II

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Un día más en este mundo y un día menos para mi muerte.

Soy así de positiva cuando de madrugadas se trata.

Odio despertarme temprano para ir al instituto, me dan ganas de tirarme a la cama y quedarme dormida para toda la vida, igual que Blancanieves pero sin que nadie me levante.

Este día es la excepción.

Me levanto con una sonrisa en la cara, esta noche solo he podido pensar en la bofetada de Enzo, me encantó.

La verdad es que el hecho de hablar con Enzo tampoco ha sido del todo desagradable, ¿no?
Mi parte favorita ha sido la despedida, pintaba bonita la verdad, lástima que me hubiese ido tan rápido.

Mi parte racional dice que se lo mereció, llamar zorra a una chica solo por el hecho de ligar con muchos chicos es denigrante pero si es del revés, si es el chico el que lo hace, se le aplaude y alaba. No me extrañaría que sus amigos le diesen un premio.

Por otra parte, mi lado emocional que sigue enamorada por Enzo... Ni siquiera voy a decir lo que pienso.

La conclusión es que Enzo se lo mereció por tratarme de ese modo, ni siquiera le hice nada y ya me insultó. Me dolieron sus palabras, eso está claro, porque saber que eso es lo que piensa de mí... Bueno, no es agradable.

Por otra parte, estoy cagada de miedo, en mi vida he sido tan agresiva como ayer, ni siquiera lo habría hecho con mi mayor enemigo, no soy así, pero supongo que fue la adrenalina del momento.

Sé que se va a vengar, es obvio que lo va a hacer y no solo una vez, va a aprovechar todas las posibles para hacerme la vida imposible.

Antes de ir a la cama, les conté todo a mis amigas por el chat del grupo que tenemos, decir que me llegaron más de cien mensajes sería quedarme corta. Afirmaron que me iban a ayudar en el caso de que Enzo decidiese actuar en mi contra. Aunque dudo que su ayuda sirva de algo para evitar lo que sea que tenga planeado hacer.

La única opción que me queda es esperar y que mejor manera de hacerlo que desayunando.

Bajo las escaleras hasta la planta baja donde encuentro a Susy, se me forma una sonrisa al verla. Ella era la sirvienta de mi padre antes de que este muriese y debido a que mi madre me abandonó cuando tan solo tenía tres años, Susy se ha vuelto mi única figura paterna.

Se convirtió en algo así como una madre cuando mi padre se fue y quedé a su disposición, nunca me trató mal, aunque en cierto modo siga trabajando para mi, nunca me separaré de ella.

Mi sonrisa se amplía muchísimo más al ver lo que está preparando para el desayuno: una taza de chocolate caliente y churros; no me podría resistir a los churros ni por todo el dinero del mundo.

Me siento en la silla que hay a su lado y cojo un churro que mojo en el chocolate mientras veo como ella hace lo mismo.

-¿Cómo te fue ayer, Hell?- me repite la misma pregunta que me hace todos los días.

Pienso en contarle el encuentro fugaz con Enzo pero rechazo ese pensamiento rápidamente.

-Bastante bien, ya hemos organizado mi cumpleaños -cojo otro churro y me lo meto en la boca- ¿Estás segura de que podemos hacerlo en casa? Va a venir mucha gente.

Asiente.

-Claro que podéis, yo no voy a estar, así que te quedarás al mando de todo lo que pase.

Asiento bebiendo de mi taza de chocolate.

-Hell- me llama.

-Dime.

-¿Quieres contarme algo más?- mierda, sabía que iba a preguntarme eso. Susy tiene el poder de leerme muy rápido y seguro que sabe que hay algo que me atormenta.

Cuando no queden más historias por contarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora