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Eijirou observaba con mucho amor y devoción a su esposo, ambos estaban celebrando su segundo aniversario de casados pero el sexto cómo pareja, Bakugou y él estaban en un hotel, ya que habían dejado en su casa a su bebita de un año al cuidó de Todoroki y Midoriya, costó separar a Bakugou de la bebé pero con un poco de persuasión se encontraban chocando sus copas de vino tinto.

La pareja ya había terminado de cenar y se encontraban intercambiando miradas de forma amorosa, Kirishima estaba anonadado de tanto amor que encontraba en los ojos de Bakugou.

—¿Te gustó la velada?

Katsuki asintió a la pregunta de su esposo.

—Bien, ¿Te parece si vamos a nuestro cuarto? —preguntó de manera seductora Kirishima.

El rubio con una sonrisa aceptó la mano que le estiraba el pelirrojo, caminaron de la mano hasta el ascensor dónde se cerraron las puertas a sus espaldas y Kirishima atrajó a su pecho la espalda del rubio, sus manos haciendo un recorrido sigiloso por las caderas ocultas por la tela de la camisa que usaba Katsuki por los momentos, sus labios dejaban toques en el cuello del rubio que sentía la falta de su hombre, en ese año que habían tenido a su bebita no habían tenido relaciones porque Katsuki se sentía inseguro de su cuerpo, tener en su vientre a su preciosa hija no había sido en vano, pero en ese año se había vuelto a poner en forma para volver a ruedo con su insaciable pero adorado esposo.

Los besos de Kirishima se volvían humedos con el pasar de los pisos, casi no notan que estaban en su piso si no es porque Bakugou abrió los ojos en medio de su neblina de placer, rápidamente salieron sin querer separarse mucho, caminaron apresurados al cuarto dónde los guío Eijirou y una vez adentró el pelirrojo aplastó a Katsuki contra la pared a la par que sus labios bailaban una danza prohibida para los ojos públicos, sus lenguas eran partícipes a la par que derramaba sus salivas combinadas por los lados de sus bocas, Kirishima no mantenía sus manos quietas, no podían decidirse por cuál prenda quitar primero, hasta que no aguantó y rompió los botones de la camisa azul del rubio, sabía decisión.

Katsuki deseaba complacer a su esposo, por ello un día se fué de compras con el brócoli para transmitir sus consejos, entre sus bolsas estaban las prendas que usaba en esos momentos, un sostén de encaje transparente negro y sin push up, era una tela delgada y delicada que resaltaba los grandes pechos producto de su embarazo, sus pezones se encontraban tapados por unos lazitos negros que resaltaban las demas extensión de piel lechosa, sentía que sus pezones estaban erguidos sólo por la mirada de hambre que le lanzaba Kirishima.

El pelirrojo amaba los pechos de Bakugou, todavía no entendía porque no les levantaba un altar, hasta que se acordaba que no los quería compartir, su boca insaciable fué hacía un pecho dónde cerró su boca aún con sostén y todo, chupó con fuerza ganándose un jadeo del rubio quién volteó su cabeza hacía el techo, su mano se trasladó a la nuca de su esposo dónde lo instó a proseguir. Eijirou sabía que los pechos de su esposo habían quedado delicados después del embarazo, así que decidió probar que tanto, con sus dientes encerró un botón rosa y jaló un poquito, en el cuarto se escuchó un grito de placer, aquello alentó a Kirishima, con su otra mano pellizco el pezón desantendido mientras con su boca chupaba y metía toda la extensión de carne que cabía, Bakugou mantenía en un puño una porción de pelo rojo que de vez en cuando acariciaba en señal de que siguiera así.

Kirishima siguió así con uno y con otro pecho, se turnaba para amasar, chupar, amar y adorar esa área de Katsuki, en medio de su delirio de placer se habían acomodado se tal forma que la erección de Bakugou chocaba con un lado de la cintura de Kirishima, se movía por cuenta propia para buscar ese orgasmo que estaba próximo, era muy evidente que si Eijirou seguía así con ese ritmo no iba a durar mucho, así que el pelirrojo aprovechó la nube de placer para morder una pezón arrancando un gritó extendido de placer que vino acompañado de un arrasador orgasmo para Bakugou, el pelirrojo seguía mordiendo y jalando hasta que sintió cómo el cuerpo del rubio se desplomaba un poco producto de bajar de aquel orgasmo, su cuello estaba muy sudado por lo cuál Kirishima paso su lengua saboreando el sabor de Bakugou quién le regaló un jadeo.

—Tenemos toda la noche amor...

¿Lencería? • [KiriBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora