Género: Chick-Lit
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La bocina del auto negro hizo que Casandra diera un pequeño salto, se disculpó con el chofer con la mirada y apuró el paso, al llegar a la acera pudo respirar con tranquilidad, luego de avanzar una cuadra, un pequeño duendecillo la asustó al salir de una tienda, estuvo a punto de mandarlo al diablo pero recordó la fecha, no era bueno, no para los niños.
El semáforo de la siguiente calle estaba en rojo, tuvo que esperar un poco, a su lado, se colocó un hombre y una niña, ambos usaban gorras de navidad y vestían suéteres llamativos, por un instante, Casandra se imaginó a si misma en esa situación, una vida en la que sus sueños se convertían en realidad, una vida tranquila y cuando el semáforo cambió de color, vio a esa niña alejarse, vio sus sueños destruirse, sacudió su cabeza, era absurdo pensar en eso, su punto de vista cambio repentinamente, ya no sentía celos de esa niña, sentía lástima, pues cuando crezca, sabrá la verdad, tal como sucedió con ella.
Faltaban cuatro calles para llegar a su destino, cuidaba no pisar en falso, podría resbalar en la nieve y caer, pasó por el parque London, al que solía ir con su padre en estas fechas, vio como todos patinaban, reían y disfrutaban de la fecha, entonces, volvió a cuestionarse acerca de lo que sería si nunca hubiera ido a casa después de comer helado con su padre, si tan solo hubiera ido con él a dormir a su apartamento, imaginaba un mundo en el que no entraba en la casa con la llave de emergencia que siempre estaba bajo la maceta de la señora Sheffield, si no corría hacia la habitación de su progenitora con ansias de contarle lo feliz que había sido hasta hace unos minutos, si tan solo no hubiera sido testigo de tal escena, tal vez, hubiera sido más feliz.
Pero los tal vez, ya no existen.
Esa noche, Casandra caminó presurosa a la habitación de su madre, aun podían escucharse los juegos pirotécnicos de la plaza, abrió la puerta sin reparo, la luz de la cuidad que atravesaba el ventanal le permitió apreciar la escena con claridad; vio a su madre, en una posición demasiado extraña, desnuda, acostada boca abajo, con su rostro hundido en la almohada, había también un hombre, sosteniéndola de los brazos y apegándose a ella muy seguido, la mujer gemía y el hombre carraspeaba, no comprendía lo que estaba pasando, aquel hombre llevaba ropas algo familiares, al reconocerlo, quería acercarse y preguntar ¿Qué hacia Santa con mamá en el cuarto? tal vez, mamá también le escribió una carta, tal vez también quería un regalo.
-¡Sal de aquí! —gritó su madre al darse cuenta de la presencia de la niña, ella se asustó y cerró la puerta.
Interrumpió su propio relato, sonrió de lado y se decepcionó de aquella niña de diez años que creía que mamá le había escrito una carta a Santa. La mañana de navidad, quiso preguntar acerca de la escena, pero su madre se adelantó y la regañó, comenzó a hacer varias llamadas y luego de dos semanas, su custodia pasó a manos de su padre, jamás volvió a ver a la mujer que le dio la vida, mucho menos a Santa.
Las navidades posteriores ya no fueron felices, Casandra se apagó y comenzó a ver aquellos disfraces con asco y repulsión, se culpó a sí misma, pensaba en que tal vez Santa y mamá eran novios, entonces podría pedirle todos los regalos que quisiera, ocho años después del incidente, entendió lo que realmente pasó esa noche, que Santa no baja por la chimenea, que no deja regalos bajo el árbol, que no se come las galletas y la leche... En cambio, se coge a las madres solteras y luego se va.
Al cruzar la calle Lennox, había llegado ya a su destino, la ironía de lo sucedido esa noche recaía en Casandra y al lugar al que acababa de entrar, notó el cuidado de los dueños al no tener ventanas ni un letrero pomposo, además, la luz era tenue, suficiente para apreciar los productos.
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Mi problema con Santa Claus (Cuento de Navidad)
ChickLitCasandra no cree en la Navidad y es todo culpa de Santa. Género: Chick-Lit --Concursos de Relatos-- Editorial Submarino