Al mirarse al espejo, completamente vestido con un elegante traje negro clásico, Kujo Jotaro no podía verse más miserable. Al menos eso era lo que pensaba, pues en ningún momento cambió la expresión de su cara.
Los profundos ojos verde aqua permanecían impasibles, sus labios fruncidos no mostraban ninguna mueca y ni siquiera tenía la intención de fingir una sonrisa en la próxima ceremonia. Su desdén por la situación era difícil de leer, pues si sentía disgusto no podía expresarlo, pero eso no evitaba que estuviera maldiciendo su suerte, sus ascendientes y su legado.
Holly lo miraba sonriendo, acomodando y revisando los últimos retoques del traje, feliz de ver que pronto su hijo enlasaria su vida, callando a todos aquellos que auguraban que Jotaro seria un eterno soltero, aun si para el moreno solo era una farsa orquestada por el incompetente de su abuelo y el infeliz rey vampiro que seguramente tendria esa horrible sonrisa que le ofrecia cada vez que se encontraban.
—Ya estás listo, Jotaro.
Holly le ofreció otra sonrisa, dándole un último tirón al corbatín y buscando si había algún detalle que le faltara. Finalmente se sintió satisfecha, mirando orgullosa y con una pizca de culpabilidad a su hijo, pero luego de inhalar profundamente dejó atrás ese sentimiento. Desde un principio sabía que este matrimonio era la mejor opción para Jotaro, y aunque solo había oído del otro muchacho, estaba convencida que todo funcionaría.
—Tsk —el moreno chistó en un intento de mostrar su desagrado, a lo que su madre solo rodó los ojos.
—Si te hubieras casado antes no estarías en esta situación.
Holly lo regañó suavemente, poniendo las manos en la cintura, aunque al final por la dulzura con la que hablo no tuvo ningún efecto.
—Solo tengo diecisiete años... perra.
Holly frunció sus labios en un puchero, pero lo dejó pasar, como siempre, con tal de no alterar a su hijo más de lo que ya estaba. Conocía lo suficiente a Jotaro como para saber que era un buen chico.
—Esa no es excusa y lo sabes. Incluso rechazaste a Marina, y eso que ella realmente lo intentó.
—Al fin y al cabo solo era otra perra escandalosa, de todas formas hubiéramos terminado divorciados.
Jotaro lo dijo como si fuera obvio y eso realmente molesto a Holly, pero ella volvió a ignorarlo.
—Como sea —la castaña le restó importancia— ahora no hay nada que podamos hacer.
—Podría ir y romperle la cara a Dio —Jotaro sonrio por primera vez ese día, imaginando darle una paliza al vampiro rubio, algo que quiso hacer desde la primera vez que lo vio.
—Claro que podrías Jotaro, pero ni tu abuelo podría detener la guerra que empezara después de eso. Y ahora deja de portarte así, que el pobre chico que te espera está en la misma situación, al menos trata de empatizar con eso.
—Tsk.
—Y ni se te ocurra escapar o algo igual de estupido, que te mataran antes de que logres algo.
Holly le regaló una última sonrisa y se retiró. Dejando al moreno en el cuarto del novio, solo con sus pensamientos.
—Yare, yare, daze.
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Kakyoin Noriaki tenía una mirada vacía mientras le acomodaban el velo gris con el que pronto saldrá al altar.
—Oi, oi, oi. No es por nada, pero hice un buen trabajo —Rohan miró de pies a cabeza al pelirrojo, satisfecho de la apariencia etérea que había plasmado en su amigo.
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No face, no name, no number
FanfictionKujo Jotaro, o Jojo como sus fanáticas lo llaman, es un joven perteneciente a una importante familia de cazadores, que, entre otras cosas, se encarga de exterminar a los vampiros. O al menos ese era su plan hasta que le informaron que sería parte de...