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La mirada brillante, esperanzadora y cargada de amor, el roce tímido de los dedos y el poco espacio entre ambos pares de labios, la pareja estaba por darse el beso más romántico jamás visto en el mundo y justo en ese momento, cuando Jimin por poco y tenía la nariz pegada a la pantalla del televisor, este se apaga sin más, cortando el momento y destruyendo la ilusión del pequeño niño que se levantó del suelo y revisó el aparato, buscando porqué dejó de funcionar en el mejor momento de la película. Entonces voltea en su lugar y ve a su hermano mayor con el control remoto en mano. Obviamente su hermano estaba molestando, otra vez.

Intentó encender la televisión otra vez, ahora pudiendo ya que le bloqueaba el paso a su hermano, la escena romántica del beso ya había pasado y Jimin no pudo evitar molestarse, porque estuvo esperando a por verla desde hace días, solo para que su hermano le arruinara el día y se atrevería a decir que hasta la semana.

Y era un niño, no lo podían culpar por saltar sobre su hermano y morderle el brazo en cuanto tuvo la oportunidad, la madurez es algo que no lo alcanzaría hasta dentro de unos años, por ahora podía con todo el derecho rodar por el suelo de la sala, cual roedor con rabia.

—¡Eres un tonto, Hyuntae! —Gritó Jimin y su voz aguda resonó por toda la casa, pronto aparecería la madre de ambos y los regañaría, tal vez hasta amenazaría con contarle a su padre su desastre.

—¡Y tú un mocoso molesto! —Porque claro, él era muy mayor, por tres años, una gran diferencia digna de destacar.

Fue cosa de segundos en los cuales Jimin puede ver los pies de su madre antes de que Hyuntae le empujara con demasiada fuerza, tal vez olvidando que Jimin tiene contextura delgada y que era su hermanito menor, así que Jimin cae y se golpea en el proceso. Tanto Minah, como Hyuntae, ven con ojos grandes al menor, esperando a que este sea consciente del corte que sangraba en su mandíbula.

Y pronto Jimin comienza a llorar desconsolado por la torpeza de su hermano, que asustado miraba todo, también teniendo deseos de llorar, pues todo era su culpa, mas era ya grande y quien estaba herido era su hermano, así que se queda tan solo a un lado, esperando a que todo pase.

Poco tiempo después Jimin se encuentra sentado en el porche de la casa, luciendo tierno en la banca blanca ahí con sus piecitos colgando mientras disfrutaba de su helado. Su madre le había puesto una bandita en su mentón y le había consolado por un rato. Y la mujer era astuta, pues había comprado el postre cuando vio que el llanto de su hijo no cesaba y ahora mismo Jimin hipaba un poquito, aún triste por haberse perdido el final de su película.

—Hola Jiminie —Alguien le dijo y el niño alza su cabecita a ver a quien le hablaba. Encontrándose con Jungkook, el mejor amigo del peor hermano mayor que existía en el mundo.

—Hola —Responde intentando lucir como alguien temible, puesto que el niño frente a él podía ser muy amable y así mismo podía ser igual de molestoso que Hyuntae, por tanto no era merecedor de la usual sonrisa que tenía en su lindo rostro cuando saludaba a alguien, menos cuando estaba teniendo un mal día en sus muy merecidas vacaciones de verano.

—¿Qué te pasó ahí? —Preguntó Jungkook pinchando curioso la bandita que tenía figuritas de adorno, haciendo quejarse al más pequeño.

—Fue tu amigo —Respondió con desdén.

De pronto un conocido automóvil hizo acto de presencia y tanto Jimin como Jungkook esperaron a que el hombre que conducía, se acercara a la casa. Minhyu se sorprendió al ver a su hijo menor allí, puesto que estaba tranquilo en la banca y notó enseguida su mentón, deduciendo ya algunas cosas que comenzaban a confirmarse a medida que pasos se escuchaban desde el interior de la casa, siendo cosa de segundos que su esposa apareciera por la puerta de entrada.

Me sacas de quicio | KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora