Corro a gran velocidad, el aire se me escapa, doblo a la derecha y esquivo una bicicleta, lo estoy por atrapar, puedo sentir el roce de su ropa sucia y vieja en el dorso de mis dedos, como si quisiera acariciarla. Aunque la verdad está muy lejos de eso. Quisiera torturarlo, hacer que llore y blasfemar su existencia, que vea la muerte como la mejor de sus salidas, mallugarlo hasta que luego se desangre para luego inyectarle morfina y hacer que cuando despierte arda, hacer que fluya adrenalina para luego romperle los huesos.
Lo tiro hacia atrás y cae al suelo dando un estruendo. Sonríe orgulloso de lo que ha hecho, me gustaría golpearlo hasta desencajar esa quijada. Pero sé que el momento muy pronto llegara. Jadeo por falta de aire, hace años que no corría así. Lo jalo bruscamente hasta que da un traspié y se pone de pie.
Llegando a la estación me bajo del vehículo, mucha gente se me queda viendo, otros simplemente pasan de mi. La habitación de interrogatorios está vacía; sonrío para mí misma con auto suficiencia y lo arrastro dentro de la habitación, insonorizada.
Saco los instrumentos, navaja, sal, cuchillo #3, látigo, esposas, etc. Agarro la navaja con una sonrisa malvada y mordaz dejando mis ojos fijos con los suyos, tratando de transmitirle todo mi odio y rabia hacia él. Veo pánico, sé que sabe lo que le voy a hacer, sin embargo sonríe. Me acerco a él esposando sus manos dejando a la vista la extensión de sus brazos. Saco la navaja del bolsillo, en su frente, perlada de sudor, hay una vena que resalta. Rio a carcajadas y susurro en su oído, lentamente, saboreando las palabras con mi lengua contra mi paladar.
"Aun no te eh hecho nada y ya casi estas llorando".
Acerco la navaja poco a poco hacia su brazo y justo cuando estoy por enterrarla elevo a gran velocidad mi mano precipitando la caída y la entierro hasta que siento como la punta de la navaja toca el hueso, en consecuencia de su boca sale un alarido de dolor y veo como las lágrimas comienzan a salir de sus ojos ya rojos mientras aprieta la mandíbula y sus dientes para, según yo, no darme el gusto, sin saber que realmente esta haciendo todo lo contrario, disfrutando al máximo de su sufrimiento. Comienzo a reír a carcajadas Sus gritos se hacen más intensos mientras voy jalando la navaja hasta casi cortar todo su brazo.
No sabría, exactamente, cuánto tiempo pase mallugandolo y riendo a carcajadas al oír sus gritos de dolor. Solo sé que cuando me canse de hacerle lo mismo ya tenía todas sus extremidades, vientre y miembro cortados y sangrantes.
Me divertía ver su estado, tenía que admitirlo, nunca fui una aficionada a la tortura o algo por el estilo, pero esto realmente se sentía muy bien. Quería que sufriera, que me implorara que deje de lastimarlo de rodillas y cuando no pueda más, que sufriera al igual que lo hizo Isabella. Pase la sal por todas sus heridas después de reírme sin parar de él y luego las apreté.
Hice que se parara y lo ate nuevamente a un tubo de arriba, le arranque la camiseta, clavando mis uñas lo más profundo que pude, dejando la piel de su espalda expuesta a mí. Sonreí victoriosa por tenerlo sometido, tome el látigo y acaricie el mango y su extensión de cuero. Sonreí ante la perspectiva de cómo iba a acabar su espalda después de esto.
1...2...3...5...6...20... ¿30?
Perdí la cuenta desde que llegue a los 10 azotes. Vi su espalda, satisfecha de lo que había hecho. Tenía líneas gruesas que parecían heridas hechas a conciencia, grandes y profundas con la piel abierta donde se lograba apreciar la sangre seca, y otra, no tanto. Toda su espalda estaba de un rojo tan intenso que parecía como si estuviera repleta de ese líquido espeso y terso a la vez, la sangre, con un olor suave y delicioso a oxido; esta estaba levemente encorvada hacia delante. Ni una palabra, estaba torturando al ma*dito y él ni me imploraba, sin embargo, había visto sus lágrimas, gruesas, caer por sus mejillas, sonrojadas ahora, por el dolor que ha estado sintiendo, recorro todo lo que me falta para poder estar cerca de él rozando la piel de su espalda, sabiendo que el más mínimo roce hará que sufra, que le duela. Entonces un placer inmenso se adueña de todo mí ser, al ser pronunciadas estas palabras de sus sucios y asquerosos labios:
-Por favor, detente-musitó
Pero yo tenía ira, coraje, rabia y frustración, y él era mi presa e iba a pagar todo lo que me hizo.
-Acaso no te acuerdas de mí, porque yo sí, soy yo, Mildred, ¿Lo recuerdas? ¿O te refresco la memoria? Yo soy la niña de 6 años a la que violaste y asesinaste a su madre y hermana- dije con desprecio y rabia.
No entrare en recuerdos dolorosos ahora, con una explicación breve y concisa estoy segura que entenderán todo, yo tenía 7 años y regresaba de la escuela, mi madre, cariñosa y risueña, aun siendo madre soltera, siempre nos recibía a mí y a mi hermana Alicia, en la puerta de la casa, justo cuando llegábamos de la escuela, entonces, de la nada aparecía un joven, guapo, rubio y de ojos azules, elegante con cada uno de sus gestos y una mirada fría, audaz y malévola. Sabía que eso no era nada bueno, así que apresure el paso, nos siguió y cuando estábamos en frente de la puerta, nos metió de un empujón a la casa y cerró la puerta, presencié como abusaba sexualmente de mi madre y luego la mataba, mientras Alicia y yo estábamos en un rincón de la sala, viendo las suplicas y sollozos de mi madre, y como la ultrajaba, después de terminar saco un cuchillo y la degolló, sin piedad, repitió este proceso con mi hermana. Empezamos a escuchar unos ruidos. Alguien había llamado a la policía. Meses después, aún a su corta edad, mi hermano término saltando de la ventana del último piso del orfanato…
Vi cómo me reconoció y empecé a golpearlo con ira y fuerza. Y justo cuando iba a terminar, la puerta se abrió de par en par y apareció mi superior y compañero
-Mi**** el pestillo-susurre justo antes de que ambos se lanzaran sobre mi...
...6 meses después...
Los ojos puestos en mí, las miradas reprobatorias y el sonido sordo que hace el matillo cuando choca contra la base de madera, mientras salgo corriendo hacia la puerta, maravillosamente desprovista de guardias o cualquier otro tipo de seguridad. Corro por la multitud de personas, esquivándolas una por una, mientras protestan y vuelven a sus trabajos.
Las ironías de la vida, una policía huyendo de la ley. Corrí hacia el bosque internándome en su espesura. Caí al suelo, lastimándome las manos por detener con ellas mi caída. Estaba a punto de levantarme cuando mis cabellos son tirados bruscamente hacia arriba. No sabía que había sido de él, hasta ahora, estaba vivo y libre, me había enterado de que había pasado a servicio comunitario por falta de pruebas. Sabia a que venía, sin embargo no tenía miedo. Me golpeo hasta que se cansó y luego me mato. ¿Cómo? No lo sé, solo sé que sigo buscándolo. Arrasando con todo a mi paso. No sé si estoy muerta, solo se dos cosas: que los años transcurren y yo sigo aquí, en este bosque, recordando como vi mi propio cuerpo, golpeado y sin vida, con los ojos abiertos desprovistos de ese brillo que tienes aun cuando estas triste, el brillo de la vida, viendo hacia la nada. Y la segunda: Que la muerte es un escape. La vida es injusta. Y lo que está en medio, tu peor pesadilla
¿El Fin?
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Karma
General Fiction¿Que harías si violaran y mataran a tu hermana y madre enfrente de ti? ¿Si varios años después, siendo policía, te encontraras con su asesino? ¿Venganza? Mas bien Karma...