PRÓLOGO

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Emily

5 años atrás

Quería graduarme de la preparatoria lo más rápido posible, aunque era una excelente alumna, no me agradaba la idea de romperme la cabeza en algo que posiblemente olvide en un futuro. Lo único que deseaba y la razón por la que quería salir de allí era para ingresar a la universidad, mi sueño era ser una gran pintora y explotar mi creatividad, el pintar causaba cosas inefables en mi persona, amaba la sensación del pincel plasmando vida por el vacío lienzo y la tranquilidad que me daba hacerlo.

Era un viernes normal caminando sola por los pasillos del instituto, mi mejor amiga, Josephine, no había asistido porque citando sus propias palabras "el estupidiota despertador se averió" y Harry, mi mejor amigo tampoco se encontraba ya que estaba organizando el próximo evento del club de lectura en el que estaba.
Como era la hora del receso fui a sentarme a mi lugar favorito, este era en la parte de atrás de la escuela donde había un hermoso encina, bancas y una bella fuente con agua cristalina. Aquí me la pasaba horas y horas sentada bajo el grandioso árbol, expresando mi imaginación en uno de los tantos lienzos pequeños que siempre traía conmigo. Desde el inicio de la secundaria descubrí este lugar, normalmente no lo frecuentaba nadie y podía decir que era la única que iba allí cotidianamente. O eso creía hasta ese momento.

—Lindo dibujo —escuche decir a alguien cerca de mí justo cuando acababa los últimos detalles de la pintura que hacía.

Di un respingo y volteé rápidamente, era un chico alto, con ojos verdes, cabello oscuro y revoltoso, mandíbula marcada, cejas perfiladas y labios pálidos, traía ropa semi ajustada que lograba resaltar perfectamente sus atributos. Como no reconocerlo, era Jacob Walton, hijo de uno de los más grandes empresarios del país, gracias a los rumores que se decían de su progenitor, lograba llegar a ser intimidante, era clasista, codicioso y creído. Cuando se juntaba con personas que no "estaban a su altura" lo hacía solo con el fin de volverlos sus siervos.
Al salir de mis pensamientos me di cuenta de que lo había estado detallando más tiempo del debido, como mi propósito era evitar problemas y llegar a la graduación sin ninguna polémica encima, opté por ignorarlo, guardar mis cosas e irme.

—Hey, ¿en serio me vas a ignorar? Solo quería conversar amistosamente contigo —dijo.

Me quedé paralizada casi a la salida del lugar —¿él quería ser amistoso? Dios, permíteme dudarlo.  —Di la vuelta con la cara más serena posible.

—Lo siento, no sabia que me hablabas a mi —dije con voz neutra.

—Bueno, ni modo que le estuviera hablando al árbol —dice sarcásticamente, luego sonríe mientras mete sus manos en los bolsillos de su chaqueta y se acerca lentamente. —¿Dibujabas la fuente? Es increíble cómo logras hacer cada detalle.

—Si... y gracias, supongo. —respondí dudosa.

—Emily, tienes unos ojos hermosos y por lo que he visto eres una chica cautivadora y apasionada. ¿Te gustaría salir conmigo? —espetó.

—¿Eh? —solté.

No se que me sorprendió más, el que tuviera conocimiento de mi nombre o la pregunta que acaba de hacer. Debe ser una broma. Si, es una broma. —trate de convencerme mentalmente.

—Es un chiste de mal gusto ¿verdad? —dije.

—No, no lo es. —sonríe —Me gustas Em, te he estado observando desde hace año y medio, eres distraída, nunca me viste.

—Oye, si es una broma, basta ¿si? No quiero problemas, y si tienes la necesidad de molestar a alguien busca a otra persona, adiós. —cuando estaba por dar la vuelta e irme, vuelve a hablar.

—Vaya, que gran reputación tengo, ¿qué puedo hacer para que me creas? —se queda pensando unos segundos mientras mira al cielo —Ya se, tu nombre es Emily Brown, tienes dieciséis años, te gusta pintar, leer, escuchar música, ver películas y bailar, tu helado favorito es el de brownie y tus colores favoritos son los neutros y el negro, odias el café pero amas el chocolate, también te gustan las plantas y tus animales favoritos son los gatos, los hurones y las tortugas.

—Eso está en mi ficha de la escuela ¿esperas que te crea? —le dije cruzando los brazos y alzando una ceja.

—Si, pero hay una cosa que no. —dice tratando de convencerme.

—Haber, sorpréndeme. —le respondí hastiada de la situación.

—Quieres ingresar a una universidad de Nueva Jersey, sólo porque se parece al castillo de Hogwarts de las películas de Harry Potter. —espeta sorprendiéndome.

—En mi defensa son muy similares y me gustan las cosas antiguas. —digo inmediatamente, sintiéndome apenada.

—Lo sé, también lo note. —dice, recordándome que acaba de decir algo que solo mis mejores amigos sabían.

—¿Y cómo sabes eso? —le digo a la defensiva.

—Te lo he dicho, he estado observándote.  —habla mirándome fijamente a los ojos haciéndome perder en ese atrapante pigmento verdoso.

Ese día, allí con el ligero viento, el agua de la fuente cayendo y el gran árbol de testigos, comenzó mi historia con ese chico de ojos verdes tan avaricioso que llegó a ser mi destrucción en un futuro.

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Emily Brown

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Emily Brown

Obsesión Perenne ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora