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La pequeña castaña miró hacía al frente, mirando su antiguo hogar. O lo que se hacía llamar hogar, ajustó la correa de su mochila a su hombro y tomó fuertemente el mango de su maleta. Caminó hasta el pórtico de su casa y abrió la puerta, su padre no estaba, él mismo le había dicho que tenía que trabajar, pero que le alegraba que ella volviera.

Una mentira que Andrea realmente quizo creerse, pero la castaña sabia que era totalmente mentira. Fue su padre quién la obligó a abandonar Mystic Falls, a abandonar a su hermana, abuela y a sus amigos y eso era algo que jamás iva a perdonarle.

La bruja miró la casa sin emoción alguna, todo seguía igual que la última vez que estuvo aquí, hace aproximadamente  siete años máximo.

Sin ni siquiera prestar atención a la decoración de la casa, subió las escaleras, mirando en el trayecto las fotos que adornaban en la pared. Fotos de ella y su hemanita, de su abuela y una que otra dónde salía ella y su padre. Una sonrisa melancólica se asomó y Andrea tomó entre sus manos, una de las fotografías en la que salía ella y su abuela. Cuándo Bonnie le había mandado una carta contándole lo sucedido, la morena ya lo sabía.

Estaba estudiando cuando a su cuerpo lo azotó un terrible dolor.

Su abuela había fallecido.

Andre, lamentablemente no fue tan apegada a su abuela, pero le tenía un gran aprecio y respeto. Su abuela fue la única que se opuso a que la enviaran lejos, ella estaba segura de que podía ayudarla a controlarse. Pero su padre hizo oídos sordos y la alejó, sacándose un peso de encima.

Andrea lo odiaba.

La castaña abrió la puerta de su antigua habitación y se adentró en ella, soltando un suspiro.

Seguía siendo la misma de antes, con los mismos colores fríos y con algunos posters de su banda favorita Queen y algunos de sus actores favoritos, como Ben Barnes, Brad Pitt, Leonardo Dicaprio, Chris Evans y Robert Dwoney Jr, su amado Iron Man. Su cama seguia con las mismas sabanas de color violeta y su cubre cama de color negro, una mesita al lado de su cama, un escritorio y un panel de corcho, en el cuál se encontraban dibujos infantiles y alguna que otra foto.

En la pared se encontraba una estrella hecha con fotografías de sus amigos y de su familia. La bruja soltó un suspiro antes de caminar hasta su cama, dónde dejó su mochila y su maleta igual.

Se sentía muy extraña estando ahí, como si no perteneciera en ese lugar, se habia acostumbrado a Georgia.

La Bennett mayor escuchó la puerta de la entrada ser cerrada y luego escuchó dos voces femeninas, dejó lo que estaba haciendo y salió de su habitación. Bajó las escaleras de forma lenta hasta que en su campo de visión apareció su hermana junto a su mejor amiga, Elena Gilbert.

—Es horrible lo que sucedió, tenemos que ir al hospital.—hablaba su hermana mientras buscaba algo en la sala.

—¿Cómo pudo Tyler haber perdido el control?—cuestionaba Elena, ayudando a Bonnie a buscar lo que sea que se le habia perdido.

—No lo sé.—se sincera la Bennett menor.

Andrea terminó de bajar los últimos escalones y carraspeo para que ambas adolescentes se den cuenta de su presencia.

Tanto Elena como Bonnie se voltearon, viendo a la mayor de las Bennett, apoyada sobre el marco de la sala con los brazos cruzados y con una pequeña sonrisa.

A los ojos de ambas chicas, Blake Bennett había cambiado muy poco, seguía siendo la misma morena hermosa de siempre, con esa mirada traviesa, la misma sonrisa de arrogancia y sus aires de grandeza.

Andrea Bennett/ Stefan SalvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora