𝔱𝔯𝔢𝔠𝔢 ||

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"los homosexuales son las personas más repugnantes en este mundo" era una de las cosas que más escuchaba en las calles sobre éstas personas. 

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1-3

DaHee llegó a casa con la cabeza en otro lugar, no sabía exactamente que era lo que sintió, si decepción, rabia, asco o todas esas emociones juntas. Enterarse de aquel suceso en el colegio y que su hijo estuviese involucrado la dejó con un pesar en el estómago, un mal sabor de boca, y aún era incapaz de asimilar la situación. Terminó sentada en un sofá individual de la sala, sus manos juntas y la mirada perdida, la preocupación emanando por cada uno de sus poros, su hijo estaba enfermo, su único bebé estaba cometiendo un gran error, estaba siendo tentado por Lucifer, llevándolo a pecar de esa manera tan horrible, asquerosa. La mujer rompe en llanto, tenía muchos sentimientos encontrados en ese momento, no sabía que pensar o que decir cuando llegase a ver su hijo.

Oye la puerta principal ser abierta, Felix entra a la casa, con su cabecita gacha y los ojitos rojos, el pequeño estuvo llorando. DaHee se levanta del sofá, yendo directamente a hacía su hijo, mirándolo fijamente, sin expresión alguna, pero el niño sabía que en los ojos de su madre se reflejaba la clara decepción, asco y repulsión.

─Jamás pensé que... ─ Su voz es suave pero cargada de enojo y autoridad. ─Que mi único hijo fuera a decepcionarme de esta manera, Felix, eres un maldito homosexual...

─M-mamá... N-no, yo...

Cállate.─ La mejilla de Felix es golpeada en un ágil movimiento, marcándose en ella todos los dedos de la mano de su madre. El niño lleva sus manos a la zona afectada, su cabeza hacia un lado, los cabellos fuera de su lugar correspondiente debido al movimiento brusco que hizo cuando recibo la bofetada. ─Me rehúso a convivir o aceptar que tengo un hijo maricón... Felix eres una decepción para esta familia, debería darte vergüenza... Dios, me causas tanta repulsión.─ DaHee deja de observarlo volviendo a su lugar donde estuvo sentada antes. ─Vete a tu habitación, estás castigado... Y cuando tu padre llegue le diré, seguramente querrá hablar contigo después... Ah, y olvídate de que tienes madre, Felix, porque yo no di a luz a un niño enfermo. Un gay.

Felix no quiso escuchar más, encerrado en su habitación se echó a llorar como un niño de cinco años haría al ver que perdió algunos de sus juguetes favoritos. Su llanto de puro dolor, su tierno corazón estrujado, roto, dañado por todas aquellas facturas palabras que recibieron, y las más espantosas, aquel las que fueron provenientes de su madre, la mujer que lo trajo a la vida, esa señora que amaba tanto a pesar de sus creencias y pensamientos, además, se dice que las palabras duelen más cuando vienen de las personas que más amas, sin embargo ahora era y se sentía diferente, le dolía demasiado, algo horrible. Un dolor insoportable carcomía su corazoncito

─ ...M-Mamá, p-perdón.─ dijo en un sollozo, abrazando la almohada como si esta lo fuera a reconfortar, como si le fuera a decir que todo iba a estar bien, porque seamos realistas, desde ese momento nada iba a ser fácil, nada iba a estar bien o sería como alguna vez fue. ─Dios... p-perdóname. 

El pequeño no dejó de llorar en ninguna oportunidad, hasta que su metabolismo no pudo más y el sueño lo invadió. ─H-Hyunjinnie... espero que estés bien y no te vaya tan feo como a mí... P-Prometo que nadie va a separarme de ti, te amo.─ Susurró con la voz rota y cansada, no se arrepentía de haberse enamorado de Hyunjin. 

Take Me To Church ㅡ HLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora