Sia... [Libro #1] [Saga bebé] +18✔

Capítulo XIV: Las Vegas (Part One)

Sia;

Me incorporo con lentitud en la cama, masajeando mis sienes en el proceso. Frunzo el ceño y dejo escapar un largo suspiro, al sentir que todo gira a mi alrededor. ¿Por qué tenían que manifestarse los malestares hoy? Después de otra larga sesión de sexo con Elijah, vomité todo lo que había ingerido, los mareos también hicieron acto de presencia, para mi mala suerte, estos no desaparecieron después de descansar como había pensado. Camino hacia el baño cuando estoy segura de que no terminaré en el suelo, enjuago mi rostro y me cepillo los dientes. Detallo mi figura, además de encontrarme desnuda, noto que estoy más pálida de lo normal. Pues sí, hoy los mellizos decidieron hacerse notar y de qué manera. Me coloco una camisa de Elijah que se encontraba en el sillón dispuesto al lado de la cama. Me permito admirar la bella decoración de la recámara, hago lo mismo con el resto de la casa mientras busco al causante de que todavía no haya desempacado la maleta.

—¡No me interesan tus malditas excusas! ¡Quiero esa información sobre mi escritorio mañana, o jamás volverás a ver la luz del sol! ¡¿Queda claro?! —escucho a Elijah gritar desde la primera planta y bajo las escaleras, detallándolo desde las alturas. Todavía no se ha puesto la camisa, solamente lleva puesto unos pantalones negros, supongo que se quedó a medio vestir por contestar la llamada y que salió de la recámara para no despertarme. Me pregunto qué lo tiene tan molesto, en todo el tiempo que llevo trabajando para él jamás lo había escuchado gritar así. El trigueño cuelga la llamada y al voltearse, se percata de mi presencia.

—¿Sucede algo? —pregunto, su expresión pasa de enojada a relajada al escuchar mi voz. Deja escapar un suspiro, acto seguido, deposita un casto beso en mis labios.

—Nada por lo que debas preocuparte. —responde al separarse de mí. Acaricio su mejilla izquierda mientras me permito recorrer su rostro una vez más con la mirada. Sus profundos e inexpresivos ojos negros también me recorren, a diferencia de mí, él me detalla por completo; lo hace con tanta intensidad que me atrevería a pensar que ve más allá de mi cuerpo físico. Nos quedamos así por unos segundos, segundos que disfruté en demasía. El palpitar errático de mi corazón acompaña el tic tac del reloj que se encuentra en la pared y que soy capaz de escuchar gracias al silencio que nos rodea.

—¿Qué estás haciéndome, Sia…? —susurra sobre mis labios. ¿Qué se supone que deba responderle a eso? Como mi mente se ha quedado por completo en blanco, termino respondiéndole con un beso que ocasiona en Elijah sentado en el sofá color crema y yo sobre él. Su mano acaricia mi espalda baja por debajo de su camisa, descubriendo que no llevo bragas. Me relamo los labios al sentirlos resecos, ¿será posible que ya sienta la necesidad de tenerlo dentro de mí? Elijah ha resultado ser adictivo para mí, mientras más lo tengo, más lo quiero.

Sus manos acariciando mi cuerpo, su boca besa cada centímetro de mi piel, y sobre todas las cosas; la forma en la que me abraza y consiente después. Su aliento mentolado golpea mi rostro y su perfume tan… ¡Madre santa! La pregunta no es: ¿Qué le estoy haciendo a él?, sino ¿qué me está haciendo él a mí? Estaba completamente convencida de que terminaríamos haciéndolo en el sofá, pero lastimosamente, alguien tenía mucha urgencia en hablar con él y gracias al insistente llamado de esa persona; nos vimos obligados a detenernos.

—¡¿Qué demonios quieres?! Te he dicho que si no respondo el teléfono al primer timbre, es porque estoy resolviendo asuntos más importantes. No, no tengo ningún interés… ¿Acaso eras así de incompetente cuando te contraté? ¡Por Dios! ¿Es tan difícil acatar una orden? No me interesa de qué te vas a valer para conseguirlo, pero quiero lo que te pedí para hoy y espero por tu bien que lo consigas. —masculla, cualquiera que lo escuche en estos momentos, puede asegurar que está realmente molesto; sin embargo, la persona que lo vea diferirá por completo; ya que mientras le grita a uno de sus empleados, recorre mi cuerpo con la mano que tiene libre.