Explícamelo todo con lujo de detalles
y no repares en las formas.
Cuéntame por ejemplo,
como florecen silenciosas.
Dime, con el lenguaje de los gestos,
con el vaivén de las horas,
con tus manos narradoras
como el viento las acaricia,
las mece, las deshoja
mientras son con aires festivos contempladas,
mientras parvadas de personas pueblan los parques.
Dime, cómo las ráfagas de aire las desprenden,
como las animan,
como las atraen de regreso a la vida.
Surgen como pequeños botones de su aletargado sopor,
como visten a las ramas desoladas en invierno.
Cuéntame como vuelan por todas partes,
juguetonas, etéreas entre las corrientes de aire.
Como se deslizan suaves como plumas de ave,
como hojas secas,
como resplandecientes naves que surcan los cielos.
Como se alejan de sus ramas temerosas
y navegan como barcas sobre aguas calmas.
Dime cómo explotan jubilosas,
plenas de carcajadas,
relámpagos de pálido fulgor,
sinuosas formas,
habitantes de mundos flotantes,
parvadas de aves migrantes...
Tornasolados bancos de peces
que entre aguas se deslizan,
entre reflejos de luz chispeante
para luego reposar
sobre pastos lustrosos
donde las niñas descalzas apoyan sus pies.
Superficie húmeda de suave textura,
cobertura blanquecina de débil rocío.
Frágiles cuerpos tapizan los prados de sonrosada belleza.
Descansa tú también,
aquí junto a mí,
celebremos la llegada de la primavera,
bebamos un poco
entre charlas ambulantes
y tu agitado respirar de fondo,
torrente de pálidos pétalos que no desiste.
Hanami que anuncia el nuevo día.
La nueva etapa que comienza.
