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Era un viernes noche, mucha gente se encontraba en la calle a esa hora, compartían felicidad con sus seres queridos, ese no no era el caso del chico al que ahora veremos.

Las sirenas de las ambulancias retumbaban por toda la calle, todos los vecinos se asomaban a sus ventanas para contemplar el suceso ya que el sonido y la curiosidad los atraían.

Varias familias que caminaban por la calle quedaban horrorizadas por la imagen que tenían en frente, un gran charco de sangre en el suelo, sesos desparramados por la acera y un cuerpo tendido con todas las articulaciones rotas.

Esto no era lo peor, resulta que seguía vivo de alguna forma y gritaba del terrible dolor que sentía, si el dolor físico suyo era horrible el que sentía su hermano pequeño que contemplaba lo sucedido en shock desde la azotea del edificio del que había contemplado a su familiar caer al vacío desde una altura de seis pisos era aún peor.

Pasaron los días, el funeral del difunto y otros sucesos varios de no tanta importancia, las pertenencias del suicida pasaron a posesión de su familia, todas estas fueron guardadas con mimo y cuidado para que no se perdiese jamás el recuerdo de su vida, antes de que terminasen de guardarlo todo el hermano comprendió finalmente el motivo del suicidio.

Pues en verdad no era uno solo sino más bien múltiples sucesos que habían derivado en otro mucho más grande, la muerte, pero la causa principal se le quedó grabada en la cabeza.

A la mañana del domingo de la semana posterior al deceso el hermano se encaminó a la casa de la ex-novia de su hermano cargado con un aire sereno pero furioso y temerario a la vez, sabía lo que estaba por hacer, sabía cómo iba a pasar, sabía el porqué y estaba decidido, no había hueco en su cabeza para más sentimiento que no fuera el dolor por lo que el miedo por lo que pasaría no era una opción.

-Aunque no hayas tenido la fuerza para hacerlo yo si, la única forma de que tu alma descanse es el derramamiento de sangre-Pensó.

Llegó pues a la casa y tocó al timbre, debajo de su chaqueta llevaba el arma con la que haría la sentencia final, la madre de la ex de su hermano se asomó y le preguntó qué quería, el respondió que tenía que devolverle un libro y que porfavor bajase, así pasó.

El sonido de los pasos bajando las escaleras se complementaba con los latidos fuertes y rabiosos de su corazón y entonces el temor apareció.

-¿Es lo correcto? Si, es lo correcto-Pensaba-¿Está bien esto? Si, está bien.

La puerta se abrió y ella apareció, se veía feliz, no se había enterado del suceso, aunque el chico dudaba de que le afectase en lo más mínimo en caso de que lo supiese.

-¿Tenías algo que devolverme?

Tembló un poco pero su determinación lo acompañaba: -Si, tengo algo que devolverte, ¡Lo que le hiciste a mi hermano!

No hicieron falta otras palabras puesto que procedió a apuñalarla repetidamente con la navaja que llevaba bajo su chaqueta y la hizo pedazos, pero no la mató, la dejó viva para que sufriese, al no poder hablar nadie se daba cuenta de lo que pasaba.

También le cortó los tendones para que no caminase ni corriese en pos de huir, simplemente la dejó tendida en el suelo esperando la muerte, sabía perfectamente que moriría, por eso recogió el casi muerto cuerpo de la chica y lo dejó en la pequeña bodega para guardar agua que tenían en esa casa y cerró.

Para concluir hizo creer a la madre de la chica que estarían un rato charlando abajo y que no necesitaban nada, así fue como desde que la señora dejó de mirar tomó la puerta y se marchó para no volver.

De esa forma estuvo prófugo de la justicia varios meses hasta que ya no pudo soportar más la presión mental, la ansiedad y a todos lo pensamientos oscuros a los que estaba sometido por lo que voluntariamente fue a entregarse a la policía, sin embargo esto fue impedido por alguien que se cruzó con el.

Repentinamente apareció en algo que parecía otra dimensión y se encontró cara a cara con el hombre, una figura esquelética vestida completamente con harapos de color oscuro que lo tapaban de la cara a los pies.

-No tienes que decir nada, es mi turno de presentarme, no tengo un nombre fijo por lo que puedes llamarme como te de la gana, eres una persona capaz de todo, determinado, fuerte, estable y sobretodo poderoso...

-No creo que sea buena idea escuchar ideas de alguien que parece la muerte en persona.

-No son ideas, son sucesos que debes aceptar pues en verdad todo estaba escrito hasta este punto en el que acabo de intervenir, pude intervenir en la muerte de tu hermano e impedirla, en el asesinato que cometiste, impedirlo, pero decidí actuar ahora, cuando tú mente es débil y está quebrada, tú serás un peón más en mi tablero para solucionarlo todo.

-¿Qué mierda intentas decirme? ¿¡Tratas de provocarme!? ¿!Quieres que te mate a ti también!?

-No puedes matarme si no tienes la fuerza necesaria para hacerlo, ni siquiera la fuerza de voluntad, no tienes nada y por ello voy a rebautizarte, a partir de ahora te llamarás "La sentencia" y vivirás lejos de aquí, con recuerdos diferentes y solo una idea vaga de lo que algún día fuiste realmente para que me odies lo suficiente si logras recordar, aunque si de verdad lo consigues posiblemente te mueras por no poder sobrellevarlo, adiós amigo, cuídate.

Un pequeño vórtice se abrió, se tragó al ahora renombrado como "La sentencia" y lo mandó a una realidad escogida para que él y su odio pudiesen florecer y perdurar hasta el fin de los tiempos.

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⏰ Última actualización: Dec 02, 2021 ⏰

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