Traducido del alemán significa "hoyuelo". No "hoyuelos", porque solo tiene uno.
De todas formas, suficiente. No creo que sea capaz de olvidarlo nunca.
Ha despertado mi interés en saber cómo se dice "hoyuelo" en alemán, en mes y medio. Si tuviese que decir qué me produce, sería miedo.
Miedo de pensar qué significaba querer, y qué significa ahora.
Querer era estar con una persona, pensando que en un futuro quieres que esté en tu vida.
Ahora querer tiene una nueva acepción, más pura, más dolorosa, y en mi caso más real.
De repente,
Querer significa decidir estar con una persona, sabiendo que en un futuro no va a estar en tu vida. No en un futuro lejano, sino en dos meses.
Y, aun así, quiero.
El todopoderoso racional sabe que este sentimiento es pasajero, que la tristeza no dura eternamente, y que el momento crea una burbuja donde siento todo con más fuerza.
Pero joder, quiero.
Quiero porque me pareció la mujer más guapa del mundo, y la más interesante. Al poco me di cuenta de que lo primero era mentira, y que solo lo segundo iba poco a poco reforzando su belleza. También sabía los riesgos que conllevaban hacer un viaje así. Sin embargo, ha sido toda una experiencia.
(10:00 de la mañana del lunes, en el apartamento. Los dos tirados en la cama tras un descanso tan largo como merecido. Le pellizco el moflete.)
- "Moflete" – dice ella, que ya conocía el nombre en español, por hablarlo otras veces.
- Eso es, "moflete" – le respondo en francés, nuestra única comunicación posible –. ¿Cómo se dice moflete en alemán?
- "Backe" – me enseña –. Y, ¿cómo se decía el nombre de la parte de dentro? No lo recuerdo.
- "Hoyuelo" – le digo con risilla–. Se dice "hoyuelo".
- Ho-yu-elo – intenta ella –.
- Sí, eso es. Más bien ho-yu-elo – le corrijo en la pronunciación –.
- Es un nombre muy bonito, "hoyuelo" – remarca en un perfecto castellano –.
- Es un nombre muy bonito para algo muy bonito – pienso, para mi sorpresa, en francés y en voz alta–.
Ni siquiera recuerdo qué respondió; no estaba centrado en eso, estaba pensando en el hombre tan tremendamente afortunado que estaba siendo esa mañana del lunes y, por qué no decirlo, aterrado del hombre tan desafortunado que podría llegar a ser en unos meses.
Es raro, porque uno sabía desde el primer momento que esta relación sí tiene un principio y un final. Todo se acaba en esta vida, pero hay cosas que sabes que se acaban más rápido que otras. Me atrevería a decir que demasiado rápido, aunque, según el todopoderoso racional, cuanto más tiempo pasemos juntos, peor; más
"attaché"
De hecho, hablando con ella sobre nuestra relación, ella también tiene miedo en parte a estar atada, por la temporalidad y por una ruptura reciente. Sin embargo, según lo explica veo que está más concienciada que yo (en este justo momento) de la temporalidad, y pese a que desarrollamos sentimientos, no deberíamos desarrollar demasiados.
Pero claro, yo soy una especie de caballo de carreras. No entiendo lo que significa darme un paseo. Si mi cabeza no desarrolla interés, no puedo desarrollar sentimientos, pero si los hay... no estoy seguro de poder medir esto, ni de si quiero desarrollarlos.
Lo dije en su día.
- Marina, creo que debería dejar de hablar con Pauline.
Aun no era miedo, era una advertencia de mi cabeza. Solo el tiempo me dirá si lo voy a pasar mal, y solo más tiempo me dirá si, en la balanza emocional, ha salido rentable.
- Si crees que es mejor para ti parar, solo tienes que decírmelo – me dijo antes de irnos a nuestras respectivas habitaciones.
- No creo – me reí –. De todas formas, agradezco el gesto.
Otra cosa muy distinta es lo que quería decir.
Obviamente que creo que lo mejor para mí es parar. Pero ha empezado la carrera, y el caballo quiere ganar. No entiendo de paseos emocionalmente, igual que no entiendo otras muchas cosas de ese mundo. Puede ser que sea,
porque no es mi mundo, si no es racional.
Y entonces, ¿por qué me quedo? Porque
nunca lo he pasado tan mal en el mundo de la razón,
pero desde luego,
tampoco tan bien.
Estoy seguro de que las ganas de llorar que tengo mientras escribo esto no pueden compararse a las que tendré cuando todo se acabe, y eso que yo sabía que acabaría.
Pero estoy más seguro de que tampoco podrán, en un futuro, compararse a los momentos buenos, como lo ha sido este viaje.
Después, nos despedimos, sin besos, como si fuese demasiado fría, o como si tuviésemos demasiado miedo a mostrar cariño más allá del sexo.
Saco en claro varias cosas. Primero, que la idea futura de hacer prácticas en Alemania no es tan mala, hipotetizando muchas cosas, si las dos partes estuviéramos de acuerdo. Así de loco estoy, que no se ni diez palabras de alemán, y aun así me lo he podido plantear.
Que puedes ser atractiva, pero si lo mejor que saco en claro es una conversación sobre la sociedad y una recomendación de un libro, la gente se vuelve mucho más atractiva.
Y, por último, que no necesito más que un hoyuelo y dos mofletes para darme cuenta de que, por momentos, he sido un hombre más afortunado de lo que había sido hacía mucho tiempo.
Bromas de alemanes aparte;
la sonrisa más bonita del mundo.
Por suerte, y de momento,
"Alles ist gut". Todo está bien.
PD 1: Esto solo es una forma de intentar explicar cómo me he sentido durante el viaje y qué me ha supuesto, por si con el paso de los días se me hace más difícil expresarlo con palabras.
PD 2: Estoy bastante cansado, y eso puede ser un motivo para que aflore una vena más triste y emocional. Obviamente al día siguiente ves las cosas de otra manera, pero justamente por eso no quería dejar pasar como me sentía en este momento. A sabiendas de esto, sentía la necesidad de escribirlo, y lo escribo.
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Grübchen
RomanceRelato de expresión sentimental, donde el romanticismo se mezcla con el drama interno.