Capítulo XXI: Means to an end.

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Elijah;

Cristal fue la niña de pelo rubio y moño rosa que se acercó a mí el primer día de clases para ser mi amiga, también la que sostuvo mi mano cuando mi primera mascota murió y la que me apoyó cuando descubrí que no era hijo biológico de mi madre, sino que había sido el resultado de una aventura de mi padre (no es fácil descubrir que la mujer que te llevo nueve meses en el vientre te abandonó por un poco de dinero) ¿Cómo olvidarme de esos meses en terapia intermedia? Estuvo para mí sosteniendo mi mano sin verme como un monstruo gracias a las cicatrices que me habían quedado de un accidente que tuve hace cinco años; es una suerte que mi madre conociera a buenos especialista que lograron reconstruir bastante bien mi cuerpo y hoy en día no cuento con ninguna cicatriz visible.

Por eso y miles de cosas más, no me perdono haberla inmiscuido en problemas que no eran suyos; tampoco haberla engañado con Sia cuando le había asegurado que nos daríamos una oportunidad. Tenía perfectamente claro que si alguien merecía mi amor, era ella, Cristal Mikaelson, la chica rubia de moño rosa; sin embargo, terminé enamorándome de quien no debía: La prometida de mi hermano.

Cuando supe que Sia estaba embarazada, descarté la posibilidad de que fueran míos porque supuse que ella me lo hubiera dicho si ese fuera el caso, tiempo después, supe cuan equivocado estaba; pero lastimosamente ya había cometido un error imperdonable gracias a la ira y celos que me dominaban en aquel entonces: Le había pedido matrimonio a un mujer que nunca me hizo daño, a una mujer que lo único que ha hecho desde que la conozco es darme amor, compresión y compañía. A pesar de que me sentía culpable, tenía claro lo que debía y quería hacer.

—No vamos a casarnos. —fueron mis primeras palabras al verla, ella frunce el ceño y deja caer el adorno floral que tan animadamente me estaba mostrando.

—¿P-por qué? ¿Hice algo mal? ¿Algo que te disgustara? —cuestiona con lágrimas en los ojos. Cuando era pequeño, juré protegerla de los chicos que probablemente romperían su corazón y jamás me detuve a pensar que sería precisamente yo el que la haría trizas.

—Tú no hiciste nada mal, yo...

—¿Caíste en tu propio juego no es así? Y ahora estás enamorado de la prometida de tu hermano y los hijos que espera son tuyos. —afirma y asiento, me voltea el rostro con una cachetada que evidentemente, merezco.

—No quise hacerte daño. —aseguro y ella sonríe con amargura. ¿Cómo puedo lastimarla de esta forma?

—Vete, ahorrémonos esto, por favor.

Con esas palabras y la culminación de nuestras sociedades, pensé que jamás volvería a saber de ella y no puede estar más equivocado. ¿Cómo puede ser posible que hasta hace unos meses no se le notaba el embarazo? ¿Por qué no me lo dijo antes? Cristal y Sia tienen el mismo tiempo de embarazo y es... No sabría como describirlo con palabras.

Según me dijo, descubrió que lo estaba la noche que terminé nuestro compromiso, siempre fue muy irregular y nunca se alarmó por la ausencia de la menstruación. Al parecer no tengo suerte con el maldito condón o la vida está empeañada en que deje a las mujeres embarazadas solo por una noche que deseaba placer.

—Estaré pendiente de la niña, y nunca les faltará nada; pero no voy a dejar a Sia, es la mujer que quiero. —le digo, acto seguido, toma asiento en el sofá individual que hay en mi despacho. Intento no mostrar en mi rostro lo que siento por dentro, tampoco quiero herirla más o hacerla sentir más mal de lo que ya debe sentirse; pero ahora mismo solo quiero ir con Sia que se marchó a su habitación sin dirigirme una mirada siquiera, ha de estar pensando muy mal de mí.

—¿La mujer a la quieres? —se ríe de su propia pregunta. La observo y por un momento, me permito dudar si ella es la misma Cristal que dejé hace dos meses. Parece fría, burlona, furiosa... Lo último lo entiendo pero lo primero no me agrada mucho. Una persona despechada puede hacer muchas cosas para desquitarse y yo lo sé mejor que nadie.

—No entiendo la razón de tu risa porque jamás en mi vida había dicho algo tan en serio. —admito. Nunca había sentido algo tan fuerte por alguien, esa necesidad de tenerla cerca todo el tiempo, mucho menos disfrutar verla dormir o haciendo algo tan simple como comer.

—Sabes perfectamente porqué me río, ¿o acaso no les has dicho por qué te acostaste con ella aquella noche? —musita y aprieto la mandíbula, ella vuelve a sonreír, acto seguido se levanta del sofá y camina en mi dirección.

—No le dirás nada. —mascullo sin intentar ocular lo mucho que me atormenta que yo... Eso quedó en el pasado y voy a compensarla día a día por mi estupidez. Yo no la conocía, no sabía la increíble mujer que era, tampoco que compartiríamos algo más que sexo casual en una habitación de hotel.

—No tengo ninguna obligación contigo, ¿por qué tendría que esconderle a la madre del hermano de mi hija que te acostaste con ella sabiendo que era Sia White, la novia de tu hermano? Y que te la seguiste follando solo por vengarte de tu hermano, tan simple como eso, hacer sufrir a tu hermano porque en el pasado él te hirió a ti. —comenta sin dejar de reír.

—¡¿Qué tú qué...?! —espeta Sia, niega repetidas veces y las lágrimas le bajan por las mejillas. Me horrorizo al ser consciente de que ella nos ha escuchado.

—Mi amor...

—¡No me digas mi amor! —me grita y camina en mi dirección evidentemente furiosa.

—Déjame explicarte. —le pido y ella vuelve a negar, se limpia las lágrimas de las mejillas sin delicadeza alguna. Esto no es bueno para ella, ni para el bebé.

—Dime que no es verdad, Elijah, por favor, dime que tú no planeaste esto por favor. Dime que tú no me conocías y que me propusiste seguir conmigo después de saber quién era porque te gustaba mucho y no podías resistirte como yo. ¡Dímelo! —exige e intento tocarla, pero ella se niega a que lo haga.

—Perdóname. —pido y ella comienza a reírse.

—¿Te divertiste mucho? —aplaude. —Ahora entiendo las cosas que James te dijo y... ¿Lo de estar enamorado también es parte de tu venganza?

—Por supuesto que estoy enamorado, te quiero y...

—¡Siempre te digo te quiero porque me aterra decirte te amo y que no respondas! —grita y abro los ojos en demasía. Yo estoy enamorado de ella, la quiero y lo tengo claro; pero...

—Yo no...

—¿Tú me amas? ¿Puedes asegurarme que lo haces? —me pregunta, y me quedo callado.

—Es todo lo que necesito saber, voy a regresar a mi casa y en lo que resta de embarazo, no te acerques a mí. —musita y la detengo.

—Mi amor.

—No, Elijah, no soy tu amor, ya no soy nada. Me dejaste perfectamente claro que solo he perdido mi tiempo contigo, porque tu objetivo era que James sufriera, ya lo cumpliste. Adiós.

La veo salir del despacho, recoger sus cosas y al idiota de Edward venir por ella, los celos quedan en segundo plano. ¿Ella lo sabe? ¿Cómo pude ser tan imbécil como para no decírselo antes? Aunque sé muy bien que si le digo toda la verdad ella solo me odiará más.

—¿Dejarás que se marche? —cuestiona Penny, ni siquiera la reparo, solamente bebo de mi vaso de whisky.

—Es su decisión. —suelto con amargura.

—La lastimaste, Elijah, ¿qué esperabas? Ella es una buena chica y le hiciste daño. —me dice lo que ya sé y vuelvo que beber.

—¿Tú hiciste algo para evitarlo? Bien podrías habérselo dicho, pero siempre estás de mi lado por ese amor maternal que me tienes. ¿Esto es lo que querías de un hijo? Un hombre cerrado, y estúpido que deja ir a la mujer que quiere por no decir dos palabras. —cuestiono y ella baja la mirada.

—Si no vas por ella, la vas a perder.

—Ya la perdí, Penny, y cuando sepa toda la verdad, lo único que me unirá a ella será nuestro hijo.

Sia... [Libro #1] [Saga bebé] +18✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora