Sus ojos mirando a la ciudad, llena de luces, relucientes, dando nostalgia a esa época que nunca pudo conocer en persona, tan bello y perfecto por fuera, y el dentro, detrás de esa ventana, con los ojos llenos de lágrimas, sintiendo un dolor indescriptible en su pecho.
Sus sueños, sus esperanzas, su inspiración estaban en esas calles que tenían vida las veinticuatro horas del día. Soho, el lugar que siempre había anhelado, con el que había delirado toda su vida estaba frente a sus ojos, pero se sentía tan lejano e impropio.
Quizás por aquel lazo de amor que cada vez era más débil entre él y su alfa.
Habían peleado, le gustaría decir que era la primera vez, pero, por supuesto que no era así. Se sentía tan fuera de sí, con aquella sensación enfermiza que amenazaba a un final.
Los lazos eran algo preciado, algo tan intuitivo que podía sentirlo, podía saborearlo en su paladar, pero aún así, se negaba, una y otra vez mientras miraba a la ventana, repitiéndose constantemente que todo estaba bien, que habían llegado a Soho a cumplir sus sueños juntos, que ninguno de los dos fallaría.
Se abrazó, escuchando aquél vinilo reusado, olvidando casi por completo el sonido original que poseía el álbum, volviéndose más viejo de lo que era, pero dándole fuerzas de seguir, con ese mismo mensaje, ese que le decía que todo estaría bien, que había llegado a ese lugar donde creó esos deseos por llegar a la ciudad prometida.
Las luces parecían moverse al ritmo de sus sueños diseñados en una canción. Sus ojos brillosos, tan tristes que brillaban en lágrimas hacían las luces más fuertes y distorsionadas, sin saber exactamente qué podía hacer.
Tenía miedo de enfrentar la realidad, sus instintos eran claros con el mensaje, pero se aferraba una y otra vez a que nada sucedería, que su relación pronto volvería a su estado normal.
YuGyeom y él eran el uno para el otro, así lo dictaba su lazo, aquella marca en su cuello, esa que empezaba a arder y darle esa sensación de nostalgia y dolor, incluso si estaba en el lugar que tanto había deseado.
Se alejó de la ventana, de pronto sintiéndose cansado.
Recordaba cuando conoció a su alfa. Él iba a su trabajo, aquel que tanto odiaba pero que soportaba gracias a la compañía de su amigo, había sido un momento extraño, YuGyeom estaba al otro lado de la calle, tan elegante como siempre, con uno de sus trajes que ahora conocía bastante bien, lo vio ahí, al otro de la calle, sintiendo aquella sensación que toda su vida había deseado, se miraron a lo lejos, sonriendo, sintiendo esa hermosa conexión.
El amor en este punto parecía no existir, toda su vida creció con esa idea de algo eterno, sintiendo que encontraría ese "y vivieron felices para siempre"; soñó varias noches con el momento en que estaría listo para encontrar a la persona que amaría el resto de su vida.
Se había cuidado, como todo buen Omega, había procurado de sí mismo para ser digno de su persona especial, aquella que parecía desaparecer de sus dedos.
¿A dónde iría?
Su corazón palpitó, con esa sensación amarga que se metía en su boca y recorría todo su cuerpo. Debió seguirlo, debió rogarle para que se quedara, aceptar toda condición, incluso si no estaba de acuerdo.
Seguramente era mejor idea salir, tratar de olvidar esos pensamientos, quizá era paranoia propia, nada más que eso.
Debía aprovechar que ahora estaba ahí, frente a uno de sus más grande sueños, donde podría convertirse en un gran artista, un cantante aclamado, no debería estar deprimiéndose en la habitación de un hotel oscuro.
Cuando era pequeño, había leído la gran reputación que Soho tenía, el centro de la ciudad donde muchos artistas conocidos habían empezado ahí, cantando en los bares de prestigio donde algún cazador de talentos había encontrado a esos maravillosos artistas.
En la ciudad, se irían todas sus preocupaciones.
Su cuerpo comenzó a tener escalofríos, recorriendo su espalda y viajando a cada extremidad, como si de la nada hubiese atrapado un resfriado, sus labios en forma de corazón empezaban a temblar y la imagen del ceño fruncido de YuGyeom rondaba su cabeza.
Se habían gritado, Kim le decía que olvidara su "estúpido" sueño. Había cumplido su deseo de traerlo a aquel país, pero fue firme cuando le dijo que su único deber era ser su omega, dejando de lado aquella meta que había deseado todo ese tiempo.
Quién diría que sería tan difícil amarlo.
Estornudó, sintiendo el frío del invierno, pero aún así, de una extraña manera sentía su cuerpo arder.
Tocó su frente, se sentía débil, escuchando en su cabeza voces, voces que le advertían lo que menos quería que pasara.
Su lazo comenzó a arder, a picar, molestando sin explicación aparente. Quería arrancarse la piel, en aquel segmento donde alguna vez Kim había mordido con devoción y jurado amor eterno.
Todo era una sensación extraña, que lo mareaba y embriagaba de dolor.
Respiraciones pesadas, visión borrosa, era como una resaca, pero llegado a un extremo, donde prefería morir a seguir teniendo esa sensación escalofriante.
Se movió con un poco desesperación, dirigiéndose al baño, tratando de buscar un botiquín e intentar aliviar el ardor que empezaba lentamente a ser más y más incómodo.
Con dificultad buscó entre los medicamentos que siempre brindaban en las habitaciones, tirando la mitad de ellos al suelo. En cualquier otra situación sería cuidadoso, pero ahora simplemente necesitaba deshacerse de aquel dolor persistente que lo hacía temblar.
No entendía qué pasaba, tampoco tenía cabeza para ponerse a atar cabos sueltos. Simplemente quería terminar con el dolor, con el malestar que comenzaba a recorrer todo su cuerpo.
Su lazo punzó, haciéndolo saltar, gritando de dolor. Colocó con desesperación alguna pomada relajante, pero el dolor no cedía, a cambio se volvía más irritable; quemaba al punto de desear no estar vivo.
Se miró con dificultad en el espejo del baño, su cuello, en aquella área especial, estaba tomando un color oscuro, como si su piel se pudriera, y el lazo que tanto amaba, se sentía cada vez más y más lejos, dejaba de sentir y percibir a su alfa.
Aquella noche se volvió una agonía, una que marcaría para siempre el resto de su vida.
Los lazos, presuntamente, eran algo que no podían romperse, que aquellos sentimientos iban a ser mutuos sin importar qué. Justamente ahora Lim JaeBeom, aquel omega que estaba totalmente comprometido con su lazo estaba perdiendo todo, frente a sus ojos, estaba presenciando la pérdida de todo amor o conexión con su pareja destinada.
¿Acaso era posible que aquello sucediera? ¿Era posible que los lazos alguna vez se equivocaran?
En un cuarto de hotel, en el lugar que había soñado toda su vida fue donde perdió al amor. Lim JaeBeom quizá moriría aquella noche entre las cuatro paredes de la habitación de la ciudad de Soho.
[..]
Corrección: mili_ngu gracias por siempre darme una mano 🥺💕💕
Terminar historias: 🤢🤮
Empezar otra: 💕🤩🥳JAJAJAJAJS no tengo llenadera, perdonen, pero desde noviembre estoy escribiendo esto, otra historia corta terminada.
¿Debería hacer un capítulo por semana? 👁️👄👁️ Uno diario¿ Igual solo son tres JAJAJAJAJAJAJ
OjO hoy regreso Mark a Corea, el CB nos va a dar en la madre cuando menos lo esperemos.
🛐🛐
Tengan una linda noche, gracias por leerme y darme una oportunidad 🥺💕