Apuesta Perdida

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Hola querido lector, esta es una nueva idea que se me vino a la mente, estoy pensando seriamente si seguirla o no, créeme caubdi te digo que me animas mucho con tus comentarios y sugerencias, así que, en este caso, va a depender de ti, así que sí este nuevo proyecto te gusta le seguimos y si no, le daré un final decente y corto. Saludos y besos desde México.

El juego es uno de los males más grandes del hombre, les hace perder la razón, los envuelve en locura. En su apasionante recorrido por querer más y más poder, apuestan todo, hasta lo que ya no existe en sus manos. No hay pecado que más me apetezca que la avaricia, además de la vanidad, claro está… después de todo, ¿qué más podría desear un demonio?

-Estas perdido Johan, acéptalo y vete como el perdedor que eres. 

-¡Jamás! 

¡Ay! Los humanos, tan predecibles y tontos. 

-Deja de ser tan tozudo. 

-Por favor, extiende mi crédito. 

-¿Crédito? Jaja no me hagas reír Johan, ¿acaso crees que esto es una caridad? 

Un estallido de risas se escuchó por todo el lugar, la horda de demonios en su metamorfidad humana burdamente se carcajeaban de las palabras de aquel desdichado humano. 

-Johan - le dije mientras lo sujetaba con gentileza de la barbilla - ya no tienes nada que perder… incluso tu alma ya es mía. No tienes nada. 

El pobre humano se echó a llorar, me causaba lástima, que irónico ¿no lo creen? Un demonio sintiendo lástima por un insulso humano. Eran tan fáciles de corromper, sólo les ofrecías lo que más anhelaban y allí los tenías, como polillas a la luz. 

-Llévenselo. 

Dos enormes demonios de mi horda sujetaron a Johan y comenzaron a sacarlo, arrastrándolo a la salida. El pobre gritaba y berreaba, ciertamente no iba a matarlo, no, claro que no, yo no soy esa clase de demonios que disfruta desollando humanos, me sirven más vivos y sus almas alimentan la mía. Pero la escena daba pena, me crucé de piernas y masajee el puente de mi nariz, esto comenzaba a ser cansado y me dolía la cabeza, tanto tiempo en un cuerpo humano comienza a pesar. 

-¡Por favor, Rivka! ¡TEN PIEDAD, TE LO SUPLICO! 

¡Dios! Qué melodramático, sacudí mi mano, ya quería que se lo lleven. 

-TE APOSTARÉ UN ALMA

¡Oh! Vaya, ahí está, algo que por fin me interesa. 

-No tienes alma Johan. 

-No es la mía. 

Reí con ganas su insolencia, no se pueden ceder almas a demonios que no son tuyas a menos que… 

-Está casada… conmigo, me pertenece por designio de Dios y la iglesia. 

-¿Estás seguro de esto Johan? ¿Apostarías a tu propia esposa, maldita sabandija? 

-¡Sí! 

Me lamí los labios, el alma de Johan ya era mía y otra no me vendría para nada mal. Un alma dada en traición ¡jajaja! es taaan Judas. Me encanta. 

-De acuerdo. Es tu última apuesta Johan, ¿cuáles son tus términos? 

-Sí yo gano, me iré con todo lo que he perdido hasta ahora y una fortuna infinita, que tú me asegurarás. 

-¿Y si yo gano? 

-Tendrás todo de mí, todo lo que poseo, todo lo que soy y lo que será mi descendencia. 

-¡Oh por Dios! Que basura Johan, ¡tú no tienes hijos! 

-Tengo dos perros. 

-Idiota. Bien, lanza los dados Johan, y recuerda, pares ganas, impares pierdes. Tienes solamente una oportunidad. 

-Pero las anteriores… 

-SÓLO UNA

De mi garganta salió la voz cavernosa del demonio que está debajo de mi piel humana. Todos los demonios hicieron silencio, incluso Johan, se echó al piso como ya estaba, en una posición de súplica. 

-Extiende la mano, Johan - Dejé caer los dados a su temblorosa mano - que la suerte esté contigo. 

Los tomó en sus manos y los acercó a su boca, susurró en ellos, algo que tal vez creyó que no podría oír, es tan patético. "Dios, no me abandones" dijo, sin entender que aquí, Dios no existe. 

Dejó caer los dados. En el aire, Johan abrió sus enormes ojos azules, expectante a su suerte. Sonreí al ver su destino. Los dados, cortaron el aire en varios giros. El primero cayó como plomo. Marcando un dos. El siguiente cayó y rodó… una, dos, tres veces; giró sobre uno de sus vértices con celeridad, se mantuvo y cayó mostrando en una de sus caras un… tres. Un alma más, era mía. 

Era más que obvio que Johan lloraría y suplicaría por otra oportunidad, pero todo estaba decidido. 

-Muéstrame, Johan. Quiero ver, el alma que me pertenece. Lo sujeté del cuello de su camisa y lo arrastré a un viaje de espacio tiempo hasta su casa. Aparecidos rodeados de humo negro infernal. Él seguía lloriqueando, lo solté y cayó al piso gimoteando cual niño. Los perros de Johan se acercaron, siempre envidiaré ese sexto sentido que tienen los animales para detectar demonios y seres fuera de su plano. 

-Nos va a ver - lloriqueó nuevamente. 

-Nadie puede vernos, Johan. Excepto por tus perros, que pueden sentir que estamos aquí. 

-¿Cariño? ¿Cariño, eres tú? 

Allí venía, mi nueva adquisición. 

-¿Johan? 

La joven se asomó por el pasillo que daba a la puerta de la salida, clavó sus ojos directamente en los míos, no me veía, lo sé, pero su mirada fue tan intensa y penetrante, que me incomodó. Sus hermosos y grandes ojos color avellana desprendían inocencia, jamás había visto un alma tan pura, noble. Por un instante sentí asco de Johan y de lo que acababa de hacer. Maldito. Ella se acercó y yo di un paso atrás. En la cocina sonó una tetera, increíble que aún se conserven esas cosas, por lo que la joven nos dio la espalda y se fue. Hice visible a Johan y salí del lugar. Ya vendría por mi paga.

Foto de portada: Lasagne & Cheese.

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⏰ Última actualización: Dec 08, 2021 ⏰

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El alma que ella me robó. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora