El sacrificio

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Hace mucho tiempo, cuando el mundo aún era joven, el diablo pactó un acuerdo con Dios para que una vez cada cien años este le enviara una de sus más hermosas creaciones, un ángel. Prometió que si una de esas divinas criaturas descendía al infierno él acambio liberaría el alma de cien hombres, una por cada año.

Tras un siglo de espera Dios aceptó pero no quiso ser él quien decidiera que ángel descendería y sufriría aquel fatídico destino. De esta manera reunió a todos sus querubines y les preguntó si alguno de ellos tenía el valor de tomar el lugar del cordero de sacrificio.

En la sala reinaba un silencio sepulcral hasta que un pequeño ángel de ojos turquesa y cabello dorado levantó su mano sorprendiendo a todos los presentes que lo miraban asombrados o aterrados.

Algunos le llamaban valiente en cambio otros imprudente incluso loco, pero el pequeño ángel de ojos turquesa no podía ser descrito con esos adjetivos. El alegre ángel no era capaz de comprender el motivo de tanto alboroto, cien años no podían compararse con las décadas que componían su vida. ¿Qué importaba el dolor de un solo ángel a cambio de la liberación de cien almas en desgracia?

Así pues el infierno lo abrazó con su inmensa oscuridad, los demonios del infierno le cortaron las alas y sepultaron su sonrisa entre las llamas más ardientes marchitando su corazón. El desdichado ángel lloró mares de diamantes y pensó que fallecería antes de que se cumplieran los cien años pero aún así no se arrepintió de su decisión.

Cuando el diablo lo reclamó este quedó hechizado por las pequeñas chispas de luz que el pequeño ángel dejaba a su paso, resplandeciendo en cada lugar en el que se encontrara haciendo que el diablo quedara maravillado por su presencia. Pero el diablo no tenía ni idea de como tratar a un ángel, así que lo lastimó innumerables veces no siendo esa su intención.

A cada día que pasaba se desesperaba por no poder encontrar la manera de poder tocar al ángel sin dañarlo ya que sus manos habían sido creadas para arrebatar almas y sus garras para despedazar a todo aquel al que tocase. Una noche pensó en deshacerse del pequeño ángel y romper su pacto con Dios antes de enloquecer al no poder tenerlo, pero entonces algo que los celestiales llamarían un milagro ocurrió. El pequeño ángel quiso ser tocado aún cuando sabía que saldría lastimado.

El infierno se congeló por un momento al igual que su respiración, cuando el diablo rasgó ligeramente con sus garras la suave piel del ángel por primera vez y se sepultó así mismo en el acto, porque sin darse cuenta mientras él tocaba a su brillante deidad este lo tocaba a él y nadie jamás había tocado al diablo antes.






El pequeño ángel de ojos turquesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora