•In Memory•

2.1K 206 90
                                    

— Fue una buena mujer —sentencía Joaquín con algo de tristeza en su voz, viendo fijamente la tumba de la que fue su mejor amiga, su primer interés amoroso. En sus manos se aferraba con fuerza a su sombrero ya ligeramente gastado por el tiempo.    

— La voy a extrañar mucho —balbucea Manolo entre agrias lágrimas de tormento, maldiciendo su suerte, odiandose a sí mismo por no haber pasado más tiempo del que ya de por sí pasaba con ella, apretando entre sus manos un ramo de flores rojas que sin duda le recordaban a ella. En ésta situación, nuestro héroe se ve como la viva imagen de un niño abandonado y desesperado que anhela con todo el corazón que aquello que se le fue arrebatado vuelva.

Ambos varones se encontraban frente a la tumba de tan adorada amiga, guerrera y esposa. Una mujer ilustre, de carácter y amor dulce. Una mujer que sin duda no volverían a encontrar jamás, solo en la siguiente vida, con suerte.

Lo más triste es que tan dulce joven se había ido en vísperas de Diciembre, un mes que con anterioridad había significado emoción, risas y encanto ahora cambiaba drásticamente a ser algo gris y carente de candor.

El de cabellos azabaches y ojos rebosantes de lágrimas dedicó un último vistazo al cuadro de su amada, esperando con esperanza alguna señal de ella, la que fuera.
Puso una rodilla en tierra, incandose para así depositar el ramo de flores sobre tan triste y bella tumba, derramando aún más lágrimas en el proceso.

Joaquín, su fiel amigo, lo miraba con pesar. Ambos compartían el dolor, la carga de su ida tan repentina, sin embargo, era Manolo quien sufría más. Solo imagina que tras años de espera aquella persona especial, aquella persona que hacía latir tu corazón se ha unido a ti en matrimonio solo para que, casi meses después, el destino te la arrebate sin darte oportunidad de cambiarlo o algo. Sin duda ha de ser desgarrador, casi indeseable.

El menor de los dos se levantó, suspirando de forma agobiada, secándose las lágrimas. Ya había llorado demasiado en los últimos días ¿entonces por qué todavía salían lágrimas de sus ojos?

— Ya se hizo tarde, yo... —balbuceaba Manolo, divagando con los ojos, perdido. Aquellos orbes avellanas no irradiaban luz como en el pasado, y eso a Joaquín le dolía demasiado, su mejor amigo, aquel de radiante energía y optimismo parecía haber muerto junto a María solo para ser reemplazado por otro Manolo, uno inseguro, triste y lúgubre— debo irme —sacudió la cabeza, dándose la vuelta—, buenas noches, Joaquín.

El de cabellos castaños frunció el ceño, ¿“Buenas noches” dijo? pero si no pasaban de las diez, a ésta hora, el verdadero Manolo se iba con él a algún bar para tocar, para animar y levantar los corazones de aquellos que estuvieran por el suelo, dando un mensaje de esperanza que a muchos —si no es que a todos— les había servido para alcanzar sus sueños. Suspiró. Claramente todo en San Ángel había cambiado de golpe.

— ¡Espera, Manolo! —gritó, siguiéndolo de forma desesperada, diablos, entre la noche y su visión que no se había acostumbrado del todo dime tú cómo puede siquiera avanzar— ¡No te vayas! —las palabras que de su boca salían eran más que nada por miedo, conocía a Manolo y lo impulsivo que era, no quería que cometiera una locura y que para el día siguiente ya no estuviera, no quería estar solo, no podría con más pérdidas.

— ¿Y por qué habría de quedarme? —su voz es vaga y baja, su cabeza está agachada y sus pasos son irremediablemente rápidos, como si tuvieran prisa de algo a lo que nunca van a llegar.

— ¡No seas así! —lo toma del hombro, alcanzandolo finalmente— Vamos, te invito una copa.

— No lo sé —susurra débilmente, intentando soltarse del agarre del más alto—, solo quiero estar solo.

En Su Memoria ft. JoanoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora