Parte única

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—Escúchame, Kagami.

—Ah... no de nuevo...

—Quiero a esta persona del clan de los conejos...es...es perfecta. Rostro lindo, labios carnosos, y un enorme par de te... —Aomine fue callado por un manotazo en la boca que le dejaría los labios como dos ajíes picantes por un buen rato.

—Ten modales, al menos, Ahomine... —chilló su amigo y leal compañero. Quién sería enviado para buscar el "amor de la vida" de Aomine Daiki. Futuro líder del clan de las panteras.

—Ya... —se sobó la boca tras el golpe, mientras sonreía como un torpe—, estoy enamorado... ya sabes, tendré un par de... grandes... —prosiguió, mientras hacía un gesto inapropiado con sus dos manos, asumiendo una delantera femenina enorme. Kagami ya sabía de los estúpidos gustos de su amigo y evitaba hablar del tema, ya que sino terminaría dándole tantos golpes en el rostro que quedaría más tonto de lo que ya era.

—Iré hoy. Llegaré mañana al atardecer. ¿Algo más que quieras decirme sobre este "amor" que tienes? —preguntó, ya que ni siquiera había un nombre por el cual pedir.

—Oh ¡sí! Su cabello es único, cuando le veas vas a notar que no hay otro igual. Quiero que un cabello único como ese entre en mi linaje.

—Su cabello... —pensó en voz alta, Kagami, mientras se tomaba el mentón—, de acuerdo. Haré lo mejor posible.

—Por eso eres mi mejor amigo, Bakagami. Pero vuelve con un conejo, no puede ser otro clan. —soltó emocionado, Aomine, mientras le daba un abrazo a su colega. Próximo líder del clan de los tigres. Único hombre de confianza del moreno.

Al día siguiente. Clan de los conejos.

Kagami estaba hablando con el jefe de la tribu, que tenía unos quince mil años (según el estándar mental de Taiga), y que confirmaba que no había jóvenes mujeres disponibles para enviar al líder del clan de las panteras.

—Pero había una chica ¿o no?

—La joven Satsuki ya está en cinta, ha consumado su matrimonio hace unas cuantas lunas atrás. —explicó el hombrecito, que no parecía ser mayor al metro cincuenta. —Me temo que no puedo darle a una joven...y...

—¿Qué tan jóvenes son las demás?

—Son niñas aún...

—Ya veo... —prosiguió Kagami, mientras se tocaba la frente. Sabía que Aomine iba a ser un dolor de cabeza cuando llegara sin su pareja. Peor iba a ser cuando supiera que ella ya estaba en cinta de alguien más. Kagami rodó los ojos antes de notar, en un lago algo alejado, una cabellera que llamó su atención. —¿Y esa persona?

—Oh... no, lo siento... Ryôta es un chico... —mencionó con calma, mientras le llevaba al lago donde las crías "púberes" (consideremos este fanfic con edades diferentes debido a las características animales. Pero, un púber aquí sería alguien que rondaría ya los 20 años de edad) cultivaban algo de vegetales para alimentarse. Aquellos años habían sido bastante duros y apenas conseguían para alimentar a las crías bebés.

—¿Los chicos conejos no son conocidos por poder procrear pese a ser machos? —indagó Kagami, sabedor de las razas por su futuro esposo.

—Oh... bueno..., pero verá... —intentó evitar el tema el jefe de la tribu, pensando seriamente que no quería que hubiera una trifulca con el clan de las panteras negras, pero tampoco que se llevaran al único púber que estaba totalmente sano y era más fuerte que el promedio—, no pasamos por una buena temporada...

—Lo sé. Hace dos años que están en crisis...

—Ryôta es el púber más sano que tenemos. Quién puede ayudar a todos a...

LiebesträumeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora