Mi colección de piñatas

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Me encantan las piñatas. Siempre ha sido así, desde pequeño disfrutaba verlas y ver videos sobre sus procesos de creación, tanto me encantaban que decidí trabajar haciéndolas, poco después de independizarme de mis padres me retiré a un lugar donde pudiera comenzar a fabricarlas y venderlas a mi gusto. Al inicio no fue fácil, de hecho, el proceso para realizarlas con calidad y personalizadas resultó ser mucho más tedioso y agotador de lo que hubiera imaginado antes al ver los videos.
Pero aún así me encantaba hacerlas, y verlas terminadas me daba una sensación de satisfacción que de inmediato hacía que todo valiera la pena. Han pasado ya 5 años desde que comencé este negocio por mi cuenta, y hasta ahora lo sigo disfrutando con cada parte de mi ser.
En todo este tiempo he tenido clientes de todo tipo, desde empresarios peculiares queriendo impresionar a sus empleados en navidad, hasta madres de pequeños que que quieren que su hijo tenga una piñata de su personaje favorito. Nunca he juzgado a ninguno de mis clientes, pero es inevitable pensar en ciertas cosas cuando vienen a ti con ciertas especificaciones, vienen a mi cabeza preguntas como "¿cómo se le ocurrió esto?", " ¿por qué esta figura en específico?" y "¿a cuantas personas que verán mi piñata les gustará el resultado tanto como a mi?".
Preguntas que aunque nunca obtenga respuesta ya que no creo que sea apropiado preguntarlas, me gusta pensar de la mejor manera en ellas.

Esto no me había pasado nunca antes, pero ayer cuando ese último cliente llamó a mi puerta, sentí un nudo en la garganta y revuelto el estómago, no lo asocié en aquel instante por supuesto, pero tomaron fuerza cuando vi a mi cliente de frente una vez que le abrí la puerta, era uno como nunca antes había visto: Alto, extremadamente esbelto y pálido, labios resecos y todo vestido de negro, si no hubiese escuchado su voz tan calmada y neutra, habría pensado que ese hombre estaba agonizando. Él fue el primero en saludar, pronunciando con una voz baja un simple "Hola" y mostrándome con la mano derecha tembloroza un dibujo de una piñata. Asumí que lo había dibujado él y quería que yo hiciera su piñata realidad, al tomar el papel de su mano y observar la ilustración con detenimiento pude notar que era un dibujo de alguna especie de muñeco vudú. "-¿Una piñata de muñeco vudú?, ¿por qué alguien querría una así?-" pensé para mi mismo. No le dí mucha más importancia a ello y le pregunté: "-¿Para cuándo la necesitas?-" Él se quedó callado un momento y luego respondió "-tres días-"
Yo volví a mirar el dibujo. "-Puedo hacerlo-", le dije. Así él esbozó una sonrisas un tanto inquietante a mi parecer y se retiró. Ni siquiera pude decirle el precio de la piñata, pero asumí que tendría lo suficiente para cuando se la entregase.
El resto de ese día lo dediqué a buscar los materiales que me faltaban para hacer los detalles de la piñata, no fueron muy complicados de conseguir. Comencé a hacer la base esa noche, dormí y continué a la mañana siguiente, añadiendo cada vez más y más detalles para que quedara igual que la ilustración, realmente me gustaba como se veía. Cuando la terminé esa tarde me sentí satisfecho con mi trabajo. Me dirigí a la bodega y la puse en un lugar donde estuviera segura deteniéndome un momento a apreciar los detalles del rostro del muñeco, no supe por qué, pero me recordaba un poco a alguien, dejé la piñata ahí y entonces pasé el resto del día relajándome ya que no  había más trabajos por hacer.

En la noche escuché un ruido, venía de la bodega donde había dejado la piñata. Lejos de preocuparme por ladrones, solo pensé en si la piñata se habría dañado con la caída. Me levanté aún un poco adormilado pero presuroso por confirmar el estado de la piñata, cuando abrí la puerta el sueño que aún tenía se desvaneció por completo, siendo reemplazado por un profundo sentimiento de angustia e incomodidad. Levanté la piñata que había caído de cara y al ver su rostro me quedé sin respiración, su rostro estaba completamente desfigurado, "-¿cómo es posible si la caída no fue mayor a unos 30 cm de altura?-" me susurré intranquilo.
Esto pasó HACE APENAS UNA HORA.
Prendí las luces y me dispuse a reparar el daño. Apenas terminé y no puedo dejar de ver su rostro, antes bello y hasta tierno, ahora ligeramente chueco e inquietante. Aunque lo reparé lo mejor posible, no deja de causarme profundos sentimientos de incomodidad... Necesito dormir, mañana entregaré esto y me olvidaré de todo.

Si él hubiese sabido lo que pasaría a la mañana siguiente, sabría que no debió dedicarse a ese oficio en primer lugar. No en ese lugar al menos. No en ese maldito lugar.

A la mañana siguiente, el fabricante de piñatas se levantó intranquilo, pensando en lo que le diría el cliente. Apenas se disponía a desayunar cuando escuchó que llamaron a su puerta, resultó ser su cliente, quien lo miró con ojos penetrantes y de nuevo le sonrió macabramente, el fabricante, aunque algo incómodo lo saludó de buena manera y le pidió que aguardara en la puerta mientras iba por su piñata. Al llegar de nuevo a la bodega no podía creer lo que veía. Estaba completamente vacía, no había rastro de la piñata ni de los materiales que usó para elaborarla. Asustado revisó las cámaras de seguridad, por el nerviosismo atrasó demasiado el video y llegó a la hora en la que se calló la piñata la noche anterior y se congeló a ver que en la grabación no había piñata, solo él entrando a un cuarto vacío, levantando y examinando un objeto que no estaba ahí, un objeto que no existía. La imagen lo asustó tanto que dio un paso atrás, chocando con algo a sus espaldas, el hombre miró hacia arriba lodrando observar el horripilante rostro distorsionado del que había llamado su cliente, acercando su enorme boca con dientes tan afilados como la obsidiana a su carne. Esa noche nadie escuchó ningún grito.

Nadie lo sabría, pero no mucho después, esa misma piñata aparecería en un puesto de piñatas cerca de ahí, junto a muchas más, todas ellas similares, pero muy diferenciables una de la otra. El dueño de ese puesto de piñatas es el mismo a quien una vez su piñata más reciente llamó cliente.

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