Confesión

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—¡Lena! —Kara sonrió al vislumbrar a su amiga entrar en el bar. La ojiverde le devolvió el gesto antes de caminar a donde se encontraba y darle un abrazo.

—Siento la tardanza —se disculpó.

—Descuida, creo que todos están tarde hoy, soy la primera en llegar.

—De hecho —Lena desvió la vista y comenzó a jugar con sus manos claramente nerviosa—. Les dije a todos que la salida se había cancelado. A todos menos a ti, claro.

—Oh... —la confusión era evidente en el rostro de la rubia—. ¿Por qué?

—Kara... —comenzó Lena, su amiga frunció el ceño ligeramente—, ¿podemos hablar?

—Claro, Lena —asintió, sintiendo la seriedad en el ambiente.

Como cada viernes, Kara ordenó dos cervezas, entregándole una a Lena. Ambas comenzaron a caminar hacia la parte tranquila del bar para tener un poco de privacidad. Lena se deslizó en uno de los asientos acolchados, Kara tomó el que estaba frente a ella, dejando su cerveza en la mesa. La expresión en el rostro de Lena le decía que fuese lo que tuviera que decirle, no serían buenas noticias.

El silencio entre ambas creció. Kara esperaba a que Lena se sintiera con la fuerza suficiente para comenzar a hablar, podía notar lo nerviosa que estaba, en cuestión de minutos había rasgado su servilleta hasta casi hacerla desaparecer. Sin pensarlo, hizo la cerveza a un lado y estiró sus manos para poder tomar las de su amiga. Por un segundo, creyó que Lena se apartaría, pero cuando levantó la vista, supo que estaba bien. Por un tiempo habían estado jugando con los límites de su relación, un abrazo al encontrarse aquí, un beso cerca de los labios al despedirse allá, caminar tan juntas que sus manos se rozaban, pero por una u otra razón, ninguna había hecho lo necesario para llevar las cosas a otro nivel y, aun así, sus amigos y familiares estaban seguros de que llevaban ya tiempo saliendo. Después de todo, "los amigos no se miran unos a otros con ese tipo de amor o la esperanza de que algún día terminen juntos, Kara". O eso había dicho Alex.

Lena le miró, podía notar la tristeza en su mirada. La ansiedad comenzó a crecer en su interior ante el silencio de Lena. ¿Qué había pasado que le había llevado a cancelar los planes con todos sus amigos excepto ella? ¿Había fallecido alguien? ¿Qué había pasado? Estaba por hacer la pregunta cuando Lena dejó salir el aire que había estado conteniendo sin darse cuenta y dio un ligero apretón a sus manos antes de tomar un trago de su cerveza, en cuanto colocó la botella de nuevo en la mesa, volvió a tomar sus manos.

—Kara... —dijo casi en un susurro, la rubia se inclinó sobre la mesa para poder escuchar lo que su amiga tenía que decir—. Obtuve la pasantía.

—¡Esas son buenas noticias, Lena! —respondió con entusiasmo. Sabía lo estresada que había estado Lena las últimas semanas a falta de una respuesta. ¡Y le habían aceptado! Era lo que ambas habían esperado—. Nunca dudé de que la obtendrías —terminó con una sonrisa, sin embargo, su amiga no le correspondió.

—Es en Alemania —la voz de Lena se quebró al ver la sonrisa decaer en el rostro de su amiga.

—¿Cuánto tiempo? —el agarre en sus manos disminuyó, el de Lena aumentó.

—Tres años.

—¿Cuándo? —comenzó Kara, pero no pudo continuar la pregunta. Decirlo en voz alta haría que las cosas fueran demasiado reales.

—Tengo que estar allá el lunes a primera hora. Mi vuelo sale mañana.

—Mañana —la palabra salió de los labios de la rubia de manera despectiva, como si el simple hecho de existir le ofendiera. Lena asintió—. Un día. Es... demasiado pronto —comenzó a murmurar—. Creí que tendríamos más tiempo, hay demasiadas cosas que no hemos hecho, lugares qué visitar, cosas que...

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