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   Durante el horario del almuerzo, sorbí lo último que quedaba de mi cajita de jugo mientras miraba a Hina con recelo.

—No lo entiendo —dije mientras me echaba hacia atrás en mi silla y cruzaba los brazos en mi pecho.

—¿Qué es lo que no entiendes, Mai? —responde Hina algo nerviosa frente a mis ojos inquisidores.

Con la pajita del jugo aun colgando de mis labios me recliné bruscamente sobre la mesa.

—¿Qué es lo que le viste a Hanagaki?

Ella no borraba su sincera sonrisa. Su carisma era uno de los principales motivos por el cual era tan popular.

Y yo, bueno, tenía salud. Y de hecho últimamente me estaba doliendo mucho la cabeza, asi que estaba empezando a dudar sobre eso.

Pero principalmente tenía el privilegio de ser la mejor amiga de Tachibana Hinata.

—Hanagaki tiene muchas cualidades, Mai. Una vez que lo conoces...

—¡Es un pandillero! —le corté.

Con solo decirle eso se tenía que dar cuenta de lo mal que estaba. Yo estaba muy preocupada por ella. Salir con un pandillero. ¿En qué cabeza cabía esa idea? No en la mía, por supuesto, ni en un millón de años. No después de lo que le sucedió a mi hermano por culpa de una pandilla.

—Eso no quiere decir que sea malo —respondió Hina, mientras daba un mordisco a su sándwich—. Conozco a sus amigos también, y son buenas personas.

—Eso no es lo que dicen los rumores —le interrumpí alzando una ceja—. Son todos unos chicos peligrosos que no nos conviene tener cerca. Estoy preocupada por ti. Ese Hanagaki no es apto para alguien como tú.

Yo sabía de primera mano lo que las pandillas le podían hacer a una persona, pero no me gustaba hablar de eso.

Hina me miró de costado con una expresión llena de nostalgia y comprensión. Casi como una madre. Ella experimentaba sentimientos que a mí me eran completamente ajenos.

—Algún día te enamorarás y lo entenderás. Tal vez no sea el arquetipo de chico con el que sueñas. ¿Qué tal si te enamoras de un pandillero?

Luego de una eterna pausa en la que no me atreví a decir nada por la seriedad con la que lo dijo, solté una sonora e irónica carcajada.

—No puedes estar hablando en serio —me limpié una lágrima del ojo, pero ella no se reía. Hablaba en serio, por lo que le contesté con la misma seriedad con la que ella me había hablado—. Solo debo concentrarme en estudiar. No tengo tiempo para chicos, y mucho menos para chicos malos.

—No todo es estudiar, Mai. Te esfuerzas demasiado. Piensa en tu futuro, pero no sólo económico. El amor es más importante que eso.

—Hina, por favor, lo único que veo en mi futuro, es a mí conviviendo con 10 gatos. Mi vida amorosa es nula.

—Eres joven, Mai —suspiró rendida—. ¿Por qué te formulas un futuro tan pesimista?

—¿Quién ha dicho que es pesimista? ¡Adoro los gatos!

Comenzamos a reírnos y cambiamos de tema hasta que terminó el horario del almuerzo.

***

Desde que Hanagaki y Hina comenzaron a salir casi nunca me regresaba a casa junto a mi mejor amiga, como siempre lo habíamos hecho desde que éramos pequeñas. Hina me invitaba a ir con ellos, pero yo no quería hacer un mal tercio. Sería muy incómodo, más cuando el roba amigas sabía que no me agradaba mucho.

Leal a ti | Baji KeisukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora