Chance.

11 1 32
                                    

Su rostro pegado a la cama era lo único que podía sentir. La calidez de su colcha y la oscuridad del cuarto solo le daban las suficientes ganas de no abrir los párpados aún y cuando ya estaba medio conciente de la realidad. Tampoco quería que al abrirlos la imagen de su crush desapareciera.

Pero como siempre; nada es perfecto.

— ¡Buenos días perra!. ¡Es hora de despertar!.—el chillido burlón de su compañera de piso más el sol que dió directo a su cara la hizo gruñir de casi forma animal.

— Sinceramente eres una verdadera zorra.—murmuró roncamente contra la almohada sin abrir aún los ojos.

— Oh cielo claro que sí.—concordó y abrió las ventanas dejando entrar el escándalo de la ciudad al antes pacífico cuarto.

— Solo dame cinco minutos más.—chistó dando la espalda y tratando de mantener la imagen de su sueño.

Bufó maldiciendo a la albina cuando notó que ya era tarde para recuperarla.

— No seas vaga.—regañó la menor— De igual forma pronto verás al amor de tu vida.—burló y la mayor le tiró dagas por sus hinchados ojos.

Anne subió sus manos con inocencia conteniendo sus ganas de reír.

— Juro que algún día te mataré.—senteció Bell para luego caminar descalza hacia el baño.

— ¡Soy el segundo amor de tu vida!. ¡Yo también te amo perra!.—gritó desde el otro lado de la puerta.

— ¡Jódete de una vez maldición!.

Y sí, esa una mañana de lo más normal en aquel céntrico departamento.

(...)

— Nunca sigas mi ejemplo.—lloriquió la menor.

Bell rió mirándola burlona. Digamos que usar sus altísimos tacones de aguja no había sido la mejor idea que había salido del prodigioso cerebro de su amiga albina.

Realmente solo buscaba recortar tiempo, pero ahora el dolor de sus tobillos la estaba matando.

— Solo a ti se te ocurre andar por toda la jodida empresa con tacones altos.—riñó rodando los ojos y escuchando el bufido de su amiga.

— Fue por tu culpa perra de primera. Si no te hubieses tardado tanto no hubiésemos casi llegado tarde.—culpó mirándola malísimamente mal.

La de cabello gris abrío su boca ofendida.

— ¡¿Perdón?!.—y allí en el momento exacto en que sus miradas parecieron echar rayos un chillido masculino las interrumpió.

— ¡Nefertitis!.—el cuerpo alto de Jin se acercaba a toda velocidad a ellas para eventualmente envolver en sus brazos a la más pequeña.

— ¡Anubis!.—respondió esta con una gran sonrisa y correspondiendo al abrazo.

Sí, llamarse por nombres de dioses egipcios era lo más normal entre ellos.

— Isis preciosa, ¿Cómo te va en la escuela?.—preguntó esta vez mirando con un gran sonrisa a la universitaria.

Sí, a ella también le había tocado uno.

— Todo bien Jin–ah.—sonrió mientras el brazo desocupado del mayor pasaba por sus hombros.

— ¿Acaban de terminar la práctica?.—preguntó la albina y ambas se confundieron al ver la sonrisa malvada que el hombre les daba.

— Oh pequeña, la sopresa que te traigo te revitalizará de tu jornada de modelo nacional.—ambas subieron sus definidas cejas en total confusión.

𝕮𝖍𝖆𝖓𝖈𝖊. 𝕻𝖆𝖗𝖐 𝕵𝖎𝖒𝖎𝖓.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora