Llevaba años siendo amiga de los Gambino, una familia italiana con raíces españolas que se habían mudado a Marbella hacía ya algunos años.
Había conocido al descendiente mayor de los Gambino en la universidad, cuando en la materia de inglés, la maestra había puesto como trabajo hacer un reporte sobre las energías renovables. No tenía a nadie con quien hablar en esos momentos, debido a que era el inicio de su primer semestre y se estaba adaptando apenas al nuevo ambiente, al ser extranjera.
Se había volteado a la derecha, donde se encontraba una rubia, que más tarde conocería como Sabrina y se volvería una de sus mejores amigas; pero cuando hizo la cuestión en sí, ella ya poseía una pareja para hacer duo, por lo que, sin perder el ánimo, volteó hacia su izquierda, donde una morena azabache estaba y preguntó, pasando lo mismo, ella ya tenía una pareja, por lo que ya un poco desanimada, giró su atención al frente de su asiento y tocando el hombro izquierdo del hombre, le preguntó a quién descubrió se llamaba Fedor; también ya tenía pareja.
Así que, resignado, volteó hacia atrás, encontrándose con un castaño rubio, que le observaba directamente con una mirada que pronosticaba dolor y sufrimiento eterno; tragó grueso y armándose de valor, con el corazón palpitando estruendoso en su garganta por el pequeño temor, se atrevió a realizar la incógnita.
Para su sorpresa, el castaño rubio levantó una ceja y arqueando hacia arriba ligeramente la comisura de su labio en una sutil mueca burlona, tras segundos que parecieron interminables, asintió, de esta forma consiguiendo al fin un compañero.
Contra todo pronóstico por la impresión inicial y con un proyecto de por medio, comenzó a entablar una amistad con él. Carlo, como se había presentado, al principio parecía rudo, un tipo que le partiría la cara a quien osase interrumpir su calma; pero una vez lo conocías, se tornaba toda esa aura en una ternura inexplicable.
Se volvió tan sobreprotector con ella, que hasta llegaba el punto de sofocarla, y todo por el hecho que él le decía frecuentemente que le recordaba a su hermanita. Y no es que ella fuese alguien débil, solo era alguien de baja estatura, un poco tímida y cuando la situación se volvía incontrolable entre los parámetros que tenía establecidos, tendía a reír estridentemente como mecanismo.
Por eso, cuando conoció a la menor de los Gambino, se sintió tan intimidada y estafada pues no le veía nada de "hermanita" a la rubia menor y ante esto, había reído imparable consecutivamente por unos buenos cinco minutos, pues ellas no se parecían en nada; no entendía como el Gambino mayor había llegado a compararlas.
La menor de los Gambino poseía un carácter fuerte, que a pesar de la corta edad de ese entonces, llegaba a imponer y la hacía parecer mayor. Cuando conoció a la rubia pollito, Carlo y Raulla tenían apenas los dieciocho y Antonietta, quince años. La había conocido en el primer verano que se había quedado en la casa de los Gambino y después de esa primera vez, se había vuelto costumbre que cada fin de semestre la pasase en la casa de los Gambino.
A veces, cuando Carlo no se encontraba en casa, hablaba un rato con Antoniella sobre lo primero que se le ocurriera. No es que con eso eventualmente se volvieran más cercanas, pues a pesar de sí entablar una relación amigable, se podía sentir la diferencia de edad; eso a veces hacía que entablar una plática fuera difícil y corta; la mayoría del tiempo la conversación se enfocaba en los estudios de ambas.
Las noches de terror y diversión se volvieron algo común entre los tres, donde después hacían pijamadas y quedarse despiertos hasta el amanecer. Poco a poco, es como si los tres se hubieran vuelto hermanos, aceptando a Raulla como una Gambino más.
Así habían pasado los años, tranquilos hasta ese mismo instante antes de abrir la puerta de la casa de los Gambino. Es decir, Raulla sabe de su sexualidad desde que estaba en la secundaria, cuando en la fiesta de bienvenida de los de primer ingreso había besado en los baños sucios del local a esa chica de tercero B.
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Thanks God - roni - soft
Fanfiction¿Quién iba a pensar que el hacerse amiga de Carlo iba a terminar de tan gratificante forma? Gracias Dios, es todo lo que puede decir.