El Pequeño Conejo Rosa

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Había una vez un conejo rosa llamado Sungmin y, precisamente porque era rosa, es que había sido rechazado por su camada.

Solo y hambriento vagó por el extenso bosque. Se sentía muy triste y tenía mucho miedo, sobre todo porque se hacía media noche y no tenia donde resguardarse del peligro.

Encontró un hueco entre las raíces de un árbol y allí se cobijó. La noche se hacía cada vez más fría y parecía que una tormenta se avecinaba. Sin embargo, por pequeños momentos, la luna se asomaba entre las nubes.

Al pequeño conejo Sungmin le gustaba la luna. A pesar de que siempre solía irse a dormir temprano, cuando podía, lograba quedarse despierto solo para esperar la aparición del astro y entonces se dormía más tranquilo entre sus hermanos y hermanas, claro, esto antes de que ellos le rechazaran.

Asomó un poquito su carita para poder ver la luna que se perfilaba sobre las montañas y entonces, de pronto, la silueta de un lobo apareció ante su visión.

El pequeño conejo Sungmin sabía que debía esconderse cuanto pudiera, pero esa silueta le cautivó. Lo miró todo el momento en el que el lobo estuvo sentando contemplando la luna, hasta que dio un aullido y luego se desvaneció entre las sombras. Y entonces el pequeño conejo Sungmin se durmió tranquilamente.

*

Durante los días que siguieron, el conejito se las arreglo para encontrar comida y lugares donde pasar la noche. Ya no tenía miedo, pero seguía sintiéndose solo. Solo había un momento en el que se sentía cobijado y comprendido y ese era cuando la silueta del lobo se perfilaba contra las montañas y le aullaba a la luna. De alguna manera, sabía que compartían la misma soledad y que solo el astro podía entenderlos, pero nunca se animaba a acercarse ¿Y si el señor lobo lo atacaba? Eso era muy probable, puesto que era su depredador natural, pero algo le decía que podía confiar. Sin embargo, el pequeño conejo Sungmin había perdido todo el valor y no podía ya confiar en nadie más.

A veces, mientras buscaba comida, encontraba calabaza. Los conejos suelen evitarlas, pero Sungmin las amaba. Solía batallar un rato hasta que las partía, pero cuando lo hacia la recompensa era una deliciosa y dulce comida. Lo extraño era que siempre encontraba la calabaza ya partida y aunque parecía de alguien más, Sungmin no se podía resistir y la comía. Hasta ahora nadie había reclamado la comida, así que pensaba que podía seguir haciéndolo. También encontraba zanahoria. Aunque tampoco sabía de dónde venía, porque él aun no había encontrado ningún huerto o plantación de zanahoria.

Iba siguiendo su instinto, porque por donde iba encontraba deliciosa comida, así que suponía que estaba yendo por buen camino. Y cuando creyó que el bosque nunca se terminaría, encontró la salida.

Desde el borde mismo del bosque podía divisarse una granja. El pequeño conejo Sungmin se escondió de inmediato, si había algo que le asustaba mucho eran los humanos, incluso hubiera preferido conocer al señor Lobo antes que a un humano, pero su curiosidad siempre había sido su punto débil, así que se quedo mirando un rato.

La granja era muy grande y linda. Con corrales, plantas y una acogedora casita en el centro. Podía ver nadar unos patos en la laguna, las vacas pastar tranquilamente, los caballos trotar, incluso había mascotas como un perro, un gato, pececitos y tortugas.

Manteniéndose al margen y oyendo a los animales a escondidas durante los días siguientes, fue enterándose de muchas cosas. Por ejemplo, que no era en realidad una granja, sino algo mas como un zoológico. Los dueños tenían del otro lado de la casa, una parte especial donde cuidaban de animales grandes que no podían ser devueltos a su habitad, o de aquellos que abandonaban, como lo había hecho un circo. Tenían un león, un mono, un mapache y hasta una jirafa.

El Pequeño Conejo Rosa (KyuMin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora