Llevamos 8 meses jugando con fuego, 8 meses en que hemos ardido como la llama del infierno, 8 meses que tiramos por la borda al estar rodeados de desconfianza, inseguridad, miedo a dejarnos verdaderamente caer.
Desde que te anunciaron el viaje no has dejado de hablarlo con él. Duele como el demonio escucharte planificar todo lo que harán, no es envidia ni celos, lo juro, lo que duele es el saber que será la última vez que nos veamos. Nuestro año idílico llego a su fin y nos toca volver a nuestras vidas, a nuestra realidad. Tú no pareces afectado, lo entiendo, siempre jugamos con reglas claras, solo sexo y diversión sin compromiso. Pero lo que no te dije es que de alguna inexplicable manera derrumbaste los muros que rodeaban a mi impenetrable corazón.
Recuerdas, te lo dije una noche, después de una placentera sesión de sexo, mi corazón estaba acorazado por todo lo magullado que lo habían dejado. Y tal vez ese fue mi error, mostrarte mi vulnerabilidad y ofrecerte un reto en bandeja. Pero en ese tiempo no sabía a que jugabas, de lo contrario hubiéramos jugado juntos , pero por mi ignorancia siempre tuviste la ventaja, yo jugaba sin conocer las reglas, por eso perdí.
Cada gesto tuyo me hiba tumbando un poco, pasar la primera noche juntos después del sexo, tomar mi mano casualmente en medio de una caminata por los muelles o sonreírme como si yo fuera la octava maravilla del mundo mientas hablábamos en el malecón a las 2 de la madrugada. O alguna caricia aparentemente inocente o defenderme ante lenguas malintencionadas. Poco a poco mi corazón quedo desnudo y fiel a ti. Ya lo tenías y yo no podía hacer nada, solo esperar el final de esta aventura para repararlo nuevamente.
Es sierto que el camino no estuvo lleno solo de rosas, las espinas también me hicieron sangrar ocasionalmente.
Era duro ver como al dueño de mi corazón parecía serle insuficiente conmigo y buscar en otros brazos cariño, calor. Me resignada pero no lo entendia, tenía tanto amor que era para ti, solo para ti, que no cabía dentro de mi pecho y tenía que dejarlo salir en formas de besos y caricias dirigidas a calentar tu frío corazón.
Me dolía verte salir y dejarme sola en la obscuridad de mi cuarto recomiendome los sesos, pensando en brazos de quien dormirás hoy. Mi almoada fue el sedimento para el rio de mis lagrimas, que más de una noche deje correr.Pero siempre encontraste una sonrisa en mi cara, siempre encontraste a alguien dispuesta a escuchar tus historias y aventuras que contabas con tanto orgullo masculino, siempre encontraste un hombro para desahogar tus problemas personales. Sin embargo siempre querías más y ese fue el gran problema, yo te daba mas, xq tenía más para darte, pero nunca te pedí nada, nada te costaba un minuto de mi atención.
Y aquí estamos 8 meses despues, mirándonos a la cara, sabiendo que sería la última vez, sabiendo que mañana nuestros caminos se separarían, tal vez, para siempre.
Cada caricia que profeso hacia ti es con la intención de vaciar todo mi amor en ti y con la absurda esperanza de que cambies de opinión y nos des una oportunidad. Tus manos me queman la piel por donde pasan, dejando pequeños ríos de lava. Se que mañana mi piel estará marcada por la fuerza con la que me agarras. Tú boca, instrumento de pecado, deja también huellas en mi blanca y sensible piel. Mi suavidad contrasta a la perfección con tu dureza, donde eres hielo yo soy fuego, pero lo que nadie dice es que el hielo también quema y yo me estoy quemando debajo de ti. El crujir de la cama, lo sábanas deslizándose de nuestros cuerpos cayendo al oscuro suelo. Sonidos obscenos llenan la habitación del solitario apartamento, mientras nuestros cuerpos se consumen en un incendio que agota el aire haciendo que el sudor sea la cortina que cubre nuestros cuerpos. Subo y bajo de la cima tantas veces como tu me permites antes de unirte a mi en el agitado y estremecedor éxtasis que nos hace caer rendidos, agotados. Tú peso tan familiar para mi me reconforta pero poco a poco recuperas fuerzas y te dejas caer al lado mio en la cama, para acto seguido comenzar a levantarte, yo te sigo.
Como vinimos a este mundo, caminamos hasta el balcón de la decimosegunda planta del edificio. La brisa fría de la noche provoca un escalofrío en nuestros desnudos y sudorosos cuerpos. Encendemos un cigarrillo cada uno y el silencio tan común entre nosotros se me antoja asfixiante. El miedo no me deja hablar, miedo a arruinar esta última noche, miedo a escuchar de tu boca lo que significaron para ti estos 8 meses, miedo a empeorar la situación en la que me encontraré mañana. Una sonrisa de medio lado se dibuja en tu boca mientras volteas a mirarme.
No puedo evitar mirar esos labios que hace sólo minutos estaban provocando estragos por todo mi cuerpo. Eliminas los escasos centímetros que nos separan y me abrazas. Me quedo congelada en mi sitio, no por el abrazo en si, sino por todo lo que transmite. Reacciono y te lo devuelvo estrechandote con todas mis fuerzas, dejando salir una lagrima traicionera que muere en tu pecho. Te siento apretar más fuerte y luego me sueltas para limpiar el rastro que dejó la traidora en mi mejilla. Pero tu mano se queda reposando ahí y te miro directamente a los ojos. Posos negros que me atraviesan el alma cada que miro a ellos. Me da vergüenza miraré directamente a los ojos, xq siempre dijiste que los ojos claros te disgustaban y yo tenía ese verde profundo en mi mirada. Pero esta vez no quise desviar la para intentar de leer tus intenciones y que el golpe no me tomará por sorpresa, pero parecías querer hacer lo mismo. Poco a poco nuestras bocas se fueron acercando pero a un suspiro de besar nos te separarte bruscamente. "Vamos a dormir, mañana tenemos que levantarnos temprano". Entraste directo al cuarto mientras yo quede congelada en balcón. Un golpe huviera dolido menos que esas palabras. A paso lento me dirigí a la cama y estabas volteado dandome la espalda. Me puse las bragas y me tumbe también de espaldas a ti. Las horas pasaban y yo no lograba conciliar el sueño, pero no había movido un solo músculo así que supongo que me diste por dormida cuando te volteas y me abrazas, logrando yo por fin caer el la inconsciencia.
La mañana llego inevitable. Desperté por tus movimientos en la cama al levantarte. Entraste al baño para luego salir aseado y ponerte la ropa con la que habías llegado ayer, yo solo me puse la bata de mañana por encima de mi desnudez. Salimos por la puerta de mi apartamento y abriste la que estaba justo en fente, ya tu amigo, a quien con el tiempo llegué a ver como un hermano, esperaba por ti con todo preparado. Se despidió de mi quedando con mantener el contacto y a ti solo te dijo que te esperaba a bajo en el taxi.
Tus ojos decían tanto que estaba seríamente confundida. Me tomaste de la cintura con tus fuertes brazos y me pegaste a tu cuerpo hasta no caber una partícula de aire entre nosotros. Poco a poco asercaste tu boca hasta la mía, robando me el aliento con el beso más devastador que me habías dado. Por falta de aire nos separamos y pegaste tu frente a la mia, para decir las palabras que dejarían mi corazón bombeando enérgico en mi pecho, que dejarían mis piernas flojas y las mariposas de mi estómago volando con furia por salir "Es tu decisión, llamame"otro roce de labios y diste media vuelta seguido de mi para cerrar el apartamento y bajar por el ascensor no sin antes dedicarme una última sonrisa arrebatadora que se perdió tras las puertas de metal. Cuando al fin mi cuerpo me responde, salgo de mi estupor para correr al balcón de mi apartamento que daba a la calle, ya salias del edificio y te acercabas al taxi. Te veías tan lejos que tuve que gritar a todo pulmón para que me escucharás "Siempre tú"
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Siempre tú
Teen FictionOtro pequeño fragmento de la historia de una vida.(Basado en hechos reales)