debo de colgarte nos vemos en casa.

Colgó.

Tras llegar al centro comercial caminando hacia la puerta observé; Un hombre con un traje atrás suyo habían otras dos personas, tenían una apariencia dura y severa.
 Algunas personas obtenían curiosidad por sus pintas y andares.
Sentí una mirada de aquel hombre que antes había captado. No entendía el por qué me miraba tanto. Me causaba escalofríos en mi piel intenté estar serena rechazándole con la mirada sonriendo.
 Al entrar en Zalando queriendo esconderme de aquella persona misteriosa. Mis latidos no paraban de cesar. Esa mirada...Tan profunda a la vez penetrante. Moví mi cabeza negándolo una y otra vez. Me calmé paseándome por la tienda buscando alguna prenda que me llamará mi atención. Al cabo de unos minutos una voz gélida se oyó donde estaba la cajera, seguía pasando mientras fulminaba un top que me atrajo. Antes de agarrarla, una voz varonil se me puso detrás de mi espalda.
 
--Finalmente...Te encontré Melissa.

 Me di la vuelta encontrándome con la persona que había visto hace unos minutos atrás al llegar.
Sin saber quien era, fruncí mi ceja izquierda confundida.

--¿Perdón? Nos conocemos de algo
 En el momento en que le pregunté, sentí un latido más fuerte que los otros. Causándome molestia, creando un malestar en mí.
--Oh, claro que nos conocemos. Y bastante bien, lo que sucede es que no has podido recordarme. Después de todos estos años...¿Quién lo diría Melissa? Te acabé encontrando...

--Tras decir aquello, su voz se entonaba profunda y melancólica. Al par en unos segundos, ofreció su mano para agarrarle.

--¿Cómo sabes mi nombre? Es más ¿Quién eres?--No le ofrecí mi mano, me mantenía quieta a la vez desconcentrada. Mi cabeza estaba hecha un rompecabezas.

-- Mi nombre es...

" ¿Qué me ocultas? "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora