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•No suelo hablar mucho con el, pero las pocas veces que lo hago termino sonriendo como un tonto... justo como ahora.
— Lo odio — musito en voz baja sin siquiera creérmelo y me dispongo a ir por un yogurt.
No entiendo por qué el tiene ese efecto en mi, si ni siquiera lo conozco como para que llegue a sentir algo profundo por el.
Agarro un yogurt del refri y me lo tomo.
— Hijo, por qué estás sonrojado? —
Mierda, en verdad estaba sonrojado!?
— P-por nada — salgo rápidamente y me voy a mi habitación.
Realmente lo odio.
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