Capítulo XIX: Loss (Part I).

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Sia;

¿Alguna vez han sentido un miedo tan profundo que te paraliza y ocasiona que seas incapaz de hablar?

Pues yo siento ese miedo ahora mismo mientras Edward corre conmigo en brazos y veo su ropa llena de sangre. Mi Sangre. Sangre que posiblemente indique que ya no tengo a mis bebés conmigo. ¿Cómo puedo ser tan mala madre? El médico me lo dejó bien claro al decirme que tenía que estar relajada y ¿yo que hago? Discutir, caerme al suelo y llorar sin parar. Aunque he dejado de quejarme a pesar de que tengo un fuerte dolor, las lágrimas no dejan de caer por mis mejillas. ¿Qué voy a hacer si los pierdo?

—Van a estar bien, Sia... —escucho que me dicen a lo lejos cuando soy colocada en una camilla. Las luces me molestan, las voces están distorsionadas, tengo la boca seca y todo comienza a darme vueltas.

Los médicos me examinan, me hacen preguntas que no soy capaz de responder por el nudo que tengo en la garganta. Ellos hablan entre sí, pero ninguno dice nada que pueda escuchar con claridad. Mis ojos se vuelven pesados y a pesar de mi lucha por mantenerlos abiertos hasta que me digan que mis hijos están bien, no puedo lograr mi cometido.

.....

—Agua... —jadeo en medio de la toz que me ha despertado. Las luces me molestan y aunque quiero pedir que las apegan tengo la garganta seca; es como si hubiera pasado muchos días sin hablar. Estoy algo aturdida y cuando los recuerdos me llegan de golpe, los latidos de mi corazón aumentan y esa maldita máquina del demonio solo lo hace más notable. Empiezo a hiperventilar, las manos me sudan, las lágrimas me bajan por las mejillas.

—Cálamate, Sia... —me susurra Edward rodeándome en un abrazo, me palmea la espalda, evitando que me quite todo lo que tengo conectado. No sé cuántas veces tuvo que decir aquellas palabras para que yo le hiciera caso.

—Respira conmigo... Uno...—me pide cuando el ataque de pánico me domina.

—Uno...—repito en un intento de calmarme pensando en que todavía tengo dos bebés que cuidar.

—Dos. —continúa él y yo comienzo a respirar mejor cuando llegamos a diez, Edward lleva el absorbente a mi boca y tomo agua con desesperación. Dios... ¿Desde cuándo no bebía agua?

Detallo a Edward unos segundos, parece cansado y que lleve una ropa muy diferente a la que tenía cuando me trajo al hospital me indican de que probablemente estuve varias horas inconsciente. ¿Acaso él se quedó conmigo todo el tiempo que estuve dormida?

—¿Cómo te sientes? —pregunta en un tono de voz que está muy lejos de ser juguetón. Conozco a Edward hace pocos días, sin embargo, siempre que he interactuado con él, ese tono juguetón y gracioso siempre estaba presente.

—¿Están bien mis bebés? —respondo con otra pregunta. Yo me siento cansada y todavía me duele un poco el abdomen, solo espero que no sea eso una mala señal.

—Sia... —susurra con pesar y comienzo a asustarme, Edward llama a una enfermera y enseguida llega junto al doctor que debe ser el encargado de mi caso. La enfermera inyecta algo en el suero y comienzo a sentirme más cansada.

—Le hemos aplicado un sedante porque la información que tengo que darle no es fácil de asimilar. Usted llegó ayer sufriendo un aborto espontáneo, perdió mucha sangre y al realizarle el ultrasonido, nos dimos cuenta que uno de los fetos no tenía latidos. Aunque había expulsado una parte del feto de forma natural, tuvimos que intervenirla para asegurarnos de que todo el tejido fetal había sido expulsado. Estuvo bastante tiempo inconsciente debido a la pérdida de sangre, sufrió un shock hipovolémico; y su presión arterial disminuyó bastante, por lo que perdió el conocimiento. —informa el médico y a pesar de que entiendo cada palabra que me está diciendo, no soy capaz de decir o procesar nada. ¿He perdido a uno de mis bebés?

Sia... [Libro #1] [Saga bebé] +18✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora